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Caleta Olivia
Según explican los especialistas, las vacaciones de invierno tiene dos funciones principales. La primera es sanitaria. Se estima que son las dos semanas más frías del año e interrumpir la asistencia al colegio sirve para cortar con la cadena del contagio y recontagio de enfermedades. Las principales: gripe y piojos. La segunda función, tiene que ver con la posibilidad de asimilar el aprendizaje.
“Así como necesitamos dormir para recuperarnos y recuperar fuerzas, el cerebro de los chicos necesita descansar, dejar de hacer lo que estaba haciendo para asimilar los conocimientos incorporados en la primera mitad del año”, explica la psicoanalista Eva Rottenberg, directora de la Escuela para Padres.
Por esa razón, dice, no es recomendable tampoco que los chicos tengan tarea ni agobiarlos para que practiquen aquello que más les cuesta durante el año, sino estimularlos para que descansen e incorporen lo que ya aprendieron en el colegio. “La mayoría de los padres se sorprende después de la segunda mitad del año, porque es como si hubiera caído la ficha para todo aquello que costaba tanto. Bueno, eso es consecuencia positiva de las vacaciones de invierno”, explica.

Función sanitaria
“Las vacaciones tienen una función sanitaria. Entre mayo y agosto estamos en épocas de epidemia. Son los meses donde hay más proliferación de virus respiratorio. Estas dos semanas fuera de actividad escolar, notamos que baja la asistencia de chicos a las guardias, un 30 por ciento de la asistencia. Al no estar en permanente contacto con sus compañeros hace que baje. Al regresar al colegio, vuelve el pico. Y no es porque estén de paseo sino porque bajan los contagios”, explica la pediatra Celeste Celano.
De todas formas, aunque sean días fríos, es recomendable apunta el pediatra Mario Elmo, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría, que bien abrigados, los chicos salgan a hacer actividades al aire libre. “Muchos padres temen que sus hijos se enfermen si los llevan en esta época a una plaza o a un parque, pero no es así, si el clima lo permite, porque en el aire libre no se reproducen los virus y bacterias”, agrega.
“Hay que promover que estén al aire libre. Que alteren su rutina de alguna manera. Porque eso les sirve para despejar su mente. Los papás debemos estar atentos para que las vacaciones no sean tiempo de estar frente a las pantallas, que es lo que suele pasar cuando los chicos están encerrados en casa”, apunta Celano.

Romper la rutina
Las vacaciones sirven para interrumpir la rutina, el levantarse tarde y vestirse distinto, cambiar la rigidez de los horarios y las comidas. Cultivar las relaciones, dicen los especialistas. Antes de enrolarse en un complejo plan de actividades, pensar que las vacaciones son un tiempo para “aburrirse”, desconectarse, pensar, leer, jugar al aire libre y estar con sus padres son algunos de los consejos de los expertos para que los chicos aprovechen mejor este receso.
Porque las vacaciones también tienen una función pedagógica. Durante la primera mitad del año, los chicos estuvieron explotando su parte racional para adaptarse a horarios, incorporar nuevos conocimientos y pensar, en un espacio y tiempo reglado por los adultos. “El descanso y el tiempo libre son fundamentales para que la parte racional funcione correctamente. Un error frecuente de los padres es organizar el tiempo de las vacaciones como si fuera época de clases. Y el valor pedagógico de las vacaciones es justamente esa posibilidad de tomar contacto con un tiempo no reglado por los adultos. Hay que perderle el miedo al aburrimiento”, apunta el psicoanalista Pedro Horvat.
Sin embargo, advierte Claudia Amburgo, médica psicoanalista, ex secretaria del departamento de Niños y Adolescente de APA “el valor sanitario y el valor pedagógico de las vacaciones de invierno desaparecen si los chicos terminan más estresados que antes, o en un ambiente familiar de tensión porque los padres se sobreexigen para llevarlos a todos lados”, detalla.

Tiempo libre
“Cuando hablamos de vacaciones de invierno, aparece en los padres un fuerte temor al tiempo libre. Que sus hijos pierdan el tiempo. Pero las vacaciones no son un tiempo perdido sino un tiempo libre. Son una oportunidad para resetear los vínculos, para que padres e hijos se hagan el tiempo de estar juntos”, dice Rotenberg, una de las autoras del libro Parentalidades.
“Son cada vez más las escuelas que les envían tarea para las vacaciones de invierno. En ese caso, los padres deberían pedir que no sea excesiva. No es un tiempo para seguir estudiando sino para conectarse de otra manera con los contenidos. Y regalarle a tu hijo un libro especialmente para que lo lea durante estos días puede ser una manera distinta de atraerlo hacia la lectura”, dice Amburgo.

Actividades para las vacaciones de invierno
Las vacaciones de invierno, como todo cambio, generan desprolijidad, ansiedad por qué hacer con el tiempo libre y hasta a veces mucha exigencia, tanto de los padres como de los hijos, de tener que hacer algo siempre y no tolerar el ocio, los espacios vacíos, el aburrimiento. Se alteran los ritmos habituales y esto puede desestructurar a una familia acostumbrada a lo seguro, pautado, fijo.
Para evitar que las vacaciones resulten en un combo explosivo de desorganización, actividades por demás y cansancio, vale la pena crear un nuevo orden, siendo más flexibles porque ahora hay más tiempo por ejemplo para dormir o para jugar, pero sin perder el eje. Organizar salidas pautadas para que los chicos puedan esperar sabiendo que, por ejemplo, el sábado van a tener una actividad que les gusta, no ceder a reclamos constantes y responder a ellos con regalos y desde la culpa por no poder estar todo el tiempo con los chicos, saber que siempre una cuota de aburrimiento es el motor para la creatividad, el ocio y la posibilidad de generar nuevas ideas, y que no hacer nada y descansar después de unos meses repletos de horarios y responsabilidades también está bueno, puede ayudar a evitar el descalabro en estas dos semanas sin colegio.
Como jugar, visitar amigos, primos, tíos, abuelos siempre son buenos planes, te proponemos algunas actividades ideales para compartir en familia:
-Que los chicos coman lo que cocinaron con sus propias manos puede ser una experiencia muy divertida. Optando por recetas fáciles como pizzas con distintos ingredientes, tortas, galletitas, trufas, etc., la cocina puede convertirse en un espacio de creación súper libre para los más pequeños.
-Jugando al jardinero: armar con los chicos macetas con plantitas aromáticas es muy fácil y entretenido. Además, ellos pueden observar su crecimiento mientras lo plasman en sus dibujos y luego ayudar a mamá en la cocina colocando estas hierbas en las recetas caseras. Perejil, albahaca, tomillo, orégano, salvia, romero, menta, entre otras, son algunas de las opciones disponibles en el súper o los viveros.
-Siempre surgen lindas historias mirando fotos en familia. Recordar esos viajes y momentos compartidos y mostrarle a los más chiquitos cómo eran de bebés o cómo eran sus papás de chicos suele ser muy entretenido para ellos. También se pueden organizar juegos con estas fotos: por ejemplo, repartir fotos dadas vueltas o elegir una foto si no las tenemos impresas, para que cada uno escriba una historia sobre lo que pasaba en esa foto que le tocó o inventarla. Los más grandes pueden colgar una pizarra de corcho en su cuarto para poner sus fotos preferidas.
-Organizar una “excursión” a la oficina de mamá o papá para que los chicos conozcan donde trabajan y compartan un rato más con sus papás siempre es una salida inolvidable.
-Otra de las opciones es aprovechar estas vacaciones para que los chicos compartan más tiempo con sus amigos y organizar por ejemplo un pijama party aprovechando que los chicos no tienen que acostarse temprano ni estudiar. También se pueden turnar entre madres para armar meriendas de amigos en la semana o paseos por la plaza y el barrio.
Y para esos días en los que la casa queda chica, vale agendar algunas salidas divertidas y originales.