Por María Cristina Corvalán *
Trabajé como docente más de 25 años. Durante ese tiempo aprendí que la ESCUELA es ese espacio irremplazable; no sólo para el aprendizaje propiamente dicho, sino también para la actividad social, de intercambio de vivencias, de aprendizaje informal.

docente

En este momento de pandemia, donde todos aprendimos de todo y de todos, la tecnología no pudo con nosotros: los docentes con los padres aprendieron día a día.
Los MAESTROS y los PADRES conviven con los alumnos: los primeros virtualmente y los segundos presencialmente. Y coinciden en que no es fácil. Que hay llantos (de grandes y chicos), enojos, tristezas, abatimiento; que hay momentos en que dejan bajar sus brazos; pero luego nuevamente ponen manos a la obra.
Es que esta pandemia fue un cachetazo para todos y la cuarentena que al principio fue una caricia, porque nos estaban cuidando, hoy se transformó en incertidumbre porque no sabemos cuándo acabará. La incertidumbre es lógica, porque el virus es un enemigo invisible.
TODO esto ya lo sabemos, porque en estos seis meses de cuarentena consumimos más noticieros que en nuestra vida anterior y escuchamos a los que saben: LOS MÉDICOS, que también fueron aprendiendo y que aún hoy no tienen certezas de las consecuencias de este virus. Con ellos aprendimos a cuidar a nuestros “viejos”, la importancia de la “higiene” para todo, el uso y ¿abuso? del tapaboca, de la distancia social.
También debo decir que fueron muy pocos los que nos enseñaron cual era y es la alimentación adecuada para que el virus no nos encuentre sin defensas. Y desde el principio, la polémica de salir a caminar, correr o transitar al aire libre fue, a mí entender, un debate innecesario.
Hoy en mi ciudad, Pico Truncado, podemos salir a practicar algún deporte o actividad física hasta las 16:00hs. ¿No es contradictorio?
Durante años nos dijeron que era la peor hora para exponernos a la luz solar. Hasta el momento sólo tenemos 3 casos positivos de Covid-19, de acuerdo a los comunicados oficiales, identificados y en vía de recuperación y con resultados negativos sobre los contactos directos a los infectados. Tres casos en unos 30.000 habitantes (según Censo poblacional del INDEC).
Por estos días nos enteramos, a través de dos enfermeras, que el Hospital está desmantelado, que no está preparado para afrontar esta temible enfermedad. Que se transforma en temible por la falta de Recursos humanos y físicos como camas, respiradores y todo lo demás.
Por otro lado, autoridades médicas desmienten a las enfermeras profesionales. En el medio de esto estamos los habitantes, como simples espectadores: no sabemos cuál es la verdad. ¿Sería muy atrevido pedirles, como buenos profesionales que son, que usen el camino del diálogo para retroalimentarse, crecer y brindar dignamente un servicio a toda la comunidad? ¿Nadie de nuestra ciudad pensó o intentó preguntar, convocar a otros para proponer estrategias para que nuestros niños y jóvenes puedan volver a las clases presenciales en los salones, patios, gimnasios?
Como docente jubilada, sé cómo fue y como es la realidad de nuestra educación provincial, sin norte, SIN POLÍTICA EDUCATIVA. Todos sabemos que, sin ella, vamos poniendo parches, vamos subsanando lo de hoy, sin pensar en el mañana, en el largo plazo.
Venimos de muchos años de una compulsa interminable entre el Gremio Docente y el Gobierno: paros docentes interminables ante un Gobierno sordo, insensible.
Un gobierno que trabaja para ver cómo hacer política y no cómo transformarla en una herramienta para usarla en pos del bien común. En el medio nuestros niños, nuestros jóvenes con un futuro de fracaso cuando tengan que enfrentar las exigencias de la Universidad, ya sea Pública o Privada.
En esta pandemia, todos nos volvimos creativos en forma individual. Cada uno de nosotros cuidó su propia quinta. ¿No es hora de que formemos equipos para volver a clases? Todos somos conscientes de que, si vuelven, no va a ser en la modalidad previa a la cuarentena; por eso la necesidad de búsqueda de estrategias para generar algunas propuestas al Gobierno Provincial.
Tenemos que aprender a cuidarnos solos y cuando los adultos lo tengamos internalizado sabremos transmitírselo a los más chicos. Todos somos conscientes de que aprender a leer, escribir y resolver situaciones problemáticas, nuestros niños lo van a adquirir en cualquier momento de la vida, cuando surja la necesidad. Lo que verdaderamente se está perdiendo es a socializar, a compartir, a crecer con experiencia, con responsabilidad, con límites formales que sólo lo da el ámbito de la ESCUELA.
En esta nueva enfermedad y en las demás ¡No hay que tener miedo, hay que tener cuidado!. (*Directora de Nivel Primario Jubilada en Escuela Juan XXIII Pico Truncado)