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Caleta Olivia
En coincidencia con el Día del Canillita, que mucho tuvo que ver con esto, el 7 de noviembre se celebra el día del Periodista Deportivo.
Día del periodista deportivo. Muy pocos saben a qué se debe la elección de esta fecha, y por qué los comunicadores que se dedican a los deportes tienen una fecha especial, teniendo en cuenta que el 7 de junio es el “Día del periodista”.
También hoy es el “Día del Canillita”, e indirectamente, esta celebración de los vendedores de diarios, influyó en que se festeje el día del periodista deportivo.

Origen
El origen de este día se encuentra en el año 1938 siendo establecido por el Primer Congreso Nacional de Periodistas en Buenos Aires para conmemorar el trabajo de tantos periodistas deportivos que día a día nos informan.
Una reunión en el Círculo de Periodistas Deportivos de Capital Federal, en el día que se festejaba el Día del Canillita, fue la que fijó esta fecha como la del día del periodista deportivo. No hay ninguna reminiscencia histórica especial ni nada por el estilo. Esta fecha surgió por casualidad, y fue ganando adherentes año tras año.
Cabe destacar que el 2 de junio, es el “Día Internacional del Periodista Deportivo”, porque en esa fecha se creó la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva, que se fundó para los Juegos Olímpicos de 1924, pero en Argentina, los periodistas deportivos tienen una fecha propia.
El 7 de noviembre se celebra en la Argentina el Día del periodista deportivo. Pese a que el 7 de junio se festeja el día de la profesión en sí misma, los comunicadores sociales abocados al deporte presentan su propio festejo.

“Canillita”
La fecha está relacionada con el Día del Canillita, denominación que recibía el repartidor de diarios.
En ocasiones, también se puede considerar de este modo a los puestos callejeros fijos.
Esta fecha se celebra por el aniversario del fallecimiento de Florencio Sánchez, el escritor del libro homónimo.
En la historia el “Canillita” se trataba de un adolescente que salía a vender y repartir diarios para mantener a sus padres.
El joven usaba los mismos pantalones de su niñez, por lo que al crecer, le quedaron más cortos y se le dejaban ver las “canillitas”, las piernas.
El Día del Canillita comenzó a festejarse el 7 de noviembre de 1947.

Oficio
La primera vez que en Argentina se escuchó vocear a un canillita fue el 1° de enero de 1898: “Compre La República”, “La República, a medio peso”, gritaban, para asombro de los transeúntes. El diario, que había aparecido ese día en Rosario, fue fundado por Lisandro De la Torre, quien acababa de distanciarse de la Unión Cívica Radical (UCR).
De la Torre le confió la dirección del diario a Manuel Bilbao, quien ideó esa forma de venta directa. Hasta entonces, los periódicos se repartían por suscripción a través del correo, lo que llevaba a leerlos con atraso, a menos que se los buscara en la imprenta.
A Bilbao se le ocurrió que la venta ambulante sería un buen negocio para la empresa -el chico cobraba menos que el correo- y para el lector: recibiría el diario en el acto y más barato.
Tan grande fue el éxito, que la competencia copió el sistema de inmediato. Así, surgió un nuevo oficio, conformado por cientos de niños y jóvenes que se ofrecían a vocear los títulos en la calle para vender la noticia fresca, con tal de arrimar unos centavos al hogar.
Para acortar el recorrido y llegar antes, los chicos viajaban colgados de la parte trasera de los tranvías: trepándose, llegaban rápido al centro, donde a la salida del teatro y del cabaret las ventas se multiplicaban.
Con el tiempo, aparecieron los primeros puestos callejeros fijos, cuya posta fue preciso disputar a golpes o pagando el favor policial, hasta que en la época de Juan Domingo Perón comenzaron a sindicalizarse.
Perseguido en Uruguay por sus ideas políticas -era anarquista-, el escritor Florencio Sánchez se radicó en Rosario, donde en 1902 asumió como secretario de redacción de La República, donde duró poco, ya que cuando los trabajadores del diario entraron en huelga, él adhirió también.
Posteriormente fundó junto a otros colegas el periódico La Época y escribió una nueva obra teatral llamada “La Gente Honesta”, donde se burlaba de un personaje del gobierno local.
Bautizó “canillitas” a los niños que vendían los diarios en las calles por sus piernitas flacas, pero también, porque en invierno los veía con las narices chorreando como una canilla.