Por: Nicolás Fernández: (abogado/ex diputado nacional/ ex senador de la Nación).
Es un momento crítico donde caminamos al abismo de la mano de verdaderos irresponsables.
Me gustaría que podamos dejar atrás editoriales que están pensadas para un país sin destino, en editoriales que describen antojadizamente un mundo que solo está en la cabeza del que escribe, basta de pensar que la única verdad es la que esgrimimos, independientemente de la realidad que lastima.
Si pudiéramos decir basta a lo ilógico a lo llamativo, pero irreal, a lo antojadizo pero oportuno, nos daríamos cuenta que cuanta mayor confrontación estéril, cuanto mayor circulación, cuanta menor presencia del Estado, el resultado es más infectados, más pobreza más demora en ponernos en marcha y más muertos.
Si, en esta parte me refiero al tema puntual donde la Argentina, un país diminuto, hoy está en el 7 con más de infectados en el mundo y con muchas posibilidades de seguir creciendo.
Basta de permitir que las realidades nos las cuenten los narradores, o los que nos dan su impresión sobre la realidad; a quien le importa lo que opine tal o cual persona, si todos somos parte de esa realidad.
Tomémonos el trabajo – aunque ingrato- de pensar, de analizar donde estamos y cuál es la causa de ello.
¿A alguna persona con dos dedos de frente se le puede ocurrir que los actos de Gobierno estaban dirigidos a fracasar en el manejo de la pandemia? Pero señores míos, Argentina hace muchos años es lo que es, un país con asimetrías, sin un proyecto de regionalización y descentralización poblacional ni desarrollo del interior. O descubrimos hoy que hay macro ciudades pues fueron expulsadas de sus lugares de origen, o perdimos de vista aquello de «tren que para, ramal que se levanta», y con ello la muerte de miles de pueblo del interior.
Por favor, hagámonos cargo de algo, de lo que hicimos, de lo que fogoneamos y de lo que permitimos; pues pareciera que son todos paracaidistas que llegan de Venus.
Razones
La verdad está y estuvo siempre frente a nosotros. Los que escriben hoy escribieron siempre y toda la vida nos comentaron – y otras tantas nos convencieron – cuales eran las razones, informándonos con mucha solvencia que de seguir con los caminos del cambio propuesto y por ellos apoyados cada día estaríamos mejor, pues el mundo nos necesitaba y nos admiraba.
Identificaron nuestros errores, pero la verdad es que todo ello lo hicieron desde una página literaria o desde una editorial. Jamás en la vida tomaron contacto con una «villa», con la miseria de la gente, con la indigencia, que para ellos (dirigentes políticos y algunos periodistas influyentes) son conceptos literarios, que usan sin conocer su verdadero significado; siendo muchas veces cómplices de sus causas.
Pretendo que dejemos de ser conejitos de una serie de personas que desde un pedestal que no se quien carajo construyó, nos dicen que hacer cómo y por dónde.
Basta que nos puedan señalar quien es más importante para la sociedad, quien es más bueno y quien es más corrupto, como si ellos fueran los dueños de la verdad. Por el solo hecho de tener una editorial que recoge sus comentarios, sobre hechos que como consecuencia tienen un resultado que asusta, lastima y genera consecuencias poco amigables.
El costo de dedicarse a la cosa publica
Afirmo que dedicarse a la cosa pública no es fácil, ni gratis y puedo asegurar que se paga un alto costo dedicarse a ella. Dentro de esos costos además de los familiares, sociales, está la exposición pública y ello posibilita que cualquier columnista, por más inservible que fuere, pueda levantar la voz y destrozarlos por el solo hecho de que se dedican a «lo público» y con parte del gasto del Estado. Con el salvataje de la preservación de las fuentes (que es lo mismo que una «patente de corzo»).
Quiero aclarar que generalmente esta gente, no tiene como justificar ni el pago de la luz.
En la vida privada es distinto, pues si sos exitoso a lo sumo te envidian y si pueden te hacen daño; pero hay otros que no son miserables y comparten sus éxitos porque genera efectos espejos que deben generar conductas espejo.
Muchos se agrupan desde ningún lugar para criticar a los que se dedican a la vida pública, algunos tienen razón, pero la gran mayoría no, y ellos son los macarras de la moral, ellos son las bestias del sistema.
Siempre hay cantos de sirena para que la sociedad marche hacia la presión de los poderosos, en todos los estamentos y en todos los momentos y lugares del mundo.
La Argentina no es una isla, los poderosos, tiene mucho porque otros tienen poco, o porque hicieron las cosas de una manera distinta y permiten que otros puedan tener más; esa es la diferencia. Tener poco o mucho no es el problema, el tema está en como lo hicieron y para que lo usan.
Yo no critico a los que hicieron muchos porque son el motor de una argentina prospera, yo me indigno con los que hicieron mucha diferencia con la complicidad de la gente, los medios y las conducciones políticas; y además porque lo que hicieron solo les sirve a ellos para expoliar a la población.
Por ello la educación de los sectores populares, por ello empoderar a los sectores marginales es un deber. Por ello, dar
herramientas culturales a todos los estamentos sociales es una obligación insoslayable.
Para que la discusión se de en el mismo campo y con las mismas armas.
Hoy es imposible, pues por mucha razón que tenga la dirigencia popular, le falta la complacencia de los medios y la mirada piadosa de la sociedad clasista, que gobernó el país durante muchos años.
Escucho muchas veces con estupor que el peronismo está en el gobierno desde hace mucho tiempo, se preguntaron cuántos años estuvieron los poderosos, en el manejo de la cosa pública, por el voto de la gente -casi nunca – o por métodos no santos, pero son muchos, donde se generó la matriz de un país que todavía no pudimos revertir y por eso estamos como estamos.
Aniquilaron el pensamiento nacional
No es fácil analizar la vida de la Argentina y no quiero ser simplista, pero nuestro país tiene paginas negras muy dolorosas que no se profundizan como es debido, cuando hubo muerte y persecución – aclaro, fue muy selectiva- mataron a los que tenían que matar, dejaron vivos a los que no merecían morir o a los que se les escaparon; pero a los que pensaban, a los que formaban cuadros en la sociedad, no los dejaron vivos ni por casualidad.
La verdad es que el propósito que se habían impuesto lo cumplieron y podrán haber cometido algún error en el plan, pero los desaparecidos fueron precisamente seleccionados, al menos en un 80 %; el resto entrar dentro del error, pero apuntaron a lo que tenían que apuntar, que no fueron otros que los sectores pensantes de una sociedad, que se había empoderado y que tenía un pensamiento consolidado para soñar un país distinto.
Los que se salvaron no me pueden contradecir. Los que quedaron lloran hoy a un pueblo menos, pero lo lloran porque no tienen repuesto y esa es la causa de la carencia de dirigentes en la actualidad. No es que genéticamente nos manejaron, aniquilaron el «pensamiento nacional» con muy raras excepciones.
No doy razones ni las quito, sé que se cometieron errores, todos los jóvenes los cometen; pero los que no se equivocaron fueron los que diagramaron la extinción de «materia gris» en el país.
Ello no lo contaran grandes editoriales, pero la verdad no puede sacarse del análisis de nuestro presente, guste a quien guste y duela a quien duela.
Hoy además estamos frente a una encrucijada planetaria que en cierta medida debiera aterrarnos. Se extinguen especies, nos afectan pandemias, como consecuencia de la irresponsabilidad de la ciencia y de la técnica puesta al servicio del lucro y del consumo, y en consecuencia es preciso una «revolución humanista» que cambie la base de la raza humana, que camina inexorablemente a su exterminio.
Piquetes del desánimo
Hoy debemos saber que mirar la historia y sus consecuencias no es convertirse en nostálgico, es simplemente analizar que podemos evitar y para ello podríamos empezar por San Agustín que afirmaba: ¨DESEA POCO Y LO POCO QUE DESEE QUE NO SEA MUCHO¨. Para poder entender cuanto error hay en las conductas de quienes, ponen en crisis la convivencia pacífica de una ciudadanía.
Muchos años después, Napoleón afirmaba que «el Conquistador, por cuidar sus conquistas, se vuelve esclavo de lo que conquistó¨. Pues bien, la dirigencia que fracaso en la etapa anterior debiera entender que eso no debiera ser ningún honor por que la obra construida fue macabra, resultados a la vista de todos y de todas.
Yo analizo a los «piquetes del desánimo» y me pregunto qué se pretende. La deuda no fue adquirida por el gobierno, la pandemia no fue un invento del gobierno, la endebles de la estructura de salud del gobierno tienen más de 50 años; la falta de infraestructura del país tiene muchos años y solo en el año 2003/2014 se pudo revertir más de 50 años de falta de inversión, la inflación es un mal endémico de este país, y la falta de confianza en la clase política y el rumbo económico en parte es una pesada herencia. Pues, con mucha razón hay motivos para desconfiar, pero también por los análisis apocalípticos de unos y las políticas especuladoras de otros, a quienes habría que castigar con ejemplaridad.
Yo recuerdo a los convocantes, a las marchas que el incendio en la provincia de Córdoba comenzó con un arbolito hoy se extinguieron miles y miles de hectáreas, se perdieron viviendas y hasta vidas.
Ojo, el que juega con fuego se quema y me da la leve impresión que el horno no está para bollos. Por eso, háganse cargo porque el arrepentimiento no sirve y menos para Ustedes, que son claros dirigentes políticos con intereses desestabilizadores que encienden el odio en la gente y alimentan la famosa grieta.