“El problema de Argentina no es económico; es cultural, filosófico…”
Argentina está destinada inevitablemente al fracaso. No es que yo me crea adivino y que puedo predecir el futuro. Es simple observación. Es así porque tiene una enfermedad que hace que se suicide una y otra vez, indefinidamente. El problema de nuestro país no es económico. Es cultural, filosófico, psicológico. Me la paso escuchando en todos los medios a economistas muy buenos y muy capaces explicando la situación y las posibles soluciones pero ningún psicólogo o filósofo que dé un indicio de cómo curarnos de esta terrible enfermedad.
Si usted, señor lector, está preocupado por la situación actual le diría que no se haga problema. La situación es muy dura pero acá sí tengo buenas noticias. Porque los argentinos somos muy capaces y muy creativos y cuando tocamos fondo, siempre encontramos la manera de salir adelante y renacer. De modo que en un plazo no muy largo con Fernández a la cabeza, o zutano o mengano (es lo mismo) vamos a salir adelante. Y cuando las cosas estén más o menos encaminadas en dos o tres años otra vez volveremos a tener déficit. “Flaco, no pasa nada”, dirá el funcionario de turno y volveremos a retrasar el valor del dólar porque a la gente le encanta poder viajar y comprar dólares baratos y así ganamos las próximas elecciones. “Flaco, no pasa nada”, dice el mismo funcionario. Y nos vamos a volver a endeudar porque a la gente le gusta cuando hay plata en la calle y otra vez: “Flaco, no pasa nada”. Pero sí pasa. En algún momento pasa. Y con la misma creatividad con la que solucionamos los problemas, vamos a destruirnos. Para poder volver a sentir ese vértigo de la montaña rusa en caída libre que nos invade de adrenalina.
Del exterior nos miran raro. No entienden. Pero nos conocen, así que es cuestión de esperar la próxima crisis para volver a comprar activos al tercio de su valor. Y usted, señor lector, se preguntará si existe alguna cura a esta enfermedad. No es fácil cambiar conductas, hábitos. Hay un par de antecedentes que podría darnos una luz de esperanza. Argentina era una sociedad muy homofóbica y en un momento, gracias a que algunas personas notables reconocieron públicamente su homosexualidad, cambió y hoy es “gay-friendly”. También era una sociedad a la que nadie le importaba nada del otro y luego con las redes solidarias se volvió una sociedad más solidaria. Quién sabe, quizás en algún momento podamos revertir esta locura. ¡Ojalá!