Cada 12 de octubre se celebra el Día Mundial de la Artritis Reumatoide con el objetivo de concientizar y desarrollar medidas públicas que puedan reducir esta enfermedad que afecta entre 1 y 1,5% de la población a nivel mundial. Es por esto que, la Dra. Valeria El Haj, desarrolla cómo surge dicha enfermedad y cómo llevar adelante el tratamiento.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria sistémica autoinmune que provoca poliartritis periférica inflamatoria simétrica de causa desconocida. Generalmente, conduce a la deformidad de las articulaciones a través del estiramiento de tendones y ligamentos y la destrucción de las articulaciones a través de la erosión del cartílago y el hueso.

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Si no se trata o no responde a la terapia, la inflamación y la destrucción de las articulaciones conducen a la pérdida de la función física, causando incapacidad para realizar las tareas diarias de la vida. La inflamación incontrolada puede tener otros riesgos para la salud, incluidas tasas más altas de enfermedad cardiovascular y osteoporosis.
Esta enfermedad afecta principalmente, a las pequeñas articulaciones de manos y pies, produciendo su destrucción progresiva y generando distintos grados de deformidad e incapacidad funcional.
«Los efectos «destructivos» de la artritis recién se hacen evidentes para el paciente luego de un período de, por lo menos, 5 años. Sin embargo, ese proceso se desarrolla de forma lenta y temprana desde el inicio de la enfermedad, momento en el cual se presentan más oportunidades de mejorar su pronóstico», comenta.

¿Cuáles son los síntomas a los que debemos prestar atención?
Dolor articular.
Cansancio.
Fiebre.
Inflamación articular.
Rigidez articular.
Dolor de cuello.
Hormigueo en las manos y los pies.
Depresión: debido al dolor propio de la enfermedad y a las restricciones que produce.

¿Cuáles son las causas que producen artritis reumatoide (AR)?
Se desconoce la causa específica de la artritis reumatoide (AR), pero varios investigadores sospechan que dos tipos de factores afectan el riesgo de una persona: factores de susceptibilidad y factores iniciadores.
Factores de susceptibilidad: es muy probable que la AR se produzca cuando una persona susceptible se expone a factores que inician el proceso inflamatorio. Los factores que aumentan la susceptibilidad de una persona incluyen:
Edad: la AR puede ocurrir a cualquier edad, pero el riesgo aumenta gradualmente con la edad y se estabiliza alrededor de los 50 años.
Sexo femenino: las mujeres tienen aproximadamente el doble de probabilidades que los hombres de desarrollar AR.
Genética: las personas que tienen un familiar con AR tienen un riesgo algo mayor de contraerla. Esto se debe a que ciertos genes afectan la probabilidad de desarrollar la enfermedad.
Factores iniciadores: muchas personas con los factores de susceptibilidad anteriores nunca desarrollan AR, pero varias cosas parecen aumentar las posibilidades de que una persona susceptible eventualmente contraiga la enfermedad, que incluyen:
Infección: los investigadores sospechan que las alteraciones de las bacterias en el intestino o la boca pueden estar entre los factores que inician la AR. Existe una evidencia acumulada de que la periodontitis (infección de las encías) es un factor de riesgo.
Fumar cigarrillos: fumar es un factor reconocido que aumenta el riesgo de desarrollar AR.
Estrés: las personas a menudo informan episodios de estrés emocional o trauma (como accidentes serios, duelo por la pérdida de un ser querido, etc.) durante los meses anteriores al inicio de su AR.

¿Cómo es el tratamiento de AR?
Para el tratamiento de esta enfermedad, es fundamental acudir a un médico especialista que conozca las condiciones generales de la persona afectada, evalúe las condiciones clínicas y, de esta forma, pueda elegir el método que mejor se ajuste a sus necesidades.
Los medicamentos son la piedra angular del tratamiento cuando los síntomas de la artritis reumatoide (AR) están activos. El objetivo del tratamiento con medicamentos es lograr la remisión de los síntomas y signos de la AR y prevenir un mayor daño de las articulaciones y la pérdida de función, sin causar efectos secundarios permanentes o inaceptables.
En la mayoría de los casos, la dosis de un medicamento se aumenta hasta que se suprime la inflamación o hasta que los efectos secundarios del medicamento se vuelven inaceptables. Este equilibrio puede representar un desafío, ya que la necesidad de controlar la inflamación debe sopesar con el riesgo de efectos secundarios.
«Es de vital importancia que la comunicación médico-paciente sea constante y efectiva. Los objetivos del tratamiento en personas con artritis reumatoide son controlar los síntomas, minimizar el daño articular y mejorar la calidad de vida. Por ello, el tratamiento inicial de la AR tiene como fin eliminar o minimizar la inflamación», sostiene la Dra. El Haj. Y agrega que: «Si una persona toma medicamentos para la AR, deberá visitar a su médico con regularidad para hacerse exámenes y análisis de sangre para controlar las complicaciones. Si experimenta efectos secundarios, a menudo se pueden minimizar o eliminar reduciendo la dosis o cambiando a un medicamento diferente», finaliza la profesional.