Según estudios internacionales, la mortalidad es muy baja y los niños más pequeños tienen más posibilidades de transmitir el virus que los niños mayores. La Dra. Romina Mauas, infectóloga, ofrece detalles sobre cómo afecta el COVID-19 a esta población y repasa las estadísticas.
A nivel global, el grupo comprendido por los niños aún no está siendo vacunado contra el COVID-19. Hay varios estudios clínicos en marcha. Las dudas y temores de los padres y madres se multiplican con el regreso de las clases presenciales y la vuelta de las actividades, casi con la normalidad previa a marzo de 2020.
En este marco, la Dra. Romina Mauas, analiza estadísticas e investigaciones internacionales y subraya: «Los niños de 0 a 3 años son los que tienen más probabilidades de transmitir la infección por SARS-CoV-2, en comparación con los niños de 14 a 17 años, que son los que menos transmiten (43% más riesgo de transmisión). Le siguen en riesgo los niños de 4 a 8 años (40% más riesgo que los de 14 a 17 años), y de 9 a 13 años». Así, remarca que la mayor infectividad de los niños más pequeños «tiene implicancias para la prevención de las infecciones, tanto en el hogar, como en las guarderías y escuelas, para prevenir las infecciones secundarias».

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Explica la Dra. Mauas que la mayor posibilidad de transmisión «puede tener relación con la mayor dependencia de los niños menores, y con las dificultades para sostener las medidas de prevención en esta población. Frente a ello, los cuidadores y convivientes deben ser conscientes del riesgo para poder prevenir la transmisión».
Por otro lado, considera que Israel se ha convertido en un interesante modelo de donde sacar algunas conclusiones acerca de la dinámica del virus, dado que es una población muy heterogénea, ‘pequeña’ en cantidad, en un territorio pequeño (más pequeño que la provincia de Tucumán), con fronteras bastante herméticas, y con la población vacunada con un único tipo de vacuna (Pfizer/BNT).
Según los datos, allí el virus se propagó de manera más eficaz y más rápida entre los niños pequeños y las tasas de transmisión de niños de 0 a 9 años a otros contactos se duplicaron durante el tiempo de circulación de la variante Alfa. «Sin embargo, las tasas de hospitalización entre los niños disminuyeron. Este último hallazgo muestra un aumento de la contagiosidad de la cepa Alfa, pero no necesariamente con una mayor gravedad», remarca la infectóloga.
Además, detalla que se observó una mayor propagación durante diciembre de 2020 a febrero de 2021 a pesar del efecto mitigador indirecto esperado en los niños de la vacunación masiva de adultos. «Estos hallazgos ilustran las tasas más altas de transmisión de esta variante en los niños y demuestra la importancia de hacer que la vacuna COVID-19 esté disponible para los niños pequeños», indica la especialista.
Con respecto a la mortalidad, la infectóloga detalla que el pasado 29 de julio la revista Nature repasó los resultados de 3 estudios en revisión para su publicación, que abordaron la mortalidad y los resultados adversos graves en niños en relación al Covid-19 en Inglaterra. «Encontraron que el riesgo general de muerte o de enfermedad grave en niños por Covid-19 es muy raro», aclara; entre marzo de 2020 y febrero de 2021 el Covid-19 causó 25 muertes en menores de 18 años.
«La mitad de estas muertes se produjeron en individuos con discapacidad grave, con requerimiento de gran asistencia, nutrición por sonda nasogástrica o asistencia ventilatoria. La obesidad, las afecciones cardíacas o neurológicas, estuvieron asociadas con un mayor requerimiento de cuidados intensivos o riesgo de muerte», agrega la Dra. Mauas.
No obstante, advierte que pese a la baja mortalidad no deben ahorrarse esfuerzos en promover y lograr inmunizar a la población pediátrica porque con la población adulta vacunada, los niños ocuparán un rol importante en la transmisión viral.
«Uno de los datos más novedosos de esta pandemia ha sido el comportamiento de este virus frente a la respuesta inmune de los niños», valora la Dra. Mauas. «Si bien su sistema inmune es más inmaduro y carecería del beneficio de la experiencia por infecciones o vacunaciones previas (respuesta inmune adaptativa o de memoria), la respuesta innata que presentan es efectiva.» Una sobreactivación de la respuesta inmune adaptativa en los adultos parece ser la causa de las complicaciones en el COVID-19. En cambio, los niños muestran respuestas más ajustadas y con menos complicaciones.