ego

Caleta Olivia
Actual aunque también históricamente, el ser humano posee una lucha interna irremediablemente diría yo, catastrófica, que tiene que ver con el título del presente artículo y si bien cierto es que el psicoanálisis, antecedido ya por las religiones, abordaron el tema innumerables veces, también he de afirmar que, ha sido motivo de incontables desvelos míos jajajjaja. Motivo sobrado para que hoy me disponga a abordarlo…
En realidad son términos que se confunden habitualmente más de lo que se podría percibir a simple reflexión, pero si nos detenemos, podemos admitir que es una” incógnita” con la cual convivimos a diario, desde que aterrizamos en, por lo menos, ésta existencia nuestra presente.
Entonces las palabras ego, amor propio, autoestima, ello, y muchas otras, en el remolino de auto análisis o intento de auto conocimiento humano, para mí, tienen mucho que ver con la designada “subjetividad”.
Ésta última define la construcción de mi apreciación propia, pero basada en la que me devuelve, la de quienes me rodean.
Así entonces yo formo una apreciación de mí mismo en cuanto al “valor” que los demás me otorgan, según su apreciación hacia mí. Y para que el tema quede más claro, creo pertinente dar ejemplos que ahí van: “un niño judío en su casa paterna antes del nacimiento del nazismo” vs.” El hijo de aquél niño en un gueto nazi” –seguramente la construcción del amor propio, entre uno y otro, no correría igual suerte, tal como sus vidas.

Construcción
Ésta, digo, la construcción del amor propio, tanto de uno y otro niño serian en base a la subjetividad desarrollada; las cuales, en el primer caso, posiblemente, si fue valorado y amado, debiera de ser, un ser, con un desarrollo del autoestima normal o alta; lo que en el segundo, en cambio, debiera ser, una autoestima de esas que cualquiera nombraría como “por el piso” y todo de acuerdo al valor recibido, por la subjetividad creada y su efecto en cada caso individual.
De igual modo ocurriría con un adulto, no tan sociable, simpático o perfecto de acuerdo a los estándares ideales de determinada época social según cual fueren; un enfermo de HIV ejerciendo docencia o medicina, o muchas otras veces lo contrario como una mujer u hombre joven con un estándar de belleza ideal en un grupo de otros no considerados “bellos”; un joven gay en una sociedad machista vs. un hétero, una mujer africana infibulada en una ciudad liberal como Nueva York o alguna europea vanguardista y por supuesto la lista podría no tener fin alguno, en caso de que así lo deseáramos.
Ahora bien, subjetividad, también tiene que ver con la apreciación que cada individuo particularmente único tenga de las “cosas”, así por ejemplo mientras La Venus de Milo puede, para unos ser sinónimo de belleza, para otros por el contrario, una abominación por estar mutilada.
Queda planteada de tal manera, la idea de subjetividad…Volvemos entonces, ya aclarados los significados de los conceptos, al tema del título. Si nos detenemos en el anterior análisis, nos aparece supeditada la idea de autoestima en relación al valor otorgado por la sociedad que nos rodea constantemente.
En otras palabras la construcción de nosotros en base a un “ego” se presenta implacable.
Pero… Qué ocurre si el individuo logra llegar a una elevación espiritual tal, en la cual deje morir o por lo menos se esmere al menos por desaparecer lo más posible ese “ego” que nos engaña…
El ego, eso que nos hace sentir que “somos” o “valemos” si otros nos aplauden o admiran; eso que tiene que ver con las competencias y el destacar; y que a cada,” ganar”, se infla.
En cambio el amor propio o autoestima es aquello que prescinde del destaque, que prescinde de la aprobación ajena. Un ser con autoestima es el que se valora a sí mismo, porque está absolutamente seguro y complacido, con sí mismo, a un nivel tal, en el cual, no necesita el reconocimiento de los otros para ser o existir, amarse o autocomplacerse, en consonancia con sus ideales.

Ideales
Entonces… como un espejo, todo confluye en los ideales que tenemos o los valores de nuestra propia vara .Es decir, si mis valores se basan en el poder y yo no soy poderoso…. Si mis valores se basan en el dinero y admiro a otros por eso y yo no lo poseo… Si mis valores se basan en las formas ideales estandarizadas y yo no las poseo… o si mis valores se basan en la educación y el respeto o la humildad o la intelectualidad o la espiritualidad o la integridad humana…
Así mis propios valores son o bien, se convierten irremediable y consecuentemente en la vara con la cual, voy a medir y me podré reflejar, finalmente, a mí mismo.
Entonces, digo, quizás debamos afirmar nuestros valores espirituales o por lo menos revisarlos, si en lo que estamos es… en la búsqueda de la autoestima o de la tan mentada felicidad.
Verdaderamente es lo más natural y a la vez menos complicado…

quilis

Natalia Quilis es docente en Lengua y Literatura.