«Nunca más bayonetas contra el pueblo ni saqueo a la patria», expresó.
La evocación del Día de la Memoria, Verdad y Justicia tuvo especiales connotaciones este jueves en Cañadón Seco ya que en la Plaza que recuerda a los jóvenes santacruceños desaparecidos y fusilados por la última dictadura militar hubo 30 sillas negras vacías que representaban cada una a mil desaparecidos totalizando a los 30 mil en la noche más oscura que vivió el país entre 1976 y 1983. Sobre ellas se colocaron flores blancas y prendas de bebés y niños, a modo de reflejar una imagen de los que fueron apropiados por los genocidas y aún en estos días se desconoce el paradero de muchos de ellos.
La simbólica y triste escenografía montada por la Comisión de Fomento, fue ideada por profesores y alumnos de la cátedra de artes visuales del colegio secundario San José Obrero de Caleta Olivia. El acto fue presidido por el jefe comunal, Jorge Marcelo Soloaga, quien fue uno de los oradores junto al ex diputado provincial Juan Balois Pardo.
Este último rememoró a su padre Antonio, militante del PJ fallecido hace pocas semanas, quien estuvo detenido casi dos años en comisarías, una dependencia del Ejército en Comodoro Rivadavia, sufriendo torturas y hasta simulacros de fusilamiento.
También asistió Jorge Montoya, hermano de Walmir Oscar «Puño» Montoya, estudiante universitario asesinado a balazos en La Plata, al igual que su pareja que era la hija de Estela de Carlotto, presidente de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo.
Además concurrieron oficiales de la Policía Provincial, de la Unidad
18va. de Bomberos, abanderados y escoltas de escuelas de Cañadón Seco y de la Escuela Industria N° 1 de Caleta Olivia, representantes de instituciones, funcionarios del gabinete comunal local y vecinos en general.
Luego del izamiento de la Bandera Nacional y la de color blanco estampada con figuras de los simbólicos pañuelos de las madres abuelas de Plaza de Mayo, se entonaron las estrofas del Himno Nacional.
Seguidamente se colocó el farol de la luz que no tiene fin junto a los pilares que sostienen las gigantografías de dos de los entonces vecinos víctimas de la dictadura y la que recuerda el texto de la Ley provincial que los declaró tanto a ellos como a otros santacruceños «Jóvenes del Bicentenario».
Seguidamente, hubo una invocación litúrgica a cargo del diácono Mario Sosa y se procedió a regar macetas que contienen tres plantas: laurel, lavanda y laurentino las que, indistintamente, representan la vida, la memoria y la trascendencia espiritual.
Quebrantamiento de la vida institucional
Luego, al hacer uso de la palabra, Soloaga honró la memoria de quienes fueron víctimas de los años de plomo «porque querían una Argentina justa, digna, libre, gloriosa y soberana», oponiéndose no solo a una casta militar sino también a sectores civiles y eclesiásticos que respondían a intereses internacionales y desataron el peor genocidio que se conoce en los anales de la historia del país.
Recordó que esos sectores, como la Sociedad Rural, que causaron el quebrantamiento de la vida institucional hasta llegaron a redactar un documento en el que, irónicamente, «hacían referencia a las bondades económicas y financieras que representó el golpe, obviamente para ellos, argumentando además que venían a poner paz y tranquilidad en nuestro país».
De hecho, añadió, «esa noche oscura que vivió la Argentina, fue el resultado de una política liderada por el gran patrón del mal de la vida institucional, política, cultural y económica del mundo que es Estados Unidos» que «aplasta los intereses de muchos países en función de los suyos» instrumentando planes como el llamado «Plan Cóndor» en toda Latinoamérica.
Seguidamente, tras formular otras reflexiones, dijo que «hoy estamos acá para seguir con la idea central de construir una sociedad con justicia, libertad, dignidad, soberanía y autonomía plena para tomar decisiones trascendentes que tengan que ver con construir y proteger derechos a fin de mejorar la calidad de vida de los hombres y mujeres de este bendito suelo».
Más adelante resaltó que hay que mantener viva la memoria de lo que sucedió en aquella época aciaga «para que nunca más haya muerte y metralla contra el pueblo, para que nunca más haya desaparecidos, nunca más genocidas» ni tampoco madres y abuelas con un dolor intenso por no saber dónde están sus hijos y sus nietos. «Nunca más bayonetas contra el pueblo ni saqueo a nuestra patria, ni con botas ni con votos» cerró con el aplauso sostenido de los presentes.