varizat

Río Gallegos
El todavía presidente de la Caja de Previsión Social, Ariel Ivovich se encuentra detenido en la Comisaría de Chimen Aike, luego de haber protagonizado un violento y escandaloso incidente que ayer recibió el repudio masivo. (ver nota)
Se trató de un hecho de violencia que muestra además una reacción que trae recuerdos del pasado e incluso evidencia una manera de actuar recurrente, con mayor o menor vehemencia: la prepotencia de quien ostenta el poder.
Lo ocurrido en la tarde noche del martes 16 de mayo, tiene una enorme similitud con otro que tuvo lugar hace casi exactamente diez años atrás, el 18 de agosto de 2007, protagonizado por el entonces Ministro de gobierno Daniel Varizat.
El escenario de hace una década es casi un calco: crisis y conflicto en toda la provincia, manifestaciones masivas ( la administración pública paralizada, sin clases y con un defasaje financiero que devino en el paso al costado del entonces gobernador).
Todo igual, incluso la “carpa”, aunque en ese momento estaba frente a la Casa de Gobierno, y ahora en la Caja de Previsión Social.
El agresor de aquel incidente, iba a bordo de una camioneta y no se detuvo frente a un grupo de docentes que lo increpaban, por ser parte del gobierno que no daba ninguna respuesta. El agresor de este nuevo episodio, el titular de la CPS, que ya había protagonizado otros duros y violentos episodios con los jubilados y que el martes por la tarde llegó al extremo de la agresión física.
Hace diez, años, el incidente que protagonizó Varizat fue la ante sala de la partida de Carlos Sancho del Ejecutivo, ante una situación inmanejable. En esa oportunidad, el funcionario fue detenido y llevado ( casi por protección) a la Escuela de Policía donde permaneció las primeras semanas, y hasta que se calmaran las aguas.
En este nuevo hecho – de un gobierno del mismo color político y con idénticos problemas – Ivovich fue llevado a una Comisaría alejada. Mientras esto ocurre, el gobierno de Alicia Kirchner no se pronuncia. Al menos hasta las últimas horas de ayer el funcionario seguía en su cargo, pese a los constantes pedidos para que sea apartado.
Seguramente este nuevo hecho – como el que explotó el enojo popular hace una década – tenga repercusiones políticas. De todos modos, mas allá del análisis de sus implicancias en la crisis provincial, y en el escenario de conflicto crónico que vivimos en Santa Cruz, expone un hecho concreto: “Santa Cruz es una olla a presión”. Hace diez años fueron cambios y “pasos al costado”, habrá que ver cual será la válvula de escape que abra el gobierno.