Karin S. Hiebaum

Viva, levantó críticas y pasiones, pero muerta se convirtió en un mito. Eva María Duarte de Perón falleció de cáncer de útero el 26 de julio de 1952, hace 65 años. Fue artífice de múltiples cambios en la nación argentina pese a su corta vida. Representando la cara más amable del régimen peronista, los pensamientos de ‘Evita’ siguen influyendo en la política del país hoy en día.


Con una vida plagada de misterios, su nacimiento tampoco está del todo esclarecido. Durante años se pensó que vino al mundo 7 de mayo de 1922. Los investigadores, sin embargo, descubrieron que ese documento era falso y dataron el 7 de mayo de 1919 como fecha oficial. Posteriormente se debatió si nació en Los Toldos o en Junín, considerándose la última como la localidad con más posibilidades.

Debido a la repentina muerte de su padre, su familia se hundió en la miseria y fue desahuciada, lo que la marcó profundamente. Sus cuatro hermanos y su madre comenzaron a desempeñar diversos trabajos para salir adelante; en Eva, mientras, nacía el gusto por la actuación.

Discurso


Un intento de violación en 1934 también le causó un gran impacto. Pese a que la agresión no se llegó a consumar, Duarte y una amiga terminaron desnudas en las afueras de la ciudad. La pobreza y el abuso sexual perfilaron sus ideales políticos, apostando por el feminismo y los más desfavorecidos.

La crisis económica de 1929 la forzó a emigrar a Buenos Aires, donde comenzó su carrera en el mundo del espectáculo. Consiguió pequeños papeles como actriz, pero destacó notablemente en la radio, llegando a ser fundadora y presidenta de la Agrupación Radial Argentina (ARA), el primer sindicato de profesionales de este medio. Perón

Su relación con Juan Domingo Perón, por entonces un General a cargo de la Secretaria de Trabajo y Previsión, comenzó en 1944. Se conocieron en un acto organizado por el gobierno para condecorar a las actrices que más dinero habían recaudado tras el terremoto de San Juan. Los 24 años de edad que les separaban no fueron un obstáculo y se casaron al año siguiente.


COMIENZA SU CARRERA POLÍTICA
Una fecha fundamental en Argentina fue 1945, ya que en ese año comenzó el perionismo. El General fue cesado y encarcelado en la isla de Martín García. Históricamente se le ha atribuido a Eva un papel fundamental en la revolución que permitió su libertad, sin embargo, existen múltiples testimonios de que fue organizada únicamente por obreros y sindicatos.

Tras la victoria de Perón en las elecciones de 1946, Duarte comenzó una carrera política sorprendente e inesperada. Se convirtió en la cara más amable del régimen de su marido, conectando con las masas, las mujeres y las clases más pobres.


Los 5 discursos más recordados de Eva Perón




El descubrimiento de su enfermedad coincidió con la caída del régimen de Perón. Durante tres años luchó contra el cáncer de útero, pero la enfermedad se propagó rápidamente. Tras diversas operaciones, Eva terminó postrada en una cama, desde la cual realizó la primera votación en la que pudieron participar las mujeres argentinas en 1951.

MUERTE Y MITO DE ‘EVITA’
El 26 de julio de 1952 su muerte fue anunciada por la radio, el medio al que tanto amó. Su funeral fue seguido masivamente por la televisión, así como por miles de personas que llenaron las calles de Buenos Aires. Su autobiografía se consideró una lectura obligatoria en la escuela, mientras que se nombró a las 20:25 horas como el momento en el que “Eva Perón pasó a la inmortalidad”.

Los sindicatos establecieron tres días de paro, mientras que el Gobierno decretó 30 días de luto nacional. Su cuerpo fue embalsado, construyendo para ella un lugar donde descasar, el Monumento al Descamisado. Su cuerpo reposó poco allí, ya que fue robado y estuvo en paradero desconocido durante 14 años.




Fue entregado a Perón en 1971. El presidente y su mujer, Isabel Perón, convivieron con su cadáver varios meses durante su exilio en Madrid. Finalmente sus restos fueron trasladados a Argentina y actualmente reposa en un mausoleo familiar el cementerio de la Recoleta.

Felipe Pigna, historiador y experto en peronismo, afirma sobre ‘Evita’ que: “Lo históricamente fascinante es ver cómo aquella muchachita de 33 años sigue molestando e incomodando por su potencia y su enorme capacidad de innovación y cambio contra viento y marea”.

En su página web, Raul Aragón hace una descripción de los distintos discursos de Eva Perón y el de despedida:

Renunciamiento de Eva Perón
22 de agosto de 1951
En la Asamblea Popular realizada en la avenida 9 de Julio, que se constituyó en Cabildo Abierto del Justicialismo, Eva renunció ante el pueblo a la candidatura a la vicepresidencia de la Nación.

Excelentísimo señor presidente; mis queridos descamisados de la Patria:
Es para mí una gran emoción encontrarme otra vez con los descamisados como el 17 de octubre y como en todas las fechas en que el pueblo estuvo presente. Hoy, mi general, en este Cabildo del Justicialismo, el pueblo, que en 1810 se reunió para preguntar de qué se trataba, se reúne para decir que quiere que el general Perón siga dirigiendo los destinos de la Patria. Es el pueblo, son las mujeres, los niños, los ancianos, los trabajadores, que están presentes porque han tomado el porvenir en sus manos, y saben que la justicia y la libertad únicamente la encontrarán teniendo al general Perón al frente de la nave de la Nación.
Mi general: son vuestras gloriosas vanguardias descamisadas las que están presentes hoy, como lo estuvieron ayer y estarán siempre, dispuestas a dar la vida por Perón. Ellos saben bien que antes de la llegada del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas, habían perdido las esperanzas en un futuro mejor. Saben que fue el general Perón quien los dignificó social, moral y espiritualmente. Saben también que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatria todavía no están derrotados, y que desde sus guaridas atentan contra el pueblo y contra la nacionalidad. Pero nuestra oligarquía, que siempre se vendió por cuatro monedas, no cuenta en esta época con que el pueblo está de pie, y que el pueblo argentino está formado por hombres y mujeres dignos capaces de morir y terminar de una vez por todas con los vendepatrias y con los entreguistas.
Ellos no perdonarán jamás que el general Perón haya levantado el nivel de los trabajadores, que haya creado el Justicialismo, que haya establecido que en nuestra Patria la única dignidad es la de los que trabajan. Ellos no perdonarán jamás al general Perón por haber levantado todo lo que desprecian: los trabajadores, que ellos olvidaron; los niños y los ancianos y las mujeres, que ellos relegaron a un segundo plano.
Ellos, que mantuvieron al país en una noche eterna, no perdonarán jamás al general Perón por haber levantado las tres banderas que debieron haber levantado ellos hace un siglo: la justicia social, la independencia económica y la soberanía de la Patria.
Pero hoy el pueblo es soberano no sólo cívicamente sino también moral y espiritualmente. Mi general: estamos dispuestos, los del pueblo, su vanguardia descamisada, a terminar de una buena vez con la intriga, con la calumnia, con la difamación y con los mercaderes que venden al pueblo y al país. El pueblo quiere a Perón no sólo por las conquistas materiales –este pueblo, mi general, jamás ha pensado en eso, sino que piensa en el país, en la grandeza material, espiritual y moral de la Patria-, porque este pueblo argentino tiene un corazón grande y piensa en los valores por sobre los valores materiales. Por ello, mi general, hoy esta aquí, cruzando caminos, acortando kilómetros con miles de sacrificios, para decirnos “presente”, en este Cabildo del Justicialismo.
Es la Patria la que se ha dado cita al llamado de los compañeros de la Confederación General del Trabajo, para decirle al Líder que detrás de él hay un pueblo, y que siga, como hasta ahora, luchando contra la antipatria, contra los políticos venales y contra los imperialismos de izquierda y de derecha.
Yo, que siempre tuve en el general Perón a mi maestro y mi amigo –pues él siempre me dio el ejemplo de su lealtad acrisolada hacia los trabajadores-, en todos estos años de mi vida he dedicado las noches y los días a atender a los humildes de la Patria sin reparar en los días ni en las noches, ni en los sacrificios.
Mientras tanto ellos, los entreguistas, los mediocres, los cobardes, de noche tramaban la intriga y la infamia del día siguiente, yo, una humilde mujer, no pensaba sino en los dolores que tenía que mitigar y en la gente a que tenía que consolar en nombre vuestro, mi general, porque se el cariño entrañable que sentís por los descamisados y porque llevo en mi corazón una deuda de gratitud para con los descamisados que el 17 de octubre de 1945 me devolvieron la vida, la luz, el alma y el corazón al devolverme a Perón.
Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino, una descamisada de la Patria, pero una descamisada de corazón, porque siempre he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los niños, con los que sufren, trabajando codo a codo, corazón a corazón con ellos para lograr que lo quieran más a Perón y para ser un puente de paz entre el general Perón y los descamisados de la Patria.
Mi general: aquí en este magnífico espectáculo vuelve a darse el milagro de hace dos mil años. No fueron los sabios, ni los ricos, ni los poderosos los que creyeron; fueron los humildes. Ricos y poderosos han de tener el alma cerrada por la avaricia y el egoísmo; en cambio, los humildes, como viven y duermen al aire libre, tienen las ventanas del alma siempre expuestas a las cosas extraordinarias. Mi general: son los descamisados que os ven a vos con los ojos del alma y por eso os comprenden, os siguen; y por eso, no quieren más que a un hombre, no quieren a otro: Perón o nadie.
Yo aprovecho esta oportunidad para pedir a Dios que ilumine a los mediocres para que puedan ver a Perón y para que puedan comprenderlo, y para que las futuras generaciones no nos tengan que marcar con el dedo de la desesperación si llegaran a comprobar que hubo argentinos tan mal nacidos que a un hombre como el general Perón, que ha quemado su vida para lograr el camino de la grandeza y la felicidad de la Patria, lo combatieron aliándose con intereses foráneos.
No me interesó jamás la insidia ni la calumnia cuando ellos desataron sus lenguas contra una débil mujer argentina. Al contrario, me alegre íntimamente, porque yo, mi general, quise que mi pecho fuera escudo para que los ataques, en lugar de ir a vos, llegaran a mí. Pero nunca me dejé engañar. Los que me atacan a mí no es por mí, mi general, es por vos. Es que son tan traidores, tan cobardes que no quieren decir que no lo quieren a Perón. No es a Eva Perón a quien atacan: es a Perón.
A ellos les duele que Eva Perón se haya dedicado al pueblo argentino; a ellos les duele que Eva Perón, en lugar de dedicarse a fiestas oligárquicas, haya dedicado las horas, las noches y los días a mitigar dolores y restañar heridas.
Mi general: aquí está el pueblo y yo aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos los humildes, a todos los trabajadores, a todas las mujeres, niños y hombres de la Patria, que en su corazón reconocido han levantado el nombre de una mujer, de una humilde mujer que los ama entrañablemente y que no le importa quemar su vida si con ello lleva un poco de felicidad a algún hogar de su Patria. Yo siempre haré lo que diga el pueblo, pero yo les digo a los compañeros trabajadores que así como hace cinco años dije que prefería ser Evita antes de ser la esposa del presidente, si ese Evita era dicho para calmar un dolor en algún hogar de mi Patria, hoy digo que prefiero ser Evita, porque siendo Evita sé que siempre me llevarán muy dentro de su corazón. ¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o una ciudadana que al amor del pueblo argentino!
Yo me siento extraordinariamente emocionada. Mi humilde persona no merece el cariño entrañable de todos los trabajadores de la Patria. Sobre mis débiles espaldas de mujer argentina ustedes cargan una enorme responsabilidad. Yo no sé cómo pagar el cariño y la confianza que el pueblo deposita en mí. Lo pago con amor, queriéndolo a Perón y queriéndolos a ustedes, que es como querer a la Patria misma.
Compañeros: Yo quiero que todos ustedes, los del interior, los del Gran Buenos Aires, los de la Capital, en fin, los de los cuatro puntos cardinales de la Patria, les digan a los descamisados que todo lo que soy, que todo lo que tengo, que todo lo que hago, que todo lo que haré, que todo lo que lo que pienso, que todo lo que poseo no me pertenece: es de Perón, porque él me lo dio todo, porque él, al descender hasta una humilde mujer de la Patria, la elevó hacia las alturas y la puso en el corazón del pueblo argentino.
Mi general: si alguna satisfacción podría haber tenido es la de haber interpretado vuestros sueños de patriota, vuestras inquietudes y la de haber trabajado humilde pero tenazmente para restañar las heridas de los humildes de la Patria, para cristalizar esperanzas y para mitigar dolores, de acuerdo con vuestros deseos y con vuestros mandatos.
Yo no he hecho nada; todo es Perón. Perón es la Patria, Perón es todo, y todos nosotros estamos a distancia sideral del Líder de la nacionalidad. Yo, mi general, con la plenipotencia espiritual que me dan los descamisados de la Patria, os proclamo, antes que el pueblo os vote el 11 noviembre, presidente de todos los argentinos. La Patria está salvada, porque está en manos del general Perón.
A ustedes, descamisados de mi Patria, y a todos los que me escuchan, los estrecho simbólicamente muy, pero muy fuerte, sobre mi corazón”.
Eva Duarte de Perón




https://youtu.be/PIAEDDxXBWM