Cada año aumenta el número de ballenas de diferentes especies censadas en el sur del Golfo San Jorge como consecuencia del aumento de sus poblaciones gracias a la prohibición de la cacería y las medidas de protección de sus hábitats. Algunos de estos relevamientos se realizan en la Reserva Natural Monte Loayza, en el marco del acuerdo entre Sinopec Argentina, Golfo San Jorge SA, Fundación Hábitat & Desarrollo y el Consejo Agrario de la provincia de Santa Cruz.
A 208 kilómetros al sur de Caleta Olivia, el Parque Natural Provincial Monte Loayza protege 754 km2 de mar para garantizar la conservación de las zonas de alimentación de mamíferos y aves marinas. Esta área y su Reserva Asociada Cañadón del Duraznillo fueron creados a los fines de conservar la diversidad biológica terrestre y marina además de fomentar la educación y el ecoturismo. En conjunto resguardan una superficie de 77.440 hectáreas, gestionadas por una alianza entre Sinopec Argentina, Golfo San Jorge S.A, Fundación Habitat y Desarrollo, y el Consejo Agrario de Santa Cruz. Cesar Gribaudo, Licenciado en Museología y Director de Patagonia Red Global Museo Educativo, añade que durante los dos censos anuales de lobos marinos que se realizan en Loayza -que posee una de las mayores colonias reproductivas de lobo marino de un pelo del Atlántico Sur- siempre avistan ballenas desde la costa.
Gracias a las diferentes estrategias de protección Gribaudo sostiene que, durante los últimos tres años, por ejemplo, realizan avistajes todos los días. «El año pasado vimos ballenas más de 230 días al año, casi nueve meses de los 12 estábamos viendo ballenas; desde enero a julio vimos ballenas todos los días. Este año estamos viendo todos los días y a toda hora» anunció.
El conteo de ejemplares se realiza una sola vez al día cuando la luz es óptima. La mayoría de los registros se realizan desde la costanera de Caleta Olivia, pero otro punto alternativo que Gribaudo suele utilizar es un sitio entre La Lobería y Caleta Olivia. La mayoría de los ejemplares avistados se concentran entre los 700 metros de la costa y aproximadamente 4 km. mar adentro. Hace unos años trabajan en conjunto con los guardaparques del Área Protegida Punta Marqués, en Rada Tilly, y el de Monte Loayza para obtener mayor información sobre estos ejemplares.
«De los primeros años a los últimos, llegamos a contar más de 3000 ballenas por año. Pero eso no quiere decir que sean 3000 animales distintos -aclaró Gribaudo- el número indica la suma de todos los individuos que vemos cada día. Por ejemplo, si hoy vimos 50 y ayer 60, quizás los 50 sean parte de los 60 de ayer».
¿Cuánto sabemos sobre las ballenas?
El primer año fueron solo siete ballenas; el segundo diez, y el número fue escalando hasta contarse por miles. Además, de alrededor de cuatro especies de cetáceos registradas, el abanico se abrió a 22. «En los primeros años desde 1998 a 2004, veíamos exclusivamente ballenas francas y el primer año solo siete. El segundo diez, el tercero 32, y en 2004 empezamos a ver otro tipo de ballenas, ballenas con aleta dorsal -las francas no la tienen- que luego pudimos comenzar a identificar. Ahora, además de las ballenas francas, tenemos registros de siete rorcuales, o sea ocho especies con barbas», describió Gribaudo. Cientos de estos registros corresponden a ballenas sei, fin, minke, decenas de jorobadas y algunas Bryde, y cuarto a las enormes ballenas azules, las más grandes de todas.
¿Por qué se registra el aumento de avistajes de cetáceos? ¿Por qué se las puede avistar todos los días? «Porque era su lugar, están recolonizando -responde el investigador y añade- cuando iniciamos los censos nuestra hipótesis era que las ballenas podrían repoblar zonas históricas de cría y alimentación». Entre 1928 y 1932 el gobierno argentino había dado permisos para instalar factorías de ballenas en tierra. Una de ellas se ubicó en el paraje La Lobería, entre las localidades de Caleta Olivia y Rada Tilly, en el sur del golfo San Jorge. Allí permaneció durante cuatro años complementando a los buques balleneros que cazaban en la zona. Gribaudo relató que las bitácoras de estos barcos y los registros de la factoría en tierra coincidían en que las especies cazadas eran las mismas que hoy se registran viviendo en el área. «En determinadas épocas las bitácoras describían a cientos de ballenas en todas direcciones. Accedimos a mapas de balleneros a nivel mundial de los años 1600 a 1700 en los que, en el Golfo, sobre todo la zona sur estaba lleno de estos cetáceos».
A partir de este proyecto investigación del Museo Educativo Patagónico, fue creado hace 11 años la Reserva Natural Costa Norte, para proteger delfines y ballenas. Y que hoy, además de estar en esa reserva, ocupan un área más amplia en el sur del Golfo San Jorge.
César Gribaudo, realiza censos de cetáceos y la preservación de fauna marina costera en el golfo desde Caleta Olivia desde el año 1998.