La suba de contagios registrada hace ya varias semanas hace que extremar los cuidados vuelva a ser una medida fundamental para evitar el virus.
En medio de una nueva ola de contagios de COVID-19 comenzó el verano y con él, la temporada de piletas. En este marco, resulta importante retomar con las medidas de cuidado.
«En principio, debemos recordar que no hay evidencia científica que demuestre que el coronavirus se pueda transmitir a través del agua clorada», señala la Dra. Romina Mauas, infectóloga. Según detalla, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que una concentración residual de cloro libre de ±0.5 mg/I en el agua de la piscina durante un mínimo de 30 minutos de contacto a un pH menor 0.8 es suficiente para matar virus envueltos como los coronavirus.
Entonces, «el peligro de contagio se relaciona más bien con la conducta que observen las personas que concurren a las piletas», enfatiza la especialista.
En piletas públicas de deportes y esparcimiento, se recomienda que funcionen exclusivamente en espacios abiertos, es decir, sin techo ni paredes laterales. Además, como en todos los casos se debe mantener la distancia social de 2 metros y no mantener conversaciones en lo posible.
La Dra. Mauas remarca que la cantidad de personas dentro de la pileta «no debe exceder los 8 m2» e indica que deberían utilizarse por turnos para que esta densidad poblacional no sea superada.
También apunta que el uso de tapabocas «es obligatorio en las instalaciones públicas, no así en la pileta propiamente dicha en la cual se recomienda el distanciamiento social de 2 metros».
Con respecto a los vestuarios, la Dra. Mauas explica que «deben ser desinfectados, ventilados continuamente, evitar que se junte allí gente y no permitir la utilización de las duchas».
Finalmente, la médica infectóloga afirma que en el caso de piletas públicas y clubes, los usuarios deben presentar una declaración jurada en la que conste la ausencia de signos compatibles con la enfermedad COVID-19.