El laboratorio espacial chino Tiangong-1 entró en la atmósfera terrestre en la madrugada de hoy y se desintegró casi por completo cuando sobrevolaba el centro de Pacífico Sur, lejos de cualquier área habitada, con lo que no causó los daños que se temían.
Tiangong-1 (“Palacio Celestial” en mandarín) entró en la atmósfera a las 00.15 GMT (21.15 del domingo en la Argentina) y trazó en su “caída” una ruta noreste-suroeste en la que seguramente sobrevoló zonas pobladas de Argentina y Chile, apuntó la agencia española de noticias EFE.
De acuerdo con la Oficina de Viajes Espaciales Tripulados de China, la mayor parte de su estructura se destruyó durante el proceso de entrada en la atmósfera por la fricción a alta velocidad, aunque algún resto pudo caer sobre las aguas del océano Pacífico.
Según los expertos, este tipo de chatarra espacial comienza a quemarse a 100 kilómetros de altura sobre el planeta (primero piezas más pequeñas tales como antenas o paneles solares) y el principal cuerpo de su estructura lo hace a unos 80 kilómetros.
Tiangong-1 dejó de estar operativa el 16 de marzo de 2016 y orbitaba sin control alrededor de la Tierra.
El Ministerio de Relaciones Exteriores chino señaló por su parte en su rueda de prensa diaria que no tenían constancia de que la operación de reingreso hubiera causado daños.
La caída de la nave Tiangong-1 había generado cierta incertidumbre cuando instituciones como la Agencia Espacial Europea advirtieron de su estado sin control y calcularon una amplia zona de posible impacto entre los paralelos 43 norte y 43 sur.
El Tiangong-1, primer paso dado por China de cara a una futura estación espacial, había sido puesto en órbita desde el centro de lanzamiento de Jiuquan (noroeste del país) el 29 de septiembre de 2011 y funcionó cuatro años y medio, 30 meses más de lo previsto.
Con 8,5 toneladas de peso y 10,4 metros de longitud, el Tiangong-1 estaba compuesto de dos estructuras cilíndricas de 3,3 metros de diámetro en su parte más amplia, acompañadas de dos paneles solares de tres por siete metros de superficie, todo ello puesto en órbita por cohetes propulsores Larga Marcha-2FT1.
China lanzó en septiembre de 2016 otro laboratorio orbital, el Tiangong-2 y tiene previsto proseguir esta carrera espacial con la puesta en órbita en la próxima década de su primera estación en el cosmos, aún no bautizada y que espera construir entre 2019 y 2022.