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Caleta Olivia
El principal imputado por la muerte de Gustavo Gérez, el subcomisario Alberto Méndez, se negó a declarar ayer en el inicio del juicio oral y público y solo ratificó sus dichos en el proceso de instrucción de la causa.
Ayer por la mañana y bajo estrictas medidas de seguridad, a cargo de efectivos de Prefectura Naval Argentina comenzó en el Tribunal de la Cámara en lo Criminal, el juicio oral y publico de la causa judicial que investiga las circunstancias de la muerte de Gustavo Gerez .
El Tribunal Oral está presidido por el doctor Juan Pablo Olivera y como vocales, los doctores Humberto Monelos y Griselda Bard. En tanto que Carlos Rearte asume la Fiscalía de Cámara y Carlos Borges se constituye como el fiscal de instrucción de la causa.
Como querellantes de la familia de Geréz, actúan los abogados particulares Alberto Luciani y Paola Fernández. Por su parte la defensa del subcomisario que llegó en libertad al juicio, está a cargo del doctor Marcelo Quinteros.
En la sala también estuvieron presentes la hermana del joven fallecido, Sandra Geréz y otras mujeres que eran sus amigas, además de dos oficiales de policía, igualmente en condición de oyentes.
Gerez murió en un confuso episodio en madrugada del 16 de septiembre de 2016 en el interior de la Comisaría Seccional Primera, a pocos minutos de haber sido detenido en la vía pública por protagonizar un incidente con una comisión policial del Comando Radioeléctrico que comandaba el citado oficial.
En la lectura de elevación a juicio y de acuerdo a los partes de la fiscalía y de la querella en la instrucción de la causa, Méndez y tres suboficiales (entre ellos una mujer) que se movilizaban en el móvil 770 del Comando Radioeléctrico, se dirigían poco después de las seis de madrugada de ese 16 de septiembre, a atender un requerimiento de rutina, cuando divisaron a un joven que estaba con su torso denudo y se había bajado los pantalones.
De acuerdo a los dichos de Méndez, cuando intentaron identificarlos, quien luego sería identificado como Geréz, los insultó con fuertes epítetos y les dijo que era el demonio, tras lo cual amenazó al oficial a quien le lanzo un golpe de mano, pero el uniformado lo esquivó.
Luego fue esposado y trasladado a la Comisaria Primera donde continuó mostrándose agresivo, por lo cual lo arrojaron al suelo boca abajo.
Los testimonios de policías indican que el joven se golpeaba la cara contra el suelo y que por ello le colocaron una frazada para que no se autolesionara y mientras se esperaba al médico policial se produjo el deceso luego de vomitara y se produjera la bronco aspiración.
Además, se le atribuye no haberlo trasladado desde un principio al Hospital Zonal u otro centro médico, de acuerdo a las normativas de rigor que se exigen para este tipo de casos, pero por otro lado se habla de que en el nosocomio por aquella época había reticencia de atender a contraventores de este tipo si antes no eran revisados por un médico policial.