El Reino Unido anunció este jueves que es el primer país del mundo en autorizar el molnupiravir, el tratamiento en comprimidos contra la COVID-19, elaborado por el laboratorio norteamericano MSD, las siglas de Merck Sharp & Dohme. En Estados Unidos y Canadá, el laboratorio es conocido simplemente como Merck.
«Hoy es un día histórico para nuestro país, porque el Reino Unido es ahora el primer país del mundo en aprobar un antiviral contra la COVID que puede tomarse en casa», declaró el ministro de Salud, Sajid Javid, en un comunicado.
«Esto cambiará la situación para los más vulnerables y los inmunodeprimidos, que pronto podrán recibir el revolucionario tratamiento», agregó.
La píldora se autorizó para los adultos de 18 años o más que hayan dado positivo en la prueba de COVID-19 y tengan al menos un factor de riesgo para desarrollar la enfermedad grave, como la obesidad o las enfermedades cardíacas.
El fármaco, conocido como molnupiravir, está pensado para que lo tomen dos veces al día durante cinco días las personas con COVID-19 de leve a moderada.
Una píldora antiviral que reduzca los síntomas y acelere la recuperación podría resultar innovadora, aliviando la carga de trabajo de los hospitales y ayudando a frenar los brotes en los países más pobres con sistemas sanitarios frágiles.
El molnupiravir también está pendiente de revisión en los organismos reguladores de EE.UU., la Unión Europea y otros países. La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. anunció el mes pasado que convocaría a un grupo de expertos independientes para examinar la seguridad y eficacia de la píldora a finales de noviembre.
MSD anunció resultados preliminares el mes pasado que mostraban que su medicamento reducía a la mitad las hospitalizaciones y las muertes entre los pacientes con síntomas tempranos de COVID-19. Los resultados aún no han sido revisados por pares ni publicados en una revista científica.
La empresa tampoco reveló detalles sobre los efectos secundarios del molnupiravir, salvo que las tasas de esos problemas fueron similares entre las personas que recibieron el medicamento y las que recibieron píldoras ficticias.
El fármaco ataca una enzima que el coronavirus utiliza para reproducirse, insertando errores en su código genético que ralentizan su capacidad para propagarse y apoderarse de las células humanas.