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Caleta Olivia
A menudo, por no decir a diario, recorro al igual que vos, muchas caras, caretas, rostros…Me levanto, desayuno con un mate y la mayor parte de los días de la semana salgo temprano al colegio.
Comienzo mi día saludando gente, algunos colegas de labor y otros, alumnos, quienes también, son colegas de labor porque ellos están cumpliendo con las tareas que les son asignadas pertinentemente para su edad y que es la de estudiar.
Por lo que reitero, encuentro una amplia variedad de caras, caretas y rostros. Al decir rostros me refiero a diferentes personas, al decir caras, a gestos diferentes, según estados anímicos y al referirme a caretas, por supuesto a rostros que simulan…
Entonces mi sensibilidad se dispara, al igual que mi imaginación y capacidad de interpretación, -yo soy una persona que sabe interpretar muy bien las energías… Aunque soy consciente de que es el producto de un ejercicio que practiqué toda mi vida y no un mero don; sin embargo sí creo en los dones, pero pienso también, que se deben trabajar para desarrollar… –
Igualmente considero que éste tema de lectura energética, la tenemos todos, solo que no todos la cultivamos; no sé si por desconocimiento o falta de interés.
Pues bien, creo que me estoy yendo un poco por las ramas; entonces, la cuestión aquí, es el hecho de que, ver la vida bonita, es en sí, un arte. Como toda la gente he sufrido y considero que el resto también, pero el reponerse a las caídas es algo que tiene que ver con el “como interpretamos la vida” y sobre todo como nos reponemos ante las pérdidas, fueran éstas del índole que fueren.

Caras
En realidad como explicaba más arriba, a diario, uno ve diferentes caras y caretas en los rostros ajenos, lo que, si nos detenemos a observar, nos permite interpretar el interior de su portador, si así lo deseamos.
Me sucede que cuando me detengo, ya sin ver solo rostros, sino que observando gestos, puedo encontrarme con gente con los más diversos estados de ánimo; así “leo” caras: devastadas, desilusionadas, cansadas, apáticas con lo que le rodea, lastimadas, enojadas, enfurecidas, fingiendo; pero también por otra parte; rostros que transmiten: paz, amor, relajación, aceptación, sabiduría, amor, compasión, entre otros. Y los menos, que también los hay de optimismo, alegría, agradecimiento, pasión y como quien dice, ganas de vivir la vida.
Así asiento, tal como lo afirma el refrán, “Hay de todo, en la viña del Señor”…
Hoy en un aula, mis alumnos daban clase en grupo y una de las “maestras-alumnas”, quien por cierto y no es casualidad, es dibujante (artista de fino arte), nos regaló, sorprendentemente a todos, una ráfaga de esa alegría espontánea, que lamentablemente escasea.
La alegre estudiante en su rol docente, puso música, trajo una sopa de letras y casi finalizando la clase, llegó hasta mí, que estaba en el ultimo banco observando la clase y expresó con gran entusiasmo desbordante e inocencia, saltando y medio bailando en medio del aula, sin importarle nada: “¡ Me encantó la clase seño, todos trabajaron!” ;pocas palabras para tan alta expresión de alegría, que nos contagió a todas y nos robó una, no diría sonrisa, porque queda corto, ni carcajada porque queda burdo, creo que la palabra es risa, risa sí, con amor y contagio de entusiasmo, acompañada de asombro ante la inocencia, a todas las “sentadas atrás”.

Epocas
Entonces me encontré reflejada… Recuerdo que en muy malas épocas de mi vida, había alguien que cada vez que me veía, me preguntaba si yo siempre estaba contenta, sin darse cuenta que yo, no siempre estaba contenta, sino que, a pesar de todo el caos de mi existencia, verle, me alegraba el alma, me llenaba de amor y de alegría, de esperanzas y de sueños; era tanto el sentimiento de plenitud que no me dejaba estar seria, ni podía disimular mi gozo.
Entonces, lejos de querer llenar el momento de quejas vanas yo disfrutaba el único momento de descanso, de amor, de refugio y de alegría, que el estar con esa persona, me proporcionaba y que posiblemente era la única en el mes o semana, ya que todo dependía del “tiempo” compartido, a pesar de todo, yo volcaba en ese momento mi mayor capacidad de dulzura y me disponía a disfrutarlo, sin pensar si se repetiría o no, o lo que rodeaba la situación o no, o todo lo que pudiera arruinarlo.
Cualquiera diría que yo en ese momento fingía (que llevaba una careta), sin embargo, creo que era el único momento en el cual, yo estaba por elección, gusto, amor y no por obligación. Era de esos momentos en los que uno se siente que vuela. Entonces… ¿por qué habría de arruinarlo queriendo estar seria o quejándome de mi suerte?

Alumna
Hoy al ver a mi sorpresiva alumna disfrutando, satisfecha y tan espontánea; me transporté, irremediablemente a esos momentos de los cuales siempre me voy a sentir agradecida, porque en ella vi su naturaleza, en ese instante, vi la satisfacción frente a mí y de repente y me di cuenta de que el problema que tenemos, es el de no dejarnos o no animarnos a expresar lo que nos satisface. Ya sea por miedo, por creer que debemos parecer serios o coherentes, por no permitirnos invadir por la locura, por el terror a ilusionarnos y caernos, a expresar los sentimientos, exponiéndonos al posible ridículo; no lo sé… Solo sé, que frustramos la capacidad de expresar alegría, o de otorgarle el valor que merecen los pequeños gestos o momentos que por sencillos no dejan de ser” tesoros” al alcance de la mano y que caminamos con caretas, que nos refugiamos en la dureza; que tenemos miedo a equivocarnos…
Como si llegáramos perfectos a ésta existencia. Cuando en realidad, creer eso, es la verdadera equivocación.
Cuando en realidad solo debiéramos comprender que ver la vida bonita, es un arte y que el arte es creación bella y que la belleza es para ser disfrutada y expresada; mas nunca es, una equivocación por sencilla que parezca.