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Caleta Olivia
Un museo del petróleo abandonado y devastado por el paso del tiempo y la desidia, tal vez esa sea la mejor metáfora del presente de la industria que supo ser fundadora de pueblos, generadora de desarrollo y activa propulsora innovaciones.
Solo hace décadas atrás, el 13 de diciembre era la fecha de las grandes fiestas, de la reafirmación de una identidad común en las localidades del golfo San Jorge y principalmente de la zona norte de Santa Cruz. la actualidad nos muestra otra cosa. Los años que viene nos confirmarán si el 2017 fue el peor año de la década en cuanto a la actividad petrolera se refiera; al menos en los yacimientos santacruceños.
Cientos – tal vez miles – de despidos de trabajadores, un cambio en el paradigma de la explotación, el mercado internacional y sus precios fluctuantes; alta conflictividad gremial y desinterés empresarial; así se podría describir el año que termina para el sector que una vez era sinónimo de bonanza económica y social.

Presente
Este año la producción de petróleo y gas en Argentina continuó en baja durante todo el año. La tendencia se dio al ritmo de los precios internacionales del crudo y las políticas energéticas. Así el año termina con niveles similares al de 2016, que fue el peor en 25 años y estuvo apenas por encima de 1981.
Según datos conocidos a mediados de año Argentina produce casi tanto petróleo como hace 36 años, a un nivel que está un 40% por abajo del récord, que ocurrió en 1998.
En septiembre, durante la Exposición Argentina Oil & Gas, las empresas del sector expresaron su preocupación: la necesidad de “un precio sostén en todas las áreas, para hacer rentables las operaciones y no tener que retirarse de zonas potencialmente muy conflictivas en materia de empleo, como es el Golfo San Jorge (en el norte de Santa Cruz y el sur de Chubut) o incluso en los pozos convencionales de Neuquén.
Este fue un año de marchas y contra marchas, de firmas de acuerdos para sustentabilidad de empleos, de firmas adendas y de pedidos de compromisos a los gobiernos provinciales. Incluso en Santa Cruz se elaboró y se votó una ley para defender el recurso y los empleos. Nada de esto alcanzó. Hay que entender que en una industria de la magnitud de la hidrocarburífera, el “mercado manda”.
Habrá que ver que ocurre en el futuro cercano, en el corto plazo. Hay que recordar que el Gobierno dejará sin efecto a partir del próximo 1 de enero el Registro de Operaciones de Importación de Petróleo Crudo y sus Derivados, creado en marzo pasado para controlar y regular las compras que las empresas del sector realizan en el exterior.
La medida se vincula con la liberación plena que regirá desde 2018 en los precios de los combustibles. El impacto, que tendrá esta medida es tan incierto como aventurar lo que ocurrirá con las inversiones prometidas.

Nostalgia y realidad
En Cañadón Seco – el escenario del descubrimiento del petróleo en Santa Cruz – aun se mantiene en píe la vieja salita de guardia que instaló YPF allá por la década del 50. En Caleta Olivia los barrios de YPF (el viejo y el nuevo que ya es “viejo”) junto al edificio del Hospital de YPF ( actual Meprisa) la iglesia Cristo Obrero y el parque con una fuente de agua incluida, con imágenes incrustadas en el pasado que ya fue. Así como fueron construidas entre el 50 y fines de los 70 del siglo pasado, así esta todo. Estos verdaderos “monumentos” de una identidad regional, se contraponen con un presente, en donde la industria apenas si deja “sueldos”.
En definitiva, la nuestra zona tiene los hidrocarburos y la mano de obra que dependa de su extracción. Es decir, que a mas de un siglo del descubrimiento podemos decir que apenas somos una región “con petróleo”, que nunca se consolidó como “petrolera”.

El escenario productivo
Según datos del último semestre, en la cuenca del golfo San Jorge, se genera cerca del 30 por ciento de la producción total del país.
En esta cuenca hay yacimientos maduros y de producción declinante, pero con aplicaciones de tecnologías de recuperación secundaria, conocimientos de fuerza laboral especializada y capital intensivo, mantiene niveles de producción aceptables desde hace más de 100 años y solo confinada a la extracción por decisiones extra-territorio.
La producción petrolera anual total es de 57 millones de barriles. Hay reservas comprobadas de 18,3 años. La exportación es de más del 20 por ciento de la producción. La caída del nivel de producción viene asociada a un conjunto de factores que determinan un margen menos rentable en la explotación y la exploración de nuevos pozos. Las empresas ante altos costos operativos decidieron esperar hasta que las condiciones vuelvan a ser favorables.