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Buenos Aires
A partir del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hasta el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, la campaña 16 Días de activismo contra la violencia de género es un momento en el que impulsar acciones para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas en todo el mundo.
La campaña internacional se originó desde el Women’s Global Leadership Institute con la coordinación del Center for Women’s Global Leadership en 1991.
Desde hace demasiado tiempo, la impunidad, el silencio y el estigma han permitido que la violencia contra las mujeres aumente hasta alcanzar proporciones de pandemia: una de cada tres mujeres en todo el mundo sufre violencia de género.

Protagonismo
En los últimos años, las voces de sobrevivientes y activistas han ido ganando un protagonismo que ya no puede seguir siendo ignorado. Las y los activistas entienden que si bien los nombres y los contextos pueden variar en función de los distintos lugares geográficos, las mujeres y las niñas de todo el mundo sufren maltratos generalizados y sus historias deben salir a la luz.
Por eso el tema de activismo mundial de la campaña de este año es: Pinta el mundo de naranja: #EscúchameTambién

Violencia
La violencia contra las mujeres es una violación de derechos humanos, y un problema de salud pública que afecta a todos los niveles de la sociedad en todas las partes del mundo. Desde niñas hasta mujeres mayores, una de cada tres mujeres es golpeada, forzada a tener relaciones sexuales, o abusada de otra manera en su vida. Estudios de la OMS muestran que la violencia por parte de una pareja íntima es la forma más común de violencia contra mujeres en el mundo.
La violencia contra las mujeres causa consecuencias graves para la salud y el bienestar de las mujeres. Estudios han documentado una asociación entre violencia contra las mujeres y una serie de problemas de salud física y mental. Algunos comportamientos de alto riesgo son más frecuente entre las víctimas de violencia de pareja y violencia sexual.
El sistema de salud puede desempeñar un papel vital en responder y prevenir la violencia contra las mujeres. Este papel incluye identificar el abuso temprano, proporcionar tratamiento, y encaminar las mujeres para que reciban atención adecuada. El sistema salud también debe trabajar para prevenir la violencia. Y como el abordaje de salud pública para la prevención estipula claramente, el primer paso en la prevención de la violencia es entenderla, y el sector de salud tiene un papel clave en ayudarnos a medir y comprender la violencia contra la mujer.

60% de las mujeres
La violencia contra la mujer afecta a casi el 60% de las mujeres en algunos países de las Américas.
En promedio, una de cada tres mujeres en la región ha padecido violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de sus vidas, pero este número varía de entre 1 de cada 7 en Brasil, Panamá y Uruguay, a casi 6 de cada 10 mujeres en Bolivia.
La violencia contra la mujer por parte de la pareja continúa siendo una violación de derechos humanos y un problema generalizado de salud pública en las Américas. Sin embargo, la prevalencia de la violencia física y/o sexual varía entre los países de la región: mientras en algunas naciones esta violencia afecta en algún momento de sus vidas a un 14% de las mujeres entre 15 y 49 años, en otras puede afectar a casi el 60% de esa población femenina.
Así lo reflejan los datos presentados en noviembre, por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el marco de un evento para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Esta información proviene de una revisión sistemática y un re-análisis de los estimados que figuran en encuestas nacionales en 24 países de la región sobre la prevalencia de la violencia contra la mujer ejercida por su pareja, que será publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública.
“Un problema de esta magnitud sólo se puede solucionar a través de la colaboración entre sectores”.
El mismo estudio sugiere que ciertos tipos de violencia de pareja contra la mujer pueden haber descendido en los últimos 20 años en al menos siete países de la región (Canadá, Colombia, Guatemala, Haití, México, Nicaragua y Perú). Sin embargo, algunas variaciones en los datos de esos países fueron muy pequeñas y algunos indicadores no han cambiado de manera lineal, lo cual llama a tomar estos datos con cautela. “Un problema de esta magnitud sólo se puede solucionar a través de la colaboración entre sectores”, subrayó Isabella Danel, Directora Adjunta de la OPS. “Al sistema de salud le toca brindar a las víctimas servicios compasivos, efectivos y accesibles”, destacó. Danel consideró que “el sector de la salud puede ser un aliado poderoso en recolectar y analizar los datos para contribuir en las políticas y acciones que buscan prevenir esta violencia”.
La violencia contra la mujer conlleva muchas consecuencias para la salud, entre ellas la muerte (por femicidio, enfermedades asociadas a la infección por VIH, suicidio y mortalidad materna) y también lesiones, infecciones de transmisión sexual (ITS), embarazo no deseado, consecuencias negativas para la salud sexual y trastornos mentales.