Alberto Fernández regresó, hoy, de su gira relámpago por Italia y Gran Bretaña. Estima que robusteció sus vínculos geopolíticos con España, Italia, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá y la Unión Europea.
“El G20 hizo dos recomendaciones al FMI que yo propuse hace tiempo: eso fue muy bueno y marca un camino para reformular el sistema financiero tras la pandemia”, confió el Presidente en Glasgow, Escocia, en el marco de la cumbre climática COP26.
Esas iniciativas están vinculadas a la reducción de los sobrecostos y al uso de los Derechos Especiales de Giro (DEGs) para apuntar la economía de los países pobres y de ingresos medios que fueron asfixiados por la pandemia del COVID-19.

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El Presidente, así, encontró una fórmula política que le permite apoyar las recomendaciones del Acuerdo de París sobre cambio climático y exigir al Fondo Monetario Internacional que acepte utilizar la agenda verde para alivianar la deuda de naciones que están exiguas de reservas públicas para enfrentar futuros vencimientos.
En este sentido, Alberto Fernández exprimió cada una de sus presentaciones en el G20 de Roma y en la COP26 de Glasgow para solicitar que el FMI articule una política institucional que ate el Acuerdo de París con las necesidades financieras de los países deudores.
Esta agenda tiene respaldo de los principales países de Europa. Pedro Sánchez (España), Mario Draghi (Italia), Emmanuel Macron (Francia), Ángela Merkel (Alemania) y Boris Johnson (Gran Bretaña) se comprometieron con Alberto Fernández para que sus planteos fueran incluidos en el comunicado final del G20.
Pero ese compromiso político, que reconoce el trabajo internacional del Presidente, vale muy poco si Argentina no suma a Joseph Biden. Alberto Fernández desplegó una ofensiva en Estados Unidos para contar con su respaldo en el Fondo Monetario Internacional, y esa ofensiva hasta ahora sólo ofreció resultados contemplativos.
Es decir: la Casa Blanca, el Departamento de Estado y la Secretaría del Tesoro acompañan la negociación, no bloquean los movimientos públicos de Martín Guzmán, Gustavo Béliz y Jorge Arguello en Washington y aguardan una señal del Salón Oval para acelerar las conversaciones.
El momento del sprint final con Biden, involucrado personalmente en las decisiones institucionales de Kristalina Georgieva -directora gerente del FMI-, provoca ciertos roces entre los miembros del Gabinete que responden a Alberto Fernández.
Alberto Fernández “tiene confianza” en su colega de los Estados Unidos, que monitorea la negociación con el FMI. Durante la reunión que mantuvo con Georgieva en Roma, a su lado se sentó Jeffrey Okamoto, dos del Fondo y representante de la Casa Blanca en el organismo multilateral de crédito.
El Jefe de Estado, además, logró que el G20 apoyara su estrategia de unir la negociación de la deuda externa con el apoyo a las recomendaciones del Acuerdo de París para el Cambio Climático. Sin embargo, ese respaldo no implica que estos mismos países del G20 -Estados Unidos, Alemania, Francia, Japón, España, Italia y Gran Bretaña, por ejemplo- ratifiquen esa posición cuando se trate el Caso Argentino en el board del FMI.
El comunicado del G20 es un importante acontecimiento diplomático sin imposición soberana, mientras que la votación en el FMI significa decidir sobre 44.000 millones de dólares que Argentina tiene que saldar en los próximos tres años.
En este contexto, Alberto Fernández aun no puede asegurar que Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña y Japón apoyen la propuesta de Argentina de refinanciar el crédito Stand-By de 44.000 millones de dólares que obtuvo Mauricio Macri con la venia de Donald Trump.
Es más: si finalmente en la reunión del FMI en diciembre se trata la política de sobrecargos, el Presidente y su equipo de negociadores -Cafiero, Guzmán, Béliz y Arguello- todavía no tienen certeza de obtener un voto favorable. Pese al comunicado unánime del G20 de Roma.
Alberto Fernández negocia caminos alternativos para evitar que la negociación con el FMI se transforme en un aquelarre. La alternativa en proceso de diseño legal y político es un perdón (waiver) del FMI a la Argentina. Ese perdón, en términos simples, significa que el Fondo concede un plazo de gracia al país para esquivar un default.
En ese plazo de gracia, Argentina tiene que definir el programa económico que sustenta la refinanciación de la deuda multimillonaria contraída por Macri. Si no hay acuerdo con el FMI, y se vence el waiver, Argentina estará en default.

(Infobae)