Era considerado uno de los blancos principales de Israel en su lucha contra el terrorismo
Redacción: Mag. Karin Silvina Hiebaum / Prensa Internacional [email protected]
Este martes fue eliminado en el barrio chiita de Beirut, la Dahia, el jefe de mayor rango de Hamás muerto desde el comienzo de la guerra del 7 de octubre, Salah el Arouri, en un ataque atribuido por diversas fuentes a Israel.
Oficialmente Israel no lo desmiente ni lo confirma, pero no hay duda ninguna: era considerado uno de los blancos principales de Israel en su lucha contra el terrorismo de Hamás.
Además, Israel no habría avisado a sus socios estadunidenses de los planes de operación, y únicamente habrían compartido la información cuando la operación ya estaba en marcha.
El Arouri (de 57 años) nació en la aldea Aroura de Cisjordania y llegó hace mucho a la cúpula de Hamás. Pasó 15 años en la cárcel en Israel por su participación en atentados y la preparación de ataques terroristas.
Aunque formalmente era el número 2 en el departamento político de Hamás, subalterno de Ismail Haniyeh, en realidad era ante todo un operador militar, abocado enteramente a la preparación de atentados y arenas de enfrentamiento frente a Israel.
Su principal interés era promover terrorismo contra Israel desde Cisjordania, intentando también azuzar a los árabes ciudadanos de Israel a cometer atentados. Se le puede considerar el Yehia Sinwar (jefe de Hamás en Gaza) en Cisjordania, aunque orquestaba el terrorismo desde el exterior.
El Arouri era la figura de Hamás más cercana a la organización chiita proiraní Hezbolá y por ende también a las Guardias Revolucionarias de Irán. No es de sorprender por ello que estuviera instalado nada menos que en la Dahia, el barrio chiita de Beirut, como huésped y al mismo tiempo socio de Nasrallah, el jefe de Hezbolá.
Dando por sentado que en efecto la eliminación de El Arouri fue obra de Israel, cabe recordar que ello no sorprende en absoluto. No sólo por el papel que jugaba este jefe de Hamás en el terrorismo, sino por los mensajes transmitidos al respecto en diversas oportunidades tanto por el primer ministro Benjamín Netanyahu como por su ministro de Defensa Yoav Gallant y hasta el jefe del servicio de Seguridad Shin Bet Ronen Bar.
Algunos de esos mensajes, en términos generales, iban en la dirección de la importancia de eliminar a la comandancia de Hamás, incluyendo aquellas figuras que están en el exterior.
En otros, de forma más concreta, se prometía que todos los responsables de la masacre del 7 de octubre pagarían por sus crímenes.
Y es indudable que El Arouri había sido uno de los artífices de la masacre. En una entrevista televisiva a un canal libanés había prácticamente anunciado el ataque, sin dar fechas, asegurando que «se acerca un momento clave en la lucha contra el enemigo, que tendrá derivaciones dramáticas en toda la región».
Israel ha eliminado a otras figuras importantes del brazo armado de Hamás y de distintas esferas de acción de la organización que influían en su capacidad de lanzar atentados. Pero El Arouri es el de más alto rango alcanzado desde el 7 de octubre y el primero eliminado fuera de la franja de Gaza.
Años atrás fueron varios los jefes de Hamás y su brazo armado eliminados por Israel: su fundador el Shej Ahmed Yassin, Abd el-Aziz Rantisi, el jefe militar Ahmed Yaabari, el «ingeniero» Yehia Ayyash especializado en la preparación de los explosivos para los atentados suicidas y varios más.
Venganza y ataque
Israel sabe de antemano que la eliminación de una figura central incentiva a la organización afectada a tratar de vengarse y atacar.
En este caso, no parecería que se pueda esperar algo cualitativamente muy distinto de parte de Hamás, que ya ahora lanza cohetes hacia Israel, sino más que nada de parte de Hezbolá. Nasrallah ya había dicho explícitamente que, si Israel asesina a una figura palestina, libanesa, iraní o de otro lado en territorio libanés, pagará por ello.
¿Para qué entonces realizar estos operativos si no sólo se sabe que con ellos no se termina el terrorismo, sino que pueden surgir otras complicaciones?
El asestar un duro golpe a la comandancia es un mensaje de determinación de parte de Israel. Cuando se trata de alguien como El Arouri que jugaba un rol tan preponderante en la preparación de atentados, el efecto de su eliminación puede ser muy práctico, alterando los planes de Hamás coordinados por él.
También puede transmitir una sensación de inseguridad a los jefes, lo cual puede incidir en su capacidad de abocarse plenamente a la organización de ataques contra Israel.
Pero, sobre todo, deja en claro que quienes dedican su vida a asesinar israelíes deben saber que para Israel tendrán los días contados. El ministro de Defensa Gallant se refirió a ello específicamente al responder a una pregunta concreta sobre El Arouri: «Si atacamos Beirut, será porque cruzó las líneas rojas».
En cuanto al momento elegido, un día antes del tercer aniversario de la eliminación en Irak por parte de Estados Unidos de Qassem Soleimany, jefe de la fuerza Al Quds de Irán, no necesariamente es intencionado. Los simbolismos siempre tienen su importancia, pero en este tipo de operativos, más que nada, lo determinante es la información de inteligencia y la oportunidad.