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Buenos Aires
El Día del Futbolista Argentino se celebra todos los 14 de mayo y tiene su origen en un gol que fuera convertido por la Selección Argentina de fútbol al seleccionado inglés, durante un partido que jugaran ambas selecciones en la cancha de River Plate (Argentina), en día homónimo del año 1953, y cuyo resultado fue: Argentina 3 – Inglaterra 1.
El mencionado tanto fue marcado por el jugador Ernesto Grillo, quien, por dicha anotación, fuera proyectado en forma directa a la leyenda de figuras y hechos relevantes del fútbol argentino.
Rimaba con brillo: el gran Ernesto Grillo: les convirtió a los ingleses el famoso “gol imposible” en cuyo honor se conmemora el Día del Futbolista. Dio cátedra en Independiente, y luego la rompió en el Milán y Boca. Un 10 exquisito.
A medida que avanzó por la izquierda, la jugada se fue cargando de simbolismo… Fue un golazo. El gol eterno. El gol imposible. El gol que todos nuestros abuelos juran haber visto. “El” gol de Grillo a los ingleses en 1953, hace ya 65 años… Un gol que estuvo acompañado de otro gol suyo en ese celebrado 3-1 a los ingleses.
Aquel 14 de mayo de 1953, Ernesto Grillo comenzó su inmortalidad: paradojas del fútbol, desde un ángulo cerradísimo, abrió su propio camino a la gloria. Tan recordado es ese gol que, en su homenaje, Futbolistas Argentinos Agremiados decretó que el Día del Futbolista se celebre cada 14 de mayo. Pavada de homenaje para este delantero que nació en La Boca y cuya muerte estuvo en boca de todos. Que la rompió en Independiente en aquel multiestelar quinteto Michelli/Cecconato/Lacasia/Grillo/Cruz. Que se fue al Milan y enamoró a los tifosi rossoneri.

Títulos
Que se retiró en Boca habiendo ganado tres títulos. Que dejó su sello en la Selección Argentina, con la que obtuvo la Copa América de 1955.
Le decían Pelado. Otros, lo llamaban Coco. Nació el 1° de octubre de 1929 en Buenos Aires. De familia, fueron Ernesto y 10 más: sí, eran 11 los hermanos que criaron como pudieron papá Domingo y mamá Rosa. El pequeño Ernesto tenía sus virtudes: habilidoso en el potrero, fachero y carismático ante el espejo, laborioso para juntar el mango. En los baldíos de La Boca mostraba potencia, inteligencia y un manejo de pelota extraordinario.
Uno de sus buenos amigos, que no le faltaban en el barrio, le dijo de probarse en River. Grillo fue. Y Grillo quedó. Con 17 años, se sumó a la Quinta División.
Caprichos de la pelota: el golazo a los ingleses lo hizo marchando sobre la izquierda, pegadito al lateral, y definiendo casi sin ángulo, a centímetros de la línea de fondo.
Fue en 1947 cuando aterrizó en Independiente: Cuarta, Tercera y Primera. Debutó con 20 años el 24 de abril del 49: 0-2 contra Boca. La delantera más recordada de los años 50 fue la de Independiente, que se trasladó enterita al seleccionado. La primera versión fue Hernández, Cecconato, Romay o Lacasia, Grillo y Santos. En 1952 se armó la definitiva, esa por la cual los hinchas gritaban “¡Al Colón, al Colón!”. Michelli, Cecconato, Lacasia (o Bonelli), Grillo y Cruz. Todos eran cracks, pero el 10 era Grillo.

Injusticias futboleras
Brillaban y goleaban a todos (6-0 al Real Madrid en el Bernabéu, con dos gritos de Grillo), pero nunca pudieron ser campeones con el Rojo. “Una de las tristezas más grandes fue no haber podido celebrar un título en Independiente con esos jugadores”, se lamentó Grillo, antes de partir hacia el cielo el 18 de junio de 1998. Decepcionado, pobre, enfermo y deprimido, murió en su casa de Bernal a los 68 años.
Aquella delantera de Independiente formó la avanzada argentina el día que Grillo les metió dos a los ingleses. Fue en su debut con la camiseta celeste y blanca y, por si no le hubiese alcanzado con ese golazo, después convirtió otro más. Argentina venció a Inglaterra en un día especial, para los de acá y para los de allá. Era la primera vez que un seleccionado inglés pisaba suelo argentino.
En una entrevista televisiva de los años 90, Grillo habló de su gol memorable. “La gente se acuerda de algunos goles que hicieron historia. El del Chango Cárdenas al Celtic, el de Maradona a los ingleses y el mío… Creo que se acuerdan más los hinchas que yo de ese gol…”.
En la entonces herradura de cemento que era la cancha de River en 1953, Argentina formó con Musimessi; Dellacha, García Pérez; Lombardo, Mouriño, Gutiérrez; Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz. “Luego entró Tucho Méndez”, recordaba siempre Grillo a quien fue uno de sus mejores amigos en el fútbol. Empezaron ganando los visitantes, a los 41 minutos, con un gol de Tommy Tayler de cabeza. Pero Argentina lo empató al minuto siguiente: el equipo que dirigía Guillermo Stábile no hizo más que sacar del medio y darle la pelota a Grillo. El Pelado se encargó de lo demás. Recibió sobre la izquierda y empezó a apilar ingleses: uno detrás del otro, los fue gambeteando hasta llegar al fondo y meterse en el área. Cuando le salió el arquero Ditchburn, esperó a que se tirara y definió desde un ángulo más apto para el “No” que para el “Sí” que finalmente fue. “Se la pedí a Lacasia y me fui. No me acuerdo a cuántos dejé en el camino. Ya en el área, me faltaba ángulo y le pegué arriba: entró entre el hueco que dejó el arquero y el palo. ¿Si le di al arco? Mire, para ganar la lotería hay que comprar un billete…”, contó.
Ya en el segundo tiempo, con Perón en la tribuna, Rodolfo Micheli puso el 2-1. Y faltando doce minutos para terminar, llegó el segundo gol de Grillo. Fue final con triunfazo por 3 a 1 y una revancha por jugarse tres días más tarde, también en River. Ese otro partido, el domingo 17, no fue tal: empezó a jugarse y, por la lluvia caída, se suspendió a los 22 minutos. Los ingleses andaban de gira por Argentina, Chile y Uruguay y el único partido que la historia toma como oficial es el del domingo, ese que no terminó. El del jueves, el del golazo de Grillo, no es tomado por los especialistas en estadísticas como un partido clase A. Es decir, no es oficial: se habla de un “seleccionado de Buenos Aires” que jugó contra el “F.A. XI”, un equipo suplente de la Liga Inglesa. Más allá de eso, este primer triunfo ante los inventores del fútbol se vivió acá con un marcado fervor nacionalista: “Después de nacionalizar los ferrocarriles, ahora nacionalizamos el fútbol”, se dijo entonces. Más adelante, también en River, hubo un 1-0 ante España, con gol de Grillo…

Boca
Alberto J. Armando lo repatrió en 1960, con 31 años. Volvió espléndido y fue campeón con Boca en 1962, 1964 y 1965. Ahí sació el hambre de no haber festejado nunca con Independiente. “Era un gran equipo aquel Boca. Yo jugaba arriba, con Rojitas detrás de mí, con Valentin más adelante, con Gonzalito en mitad de cancha y Menéndez de 8”. Se retiró en 1966 y comenzó a entrenar a los pibes de Boca. Y allí también se destacó: con su buen ojo, descubrió y perfeccionó a Trobbiani, Ponce, Potente, Randazzo, Tarantini, Mouzo, Enzo Ferrero, Perotti y, entre otros, Ruggeri. Casado con Elba, la novia de toda su vida, fue papá a los 40. Su hijo Pablo también fue futbolista.