A veces, menos es más. Decenas de toneladas de alimentos que no pueden ser vendidos por los fabricantes o comercios minoristas comienzan a llegar a las familias más necesitadas. Amparados por ONGs del rubro, nuevas legislaciones y presiones globales, las cadenas entregarán más alimentos que nunca este año. Las cifras del problema son alarmantes. Según la FAO, la agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, en 2016, se produjo dos veces más alimentos que los que los 7.000 millones de habitantes del planeta precisan para vivir. Por otro lado, según su último informe sobre Seguridad Alimentaria, 1.300 millones de toneladas de alimentos (un tercio de la producción global total) se desperdician por año, mientras que 815 millones de personas padecen malnutrición en el mundo.

Para el caso de la Argentina, según la Red Argentina de Bancos de Alimentos (REDBdA), 16 millones de toneladas de alimentos son desechadas anualmente (es decir, la pérdida del 12,5% de los alimentos producidos) y 1 de cada 5 niños sufre algún grado de inseguridad alimentaria. Estas cifras, han generado preocupación en las asociaciones civiles y las distintas organizaciones que movilizan e incentivan a las empresas a contribuir para disminuir la problemática. Un caso ejemplar es el trabajo realizado por los Bancos de Alimentos (BdA), que crean programas y alianzas con organizaciones empresariales para realizar proyectos.

Donar

“Nuestra trayectoria exitosa hizo que muchas empresas decidieran confiar en nosotros y donar sus productos”, dice a El Cronista Natascha Hinsch, directora Ejecutiva de REDBdA. Solo en 2016 se distribuyeron casi nueve millones de kilogramos de alimentos entre 2.100 entidades beneficiarias, colaborando con la alimentación de 304.000 personas, 70% de ellos niños. La cifra este año sería aún mayor.

Al margen de la buena voluntad, la red trabaja en un proyecto para flexibilizar las donaciones. Es que tanto productores, distribuidores como vendedores tienen reticencia a entregar alimentos para evitar riesgos legales. El proyecto busca reincorporar el artículo 9 de la Ley 25.989, que rige para la donación de alimentos. Este “deslinda de responsabilidad a los donantes por los daños y perjuicios que pudieran producirse” bajo ciertas condiciones y contando los alimentos con controles “bromatológicos estipulados por el Código Alimentario”, según define Hinsch. Para la directora, así las firmas se sentirán “resguardadas y se animarán a donar más”.

También se proponen “incentivos fiscales” para quienes donen alimentos, acciones de difusión de la temática y la posibilidad de contar con “una doble rotulación de los alimentos”, común en países europeos, que extiende el plazo de vigencia del producto para poder ser donado.

La crisis de principios de ciclo motivó la apertura de los bancos de alimentos. Hoy, hay unos 16 en todo el país y sus principales donantes, en cantidades, son Arcor, Unilever, Mondelez, Walmart, Jumbo, Disco, Danone y Ledesma. Los motivos que impulsan la donación son muchos y se dan en toda la cadena minorista. “Problema de packaging, corta fecha de vencimiento, estacionalidad y poco éxito en el mercado son los más importantes, aunque no los únicos”, dice la titular de la red. Con un rígido protocolo, los bancos reciben los productos, los almacenan, los clasifican con la ayuda de miles de voluntarios, y los distribuyen entre organizaciones comunitarias, garantizando la trazabilidad.

Las campañas

Fabricantes, distribuidores y retailers también tienen sus propias iniciativas. Mondelez y Adecoagro, por ejemplo, tienen desde 2009 un plan para el rescate de frutas y verduras en centros de almacenamiento y zonas de producción. Por otro lado, entre otras alianzas y proyectos, se encuentra la de Kellogg’s, que contribuye al “Programa Desayunos para mejores días”, a través del cual se entregan desayunos saludables a niños y niñas que asisten a las entidades beneficiarias de los BdA. Gracias a éste, se logró instalar “el consumo de frutas entre los niños y mejorar el aporte de nutrientes que reciben en el desayuno”, según refieren desde la organización.

En tanto, Tetra Pak realiza “Buena leche, Buena vida”, una campaña que tiene como objetivo “contribuir con la nutrición infantil en la Argentina a través de la recaudación de leche larga vida para los comedores de los Bancos de Alimentos del país”, según dice a El Cronista Estela Reale, directora de Comunicaciones para América latina de la marca. Cada litro donado se sumó a los 10.000 litros que la compañía aportó y recolectaron un total de más de 35 mil litros de leche.

Uno de los últimos casos es la propuesta de la empresa automotriz Ford y su mes de voluntariado. Durante todo octubre, los voluntarios de la compañía, en conjunto con miembros de la comunidad y organizaciones sin fines de lucro, participaron en actividades vinculadas al bienestar de la comunidad. Entre ellas, se incluyó la construcción de hogares para personas de escasos recursos, la lectura de cuentos a niños y el desarrollo de actividades deportivas, así como la clasificación y el embalado de alimentos y productos donados a la Fundación Banco de Alimentos, con el propósito de luego distribuirlos a instituciones sociales y comedores.

Dos por uno

Por el Día Internacional del Sandwich, el 3 de noviembre, Subway lanzó ‘Live Feed’, acción global contra el hambre. Comprando un sándwich, los clientes obtenían otro gratis para distribuir a una persona sin recursos. La iniciativa alimentó a 13,3 millones de personas en el mundo. La Argentina recibió más de 24.000 raciones.

Educar al consumidor

En 2016, Unilever, Carrefour, la FAO y el Ministerio de Agroindustria lanzaron la campaña #NoTiresComida, para concientizar sobre los hábitos de los consumidores y ya llegó a 8 millones de personas. La cadena minorista francesa se comprometió a 2015 a reducir 50% el desperdicio de alimentos, en comparación con 2016.