Nota de Opinión por Nicolás Fernández (abogado, ex Diputado Nacional- Ex Senador Nacional)
Buenos Aires
¿Cómo mirar, leer y opinar sobre la realidad argentina, sin tirar nuestras convicciones en un tacho de basura?

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Podríamos hacer un análisis encriptado de lo cotidiano, pero no seria suficiente.
La realidad del país se impone con fuerza como consecuencia de una cascada de errores políticos, institucionales, empresariales, sociales, económicos, de «comunicación» y de medios de comunicación.
Errores que nos comprometen a todos, en el arco completo de los constituimos este país. Por lo tanto no se trata de mirar para otro lado haciendo análisis abstractos sobre la realidad, sino de hacernos responsables que la palabra no es suficiente y muchas veces la responsable de nuestros desencuentros pero que: es necesario llenar la realidad con actos concretos, que desde lo individual sumen a la realidad colectiva.
Argentina esta llena de opiniones y «opinologos», vivos y vividores, políticos y parásitos, empresarios y oportunistas, periodistas y pregoneros.
No hay que hurgar mucho para encontrar el nudo gordiano en el conjunto social, al que también pertenezco y que sin duda constituimos el difícil entramado que construye estas crisis elípticas del país.
Se claramente por mi experiencia publica y privada, que argentina no tiene conductores iluminados, periodistas iluminados, columnistas, ni economistas iluminados. Si es cierto que de todas esas ramas tenemos algunos con más o menos poder de penetración y con algo más de capacidad, pero nada más que eso. De lo contrario que alguien sin extraerse del análisis me explique porque llegamos hasta acá, golpeados por la realidad con poca nada de autocrítica individual y grupal.
El HIV, la dictadura, el COVID, la economía, la inflación, el dólar, los planes sociales, el campo, los empresarios, los pobres, los ricos, los políticos, la prensa, los impuestos, la clase media, o lo que se les ocurra, forman el entramado social argentino, donde los problemas siempre son el otro, sin pensar nunca que el otro también soy yo.
Esta nueva y repetitiva crisis nos enfrenta a la obligación de incluirnos como individuos, para pensar que la elaboración, o la construcción de la salida tiene que arrancar en el ser para llegar al conjunto. Asumiendo nuestros roles individuales y comprendiendo que somos 45 millones de personas conviviendo bajo una misma bandera, y en mayor o menor medida sufriendo la misma crisis que se repite año tras año y que cada vez se vuelve más caótica.
No es posible tener un país con medios militando por un proyecto, dirigentes políticos haciéndolo por otro, la sociedad productiva por otro, la industrial por otro, cada clase social por su camino.
Ello, mientras la educación no evoluciona, la seguridad no tiene solución aparente, la salud a mitad de camino, en una sociedad plagada de individuos egoístas y conjuntos sociales agrupados para confrontar y profundamente agrietados. Somos parte de un sistema complejo que necesita reconstruir un nuevo sentido y desde ese lugar, es imprescindible que todos empujemos para el mismo lado.
Claramente debemos tomar nota que este diagnóstico no es ninguna novedad, lo lamentable es que no nos hayamos dado cuenta que si seguimos eligiendo los mismos caminos vamos a seguir encontrando idénticos inconvenientes.
Solo podemos tener oportunidad si barajamos, damos de nuevo y cambiamos nuestras formas de decidir y de participar en el armado del proyecto colectivo.
No creo en medias verdades, ni en criticas superfluas: la crisis moral, la crisis en la Justicia, la crisis productiva, la crisis económica, tiene que ver con muchos de desaciertos, consecuencia de la enorme cantidad de postulados que cada sector abraza los milita casi en forma ciega, sin darse cuenta al mismo tiempo, que son contradictorios entre sí.
Es irresponsable pensar que estamos frente a una crisis de la dirigencia política, pues la dirigencia política que tenemos es la síntesis de la sociedad que tenemos ¿O acaso no somos todos políticos en cada decisión y acto de nuestras vidas?
Los argentinos perdimos durante los últimos 50 años muchas oportunidades, empecinados en buscar «verdades individuales de Perogrullo», con un país que no deja de derrumbarse.
Es responsabilidad de todos frenar este sin sentido, creo que para ello tiene que haber un buen proyecto político de gobierno que salga de una gran concertación y que distintas fuerzas y grupos de poder en el país acuerden ser parte de la solución y no del problema.
Escucho algunos profetas afirmar que estamos ante la agonía del sistema democrático y ello me alarma, pues algunos iluminados lo afirman sueltos de cuerpo cuando en realidad no es más que un análisis fatalista de un ensayista mediocre y enfermo que pone las cosas en el lugar erróneo; sin darse cuenta que es parte del problema y que su incapacidad lo vuelve irrecuperable en la tarea de la reconstrucción del ser nacional nuevo.
Quizá seria bueno partir desde reconocer nuestra ignorancia, y comprender que desde lo individual no existen salidas. Si es así como estas pensando Argentina, con la mediocridad individualista que nos opaca la visión, entonces quizá llego el momento de poner en duda toda nuestra forma de pensar.
Tenemos que apurarnos, no hay mas tiempo que perder para hacer los cambios necesarios, estamos en un mundo donde la ciencia y la tecnología es usada a diestra y siniestra con fines individuales, egoístas y que concentran aun mas el poder. Un poder para hacer que pensemos algo que otro quiere que pensemos, muchas veces alejado de nuestros valores primarios, sin darnos cuenta que muchos de ellos responden a intereses ni con nuestros valores.
Los que tienen que nada tienen hijos sabrás que esa sociedad no es la que deseamos para ellos y frente a ello que vamos a hacer. Esta crisis nos pone frente a una gran responsabilidad de pensar cómo salir adelante, qué clase de sociedad y con que valores queremos construirla.
Aspiro a que algún día podamos como Bután medir nuestro país no por su PBI sino por un índice de felicidad.
Esto es muy fácil de entender, las promesas de «internet» para el mundo que viene no incluye ni pretende integrar o recrear grandes pensadores, ni lideres naturales; mucho menos el bienestar genuino de estar orgullosos y felices de quienes somos. Ellos, más bien nos están haciendo ver una imagen que no nos representa, pero si desesperarnos por todo lo que supuestamente nos falta.
Internet crea deseos más allá de que los puedas cumplir o no, deseos vacíos de existencia real. Deseos que en la mayoría de los casos responden a tan solo 3 empresas en el mundo, que administran todo lo que hacemos, a los 7000 millones de habitantes de la tierra.
No podemos pensarnos ajenos al problema y que cada uno continúe militando por su propia causa.
Lo deseable, y considero parte de la solución, sería mancomunar esfuerzos para que todos estos proyectos sean complementarios y no antagónicos, que volvamos a pensar en el bienestar general (palabra extinguida de nuestra realidad cotidiana).
El país tiene una gran crisis como consecuencia de varios factores: herencia, realidad mundial, pandemia, desigualdad y rumbo. Debiéramos agregarle la falta de entendimiento básico sobre las cosas que la ciencia y la tecnología están poniendo hoy sobre la mesa.
Yendo a lo nuestro y pretendiendo poner en foco en lo que vivimos a diario, desde que se puso en marcha este gobierno elegido por amplia mayoría (guste o no), tuvo más frentes que los que cualquier gobierno puede afrontar. Esos frentes son extraños y muchos de ellos propios.
No importa si disentís o no, el problema es como lo haces. Qué te impulsa a hacerlo y a donde queres llegar por el camino que vas, pues lo que se está poniendo en riesgo es un modelo que nos saque del estado de desesperanza en el que viven millones de argentinos que bregan por un poco de grandeza de la sociedad ¨pensante¨.