Río Gallegos
Vecinos de Río Gallegos y pobladores de Santa Cruz recordaron el jueves a los caídos en la guerra por la soberanía en las islas Malvinas en la intimidad desde sus casas, dado que el 38 aniversario de la recuperación del archipiélago se dio en medio del aislamiento obligatorio que impuso la pandemia de coronavirus.
En Río Gallegos, la ciudad Argentina más cercana a las Malvinas, desde hace 20 años y con la fuerza que impuso el «espíritu malvinero» entre los pobladores cada 2 de Abril es esperado con una vigilia frente al Monumento a los Caídos, pero este año el acto público fue suspendido por el coronavirus.
Un comunicado del Centro de Veteranos de Guerra emitido el 16 de marzo, tras la disposición del gobierno nacional del aislamiento obligatorio, anunció la suspensión del tradicional encuentro que homenajea a los 649 fallecidos.
«La conmemoración no se pierde y se resalta si aprovechamos para relatar las vivencias en cada hogar santacruceño reafirmando el amor por Malvinas. Desde el cielo, los hermanos que dieron su vida estarán escuchando y sabrán que su sacrificio no fue en vano», señaló en el texto Fernando Alturria, presidente de la entidad de veteranos.
En diálogo con Télam, José Maldonado, veterano que vive en Puerto San Julián, asumió que «por el coronavirus, el 2 de abril quedó escondido» y agregó que fue un aniversario «muy raro el de este año».
«Por lo que me pasó a mí, en mi casa se respeta mucho. Nos juntamos siempre para ir a los actos porque era algo a lo que no podíamos faltar», recordó.
La vigilia suele reunir a vecinos que entonan el himno, participan de una bendición ecuménica, un minuto de silencio, asienten al toque de diana y salvas de honor, tras lo cual escuchan palabras de algún representante del Centro de Veteranos de Guerra José Honorio Ortega, el único soldado de Santa Cruz que murió en las Malvinas.
Como todo ritual tiene momentos esperados y el más importante se da cuando sobre las 24 se acercan 649 uniformados, marchando, cada uno con su antorcha y que representan a los soldados muertos en las islas ubicadas a 667 kilómetros de la capital de Santa Cruz.
Luego del acto, en el que no hablan autoridades o políticos, los participantes cantan la Marcha de Malvinas junto a las bandas de música del regimiento de Infantería Mecanizado y de la policía y comparten tazas de chocolate caliente.
Ante el nuevo escenario que lo llevó a compartir la fecha en su casa, con su familia, Sergio Legue -un habitante de Puerto San Julián- recordó que en esa localidad, que tenía una «pista» de aterrizaje que pasaba por el pueblo «se vivió la guerra»..
«Acá vivimos la guerra. No es que nos la contaron. Acá veíamos salir los aviones y no volver. Los que salían de Río Grande (Tierra del Fuego) volvían a San Julián y entraban directamente a la pista auxiliar del aeropuerto. Así fue que una vez vimos a un avión tirando bocanadas de fuego sobre el pueblo», recordó Legue en diálogo con Télam.
Legue, quien era estudiante del secundario en 1982, señaló que «a los nycs (nacidos y criados), que la vivimos, nos cala muy hondo y los que han venido después tienen una gran curiosidad de saber qué pasó y cómo se vivió, escuchan con mucha atención y por eso se suman a los actos y vigilias año a año».
Respecto de las vivencias que dejan ahora el coronavirus y la guerra con Gran Bretaña, añadió que «es imposible comparar este tiempo de cuarentena con Malvinas» porque «los miedos y las expectativas son diferentes».
«El enemigo estaba del otro lado del horizonte, tenía bombas y hablaba en inglés. Hoy no sabemos dónde está el enemigo, es transparente y no habla, actúa», reflexionó.