Para no salir de la agenda y responder críticas, Martín Guzmán monta su propio “think tank”

Todavía faltan detalles, como el alquiler de oficinas y el nombre que, según supo este diario, se mantiene en reserva. Pero en silencio, y sin volver todavía al debate público -una condición que se autoimpuso para no reavivar los enojos que suscitó con su intempestiva renuncia de principios de julio, que sorprendió a la cúpula entera de la coalición de gobierno-, Martín Guzmán se prepara para lanzar en el cortísimo plazo su propio think tank. Una manera de no salir de la agenda y tener una plataforma desde donde defenderse.

En el Gobierno, al ex ministro de Economía todavía se lo considera«persona no grata». Su salida, promocionada a través de las redes sociales en la tarde del sábado 2 de julio mientras Alberto Fernández terminaba de almorzar en la chacra del empresario Fabián De Sousa, provocó un terremoto político de tal escala que el Presidente no tuvo otra alternativa que sentarse a negociar con Cristina Kirchner y autorizar, un mes después, el desembarco de Sergio Massa como el nuevo hombre fuerte del gobierno

Mientras Guzmán monta su centro de políticas públicas, una iniciativa rodeada en los últimos días por trascendidos vinculados a los potenciales inversores, el ex presidente de la Cámara baja se abocó desde su llegada al Palacio de Hacienda a la búsqueda contrarreloj de dólares para tratar de reforzar las escasísimas reservas del Banco Central, y profundizar el ajuste del déficit, una hoja de ruta fijada por su antecesor y el board del Fondo Monetario que Massa pretende seguir al pie de la letra pero con el silencio complaciente de Cristina Kirchner, el kirchnerismo y La Cámpora.

La semana entrante, por caso, los equipos técnicos de Massa se reunirán con sus pares del campo para tratar de avanzar en un esquema de liquidación que, por ahora, no tuvo mayores novedades. Aún resta, además, la definición en torno a la novela por el nombramiento del viceministro de Economía. 

Enojos con el ex ministro

En ese sentido, en el Gobierno, en particular en el universo massista, todavía brotan ciertos enojos por la gestión Guzmán, a pesar de que el propio Presidente lo reivindicó hasta el final. Incluso, volvió a hacerlo en la semana: «El tiempo me dio la razón, la economía se podía recuperar», dijo desde Chaco.

«No se explica cómo Guzmán no pudo administrar un superávit comercial récord», aseguraron fastidiados este domingo desde la Aduana, uno de los organismos enfocados en la titánica tarea de la obtención de divisas a través de la estrategia de «percepción de riesgo» que implica la revisión de importaciones trianguladas de más de 700 empresas.

Según resaltaron fuentes del mercado, el ex ministro sigue «muy activo», con conversaciones habituales que incluyen además a funcionarios del gobierno y que pasan bajo el radar de la vida pública de la gestión. 

El ex funcionario, dicen, tuvo decenas de propuestas laborales. Pero está enfocado en la conformación de su fundación «con el mismo equipo con el que trabajaba en el ministerio», según le confió Antonio Aracre al diario La Nación después de que el CEO de Syngenta ventilara en su Twitter una reunión con el ex ministro. 

En las últimas semanas, Guzmán pasó por las oficinas de Fundar, una organización dedicada al «diseño de políticas públicas» fundada a fines del 2019 por Sebastián Ceria, un matemático que divide sus días entre el país y los Estados Unidos y que compartió tiempo con el ex ministro de Economía en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Ese encuentro dio pie a una serie de rumores que dieron cuenta de que Guzmán podía empezar a colaborar con Open Society, otra fundación pero de George Soros, que propicia el desarrollo de diversas investigaciones. No es, según trascendió, exactamente así. Aunque según pudo saber Clarín, el magnate sí podría colaborar con el centro de políticas públicas que prevé lanzar próximamente el ex funcionario.

Por ahora, todo en estricto perfil bajo. Guzmán no quiere echar más leña al fuego que significó su salida, a pesar de que, con no demasiada ironía, resalta en privado que su renuncia contribuyó a que Fernández y Cristina Kirchner volvieran a hablar. El ex ministro vive como una reivindicación el apoyo repentino del kirchnerismo al plan de Massa.