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Buenos Aires
Hay un nuevo método de consumo que tiene como objetivo poner el foco en lo que le hace bien al medioambiente.
Cada vez, son más los consumidores a nivel mundial que deciden incorporar estilos de vida más saludables y más amables para el medioambiente. Y es que la conciencia ambiental es algo que se da sobre todo en las nuevas generaciones, ya que tienen un mayor entendimiento y comprensión sobre el impacto de los seres humanos sobre el ecosistema. Especialmente el impacto negativo.
Para reducir el impacto y las acciones negativas del ser humano, hay personas que eligen ser vegetarianas o veganas. Según una encuesta realizada en los Estados Unidos, existen alrededor de dos millones de vegetarianos -definidos como alguien que nunca consume carne de res, pescado, comida de mar ni aves de corral- cuyas edades oscilan entre los 8 y los 18 años, lo que representa al 4% de ese grupo etario. Eso supera al 3,3% de adultos encuestados que se declararon a sí mismos como vegetarianos. Muchos niños a edades muy tempranas deciden convertirse en vegetarianos, impulsados principalmente por preocupa ciones éticas y los efectos de la producción de carne en el medioambiente.

Conducta
Al igual que el origen del vegetarianismo y del veganismo, hay una nueva conducta que impulsa a comer únicamente lo que sea bueno para el planeta. A este grupo de personas se los denomina climatarians. El diccionario Cambridge Dictionary los define como las personas que eligen qué consumir de acuerdo con lo que es menos perjudicial para el medio ambiente.
“El cambio en la dieta puede tener beneficios ambientales a gran escala que no son alcanzables únicamente por los productores”, dictaba un informe elaborado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, evidenciando el papel fundamental de la alimentación por el cambio climático.
De este modo, los climatarians son aquellas personas que alinean el modo de alimentarse con el medioambiente. A diferencia de una persona vegana o vegetariana, pueden o no consumir carnes, ya que no es un requisito comer únicamente fruta, legumbres y verduras. Y es que consumir únicamente verduras o frutas no es sinónimo de respetar el medio ambiente. Por ejemplo, si cada gajo de mandarina que se consume viene en una bandeja de plástico, eso es perjudicial, ya que la degradación de estos residuos también contribuye al cambio climático, según un estudio de la Universidad de Hawai publicado en la revista PloS ONE.

Ser climatarian
“Hay dos maneras de adquirir un comportamiento más amable con el planeta. La primera es la de comer frutas o verduras de estación y que la persona sepa que se producen localmente. Cuanto más natural y fresco mejor. La segunda es la de intentar calcular a través de las etiquetas de alimentos la huella de carbono y la huella híbrida, referido a la cantidad de agua que se usa para producir el alimento”, dijo a Infobae Alejandro Inti Bonomo, responsable de la carrera de Gestión Ambiental de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).
De este modo, el especialista en gestión ambiental explicó que una persona puede disminuir el impacto negativo con tan solo mirar la etiqueta: “La persona puede identificar el lugar de origen de producción, el carbono que se gasta en la producción del alimento, si es un alimento procesado gastará más energía y si es de otro lugar, cómo llegó al lugar de compra, ya que si es de otro país seguramente habrá gastado combustible. Por ejemplo, una manzana, que es un alimento súper saludable, no tendrá la misma huella de carbono si se produce aquí en Buenos Aires que si la traen desde Italia”.
“Me parece que cada vez aparecen más tendencias que van hacia un consumo más racional con el ambiente de alimentos y cambiar desde el consumo la manera que se produce. Hay un montón de aristas y acciones que se pueden implementar para reducir el impacto negativo, desde comer cosas locales, de estación a leer la letra chica del etiquetado sobre el origen del proceso”, concluyó Bonomo.