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Buenos Aires
El Día Mundial de la Salud Mental fue celebrado por primera vez el 10 de octubre de 1992, con el fin de promover la conciencia sobre diferentes aspectos de la salud mental en la población general.
Este año, el tema de la campaña mundial sobre la salud mental es “Los jóvenes y la salud mental en un mundo en transformación”.

Cambios
En la adolescencia y los primeros años de la edad adulta se producen muchos cambios: cambio de colegio o de hogar, entrada en la universidad o en el mundo laboral. Para muchos es una época apasionante, pero también puede ser causa de estrés o aprensión. En algunos casos, si no se reconocen y controlan, estos sentimientos pueden causar enfermedades mentales. El uso cada vez mayor de las tecnologías en línea, que sin duda aporta muchos beneficios, también puede generar tensiones adicionales, pues cada vez es mayor la conexión a las redes virtuales en cualquier momento del día o la noche. También hay muchos adolescentes que viven en zonas afectadas por emergencias humanitarias, como conflictos, desastres naturales y epidemias, y los jóvenes que viven estas situaciones son particularmente vulnerables a la angustia y las enfermedades mentales.

Morbilidad
La mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años, pero la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescentes, la depresión ocupa el tercer lugar. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. Otro problema son los trastornos alimentarios.

Resiliencia
El reconocimiento de la importancia de la creación de resiliencia mental va en aumento.
Afortunadamente, va en aumento el reconocimiento de lo importante que es ayudar a crear resiliencia mental, desde las edades más tempranas, para poder hacer frente a los retos que plantea el mundo actual. Cada vez son más numerosas las pruebas de que la promoción y la protección de la salud del adolescente es beneficiosa no solo para la salud a corto y a largo plazo, sino también para la economía y la sociedad, pues adultos jóvenes sanos podrán contribuir mejor a la fuerza laboral, a sus familias y comunidades, y a la sociedad en su conjunto.

Conocimiento
La prevención empieza por un mejor conocimiento.
Es mucho lo que se puede hacer para ayudar a crear resiliencia mental desde edades tempranas con el fin de evitar la angustia y las enfermedades mentales entre los adolescentes y los adultos jóvenes, así como para tratar las enfermedades mentales y lograr la recuperación. La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescentes aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en casa y en la escuela. En las escuelas y otros entornos comunitarios se puede prestar apoyo psicosocial, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitación de los profesionales sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.
La inversión pública y la participación de los sectores social, de salud y de la educación en programas integrales, integrados y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescentes y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este es el objetivo del Día Mundial de la Salud Mental de este año.

Diagnóstico
Ya la campaña mundial en el 2006, en una iniciativa de la Federación Mundial de Salud Mental (World Federation of Mental Health –WFMH-) con el copatrocinio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), había sido respaldada por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio. “Sensibilizar y reducir los riesgos: la enfermedad mental y el suicidio”, representó uno de los problemas de salud pública más apremiantes a escala mundial, al tiempo que resulta bastante desconocido entre la población general: la elevada prevalencia del suicidio entre las personas que padecen una enfermedad mental.
Tal y como indica la WFMH, el tema ha sido seleccionado con el propósito de llamar la atención sobre el hecho de que el suicidio está fuertemente vinculado a la falta de diagnóstico y tratamiento de enfermedades mentales graves, como la depresión y la esquizofrenia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula (datos del 2006) que, del millón de personas que se suicidan cada año (lo que supone una tasa de mortalidad “global” de 16 por cada 100.000 personas en el mundo o una muerte cada 40 segundos), el 90% padece al menos una enfermedad mental, que a menudo no ha sido diagnosticada ni ha recibido tratamiento, o abusa del alcohol u otras drogas.

Causa
En los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado un 60% a nivel mundial. De hecho, indica la OMS, el suicidio constituye una de las tres causas principales de muerte en personas entre los 15 y los 44 años (en ambos sexos), cifras que no incluyen los intentos de suicidio, unas veinte veces más frecuentes que los suicidios llevados a término. A pesar de que hasta ahora las tasas de suicidio han sido mayores entre varones adultos, las tasas entre los jóvenes han aumentado hasta tal punto que, hoy por hoy, constituyen el grupo de mayor riesgo en un tercio de los países, tanto desarrollados como en vías de desarrollo.
En palabras del Profesor Brian Mishara, presidente de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio, ofrecidas por la WFMH, “en esta época de preocupación por la violencia global, el terrorismo y los homicidios, con frecuencia hacemos caso omiso al hecho de que en el mundo el número de personas que se suicidan es mucho mayor que el número de personas que mueren por guerras, actos terroristas y violencia interpersonal conjuntamente”.
Tal y como indica la WFMH, en el año 2001, se produjeron 500.000 muertes por crímenes y 230.000 en guerras, frente al millón de muertes por suicidio.
Estos datos debieran motivar a los organismos y gobiernos a prestar una mayor atención a las repercusiones sociales y económicas negativas que se derivan de la falta de desarrollo e implementación de políticas y estrategias nacionales que contemplen las necesidades de las personas que padecen alguna enfermedad mental y se encuentran en riesgo de suicidarse.
En esta línea de escasez de políticas preventivas y asistenciales, un informe, conocido como informe sobre depresión (The Depression Report – A new deal for Depression and Anxiety Disrorders), presentado por el Grupo de Política de Salud Mental del Centro de Actuaciones Económicas de la Escuela de Economía de Londres (The Centre for Economic Performance’s Mental Health Policy Group, London School of Economics), que incluye colaboradores pertenecientes a algunas de las más conocidas asociaciones y organizaciones relacionadas con la salud del Reino Unido, denuncia la situación a la que se enfrentan las personas que sufren depresión, ansiedad y/o esquizofrenia, ante la dificultad, e incluso imposibilidad, de recibir terapia psicológica desde los dispositivos habituales de salud (mental y física) en el Reino Unido. Tal y como indican los resultados de la investigación, sólo una de cada cuatro personas con depresión recibe algún tipo de tratamiento, generalmente farmacológico en lugar de terapia psicológica, a pesar de ser lo más recomendable.