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Caleta Olivia
Desde hace unos días vengo con el tema de preparar clases de nivelación y diagnóstico lo que conlleva a la búsqueda de materiales y selección de temas para mis alumnos por lo que la tarea es revisar viejos libros.
Como se trata de comunicación el trabajo se basa en actividades de escuchar, leer, escribir y hablar correctamente, es decir, el intercambio propio que ocurre en la interacción humana.
Todo, incluye pensar, debatir, autocorregirse pero además que el tema o los temas abordados sean atractivos ya que los chicos actuales no son alumnos a los que se les capta la atención de forma fácil.
Entonces y a todo esto comencé a explorar y elegir entre temas como poesías, dichos populares o refranes para desde allí abordar debates que les interesen y los lleven a el interés por la redacción, la participación y la autocorrección.
Bien, es la tarea natural docente y todos en mayor o menor medida la conocen. Volviendo así , como ya lo mencioné, encontré los pronombres en una especie de juego de dichos populares. Pero lo curioso es el planteo de los chicos ante dichos que seguimos sosteniendo y ahí va la reflexión que produjeron…

(Primer fenómeno)
Ante el debate y construcción de dichos como “hoy por ti y mañana por mí” surgió el tema que al tener que armarlo, ellos, muchos, por no decir la mayoría, llenaron los espacios de los pronombres con el voseo, es decir el “vos” quedando así la frase; hoy por ti, mañana por vos. Lo cual me resonó en rechazo, por supuesto, porque pierde la musicalidad y porque me di cuenta que hay una resistencia en mí a los cambios. Desistí de lo que hubiera sido natural en mi y de la musicalidad de la frase antigua, pero aproveche explicándoles como me chocaba que desarmen y cambien un dicho en su musicalidad. Dije “me suena raro pero es muy válido”….
Ahí fue cuando me di cuenta que ellos manejan su “lengua en uso” con una realidad diría yo, casi que desfachatada, actitud a la que nosotros no nos animamos en nuestro momento. Constatando ante la situación que, ellos no están tan enmarcados como nosotros a las normas implícitas estipuladas.

(Segundo fenómeno)
Al analizar el sentido de las frases e intentar definirlas, los chicos pusieron en duda cada uno de los dichos, un ejemplo claro fue “dime con quién andas y te diré quien eres” o perro que ladra no muerde” ya que negaron tales afirmaciones, éstas de que son frases que expresan un razonamiento lógico por tanto sostenido y transmitido generacionalmente, como es el caso del existir o sostenerse en el tiempo, de los dichos populares. Dejando al descubierto el hecho de que repetimos en muchos casos cosas sin razonarlas o ponerlas en duda.
Ellos argumentaron, por supuesto, que, perro que ladra sí puede morder y que depende del libre albedrio y no de con quién andes tu forma de ser; así como que no siempre el pajarraco que comió se voló… Filosofando en los temas sobre el trato y las formas humanas, la situación de los animales en la época y lugar donde viven y sobre lo que llaman “portación de rostro”.
Poniendo en duda las actuaciones de mamá y papá y sus formas de juzgar a sus amigos, las formas de señalar el rol o función adolescente en la paternidad y muchos otros temas que serían imposibles analizar desde aquí. Ya que la lengua en habla difiere de la escrita. Pero lo cierto es que resaltaron las equivocaciones de los adultos.

(Tercer fenómeno)
En realidad los pronombres quedaron en segundo lugar aunque entendieron perfectamente sus formas gramaticales y función referencial pero fue una de las clases que tira por tierra la otra idea fija, como es la de que el profe enseña y el alumno aprende… Un fenómeno que a mí nunca me convenció pero que hoy puedo negar absolutamente.
Porque los chicos cuestionan las reflexiones, el uso del lenguaje, la realidad que les dejamos o construimos a diario para ellos, porque sus realidades difieren de toda estipulación, así como sus reflexiones. Me dirán entonces, que es un hecho, claro, pero pienso…. Si lo tuviéramos tan superado como lo discursamos, tal vez deberíamos ya comenzar a redefinir la escuela, y su función o existencia, el albedrio, y la relación que con nuestras nuevas generaciones sostenemos.
La escuela sarmientina, si bien cumplió su fin en algún momento, hoy es también un hecho, que se tambalea y me pregunto; también me encantaría que te lo cuestiones… ¿Cuál es el fin de la desgastante tarea de atarla con alambre? ¿No es algo egoísta negar la realidad y oponerse a lo que nosotros mismos descubrimos?… ¿O las teorías cambian a la hora de tener que pensar en un posible replanteo de las cosas?
Qué papel juega aquí “la conveniencia”…Cual es el papel de construcción de los intelectuales de hoy, deberíamos sin miedo y tan naturalmente como ellos discutirlo…