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México DF
Policías enmascarados apuntaron rifles semiautomáticos desde un helicóptero que sobrevoló la Ciudad de México la semana pasada, mientras fuerzas de seguridad emplean tácticas de mano dura sin precedentes para combatir un aumento en los niveles de violencia por drogas que rara vez se ve en la capital.
En una escena que suele ser más familiar para las ciudades fronterizas más peligrosas de México, oficiales con el rostro cubierto y gafas colgaban de las puertas abiertas, inspeccionando las calles, con sus armas apuntando al suelo 250 metros abajo.
Cuando los homicidios, secuestros y extorsiones se dispararon en todo el país en la última década mientras los cárteles luchaban contra las fuerzas de seguridad, la Ciudad de México se mantuvo al margen y prosperó, ganando fama como un lugar de moda para los turistas extranjeros.
Durante varios años, los asesinatos en la capital disminuyeron. Sin embargo, ahora los asesinatos tocaron un récord -un aumento del 45 por ciento desde 2014- y están en camino para alcanzar otro récord este año.

Sanguinarios
Aunque todavía está muy por debajo del promedio nacional y es comparable a algunas ciudades de Estados Unidos, la violencia en la Ciudad de México está afectando aún más la imagen de un país cuyos principales centros turísticos de Cancún y Los Cabos han sido testigos de sangrientos asesinatos y tiroteos que se dispararon el año pasado.
En días recientes, fue reportado un hombre cuyo cuerpo fue encontrado en un auto, su cabeza en el techo y otro cuyos miembros fueron encontrados en una caja de hielo. A principios de este año, una turista estadounidense fue asesinada por una bala perdida en un restaurante de lujo de tacos.
La policía dice que gran parte del crimen proviene del tráfico de drogas al menudeo de pandillas locales violentas, aunque autoridades dicen que al menos una de ellas tiene vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación, un importante grupo de traficantes nacional.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador ha prometido traer paz al país durante su mandato de seis años y el martes inició consultas con las víctimas sobre una posible ley de amnistía para crímenes de bajo nivel.
Argumentando que quiere que la ciudad esté en mejor estado cuando la entregue a la nueva alcalde y aliada de López Obrador en diciembre, el gobierno interino de la capital está ahora tratando de poner orden en las calles, donde son comunes el tráfico abierto de drogas y el robo.

Helicópteros
A partir de julio, un nuevo jefe de policía, Raymundo Collins, despachó una flota de diez helicópteros para cruzar la ciudad todos los días, volando bajo y despacio sobre vecindarios de alta criminalidad en busca de intimidar a los delincuentes.
La estrategia de la policía de alto perfil puede no durar más allá de diciembre, pero es un recordatorio alarmante para los residentes de la creciente violencia de las drogas en una ciudad en expansión que preferiría ser conocida como uno de los principales lugares de América Latina para el arte, la cultura y los negocios.
La oficina de Collins dice que la policía había duplicado el promedio de arrestos diarios de narcotraficantes en sus primeras semanas de trabajo.
“Estamos aumentando el costo de ser delincuente”, dijo en una entrevista. “¿No ha escuchado usted que dicen que yo soy muro duro?”, añadió.
Sin embargo, los críticos dicen que los helicópteros pueden ayudar a algunos a sentirse seguros, pero es poco probable que reduzcan la delincuencia a mediano plazo.
David Shirk, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego, que estudia la justicia penal mexicana, cree que los principales cárteles estaban empezando a luchar por la capital.
Eso es “algo que realmente no hemos visto antes” en la Ciudad de México, dijo Shirk.
“Me preocupa que una vez que empiece se intensifica”, subrayó.

Inseguridad y corrupción

Más del 90 por ciento de los residentes en el norte, sur y este de la capital reportan sentirse inseguros. Menos del 10 por ciento de los delitos son reportados, estima el instituto nacional de estadísticas, INEGI.
La futura alcaldesa, Claudia Sheinbaum, dijo que dudaba de los métodos de Collins y prometió reemplazarlo cuando asumiera el cargo en cuatro meses.
La corrupción floreció en la fuerza policial en los últimos años, dijo Sheinbaum en una entrevista, distrayendo a los oficiales, quienes dijo que a veces pagaban a superiores para conseguir trabajo y tenían que pagar por uniformes y balas.
“Lo primero es retomar el control”, dijo Sheinbaum.
La futura alcaldesa dijo que una reforma de la justicia al estilo de Estados Unidos fue mal implementada, lo que significa que menos personas están entrando a las prisiones, en parte debido a errores de policías y fiscales poco capacitados.
“La procuraduría tiene que tener una modernización, tiene que atender bien a las víctimas”, dijo.
Agravando los problemas, funcionarios y expertos dicen que hay más armas en las calles. Collins culpa a la reforma, que hizo que la detención preventiva fuera menos común por posesión de armas.
Aunque la compra de armas está restringida, hay armas disponibles en el mercado negro, a menudo traídas de contrabando desde Estados Unidos. Los robos y las heridas de bala han aumentado, según datos del gobierno.
“Todos los tipos traen armas y chamacos jovencísimos”, señaló Collins.
“En México no había tantas armas, en México era falta grave tener un arma, lo metían a la cárcel a uno”, subrayó.