Por Karin Hiebaum
Corresponsal Internacional
El Sumo Pontífice solicitó «transparencia» de parte de la diócesis.
El Papa ha pedido a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores que «anualmente» preparen un informe con «las iniciativas de la Iglesia para la protección de los menores y adultos vulnerables» en relación con los casos de abusos en la Iglesia, al tiempo que ha constatado que, allí donde hay datos fiables, estos hechos han descendido en los últimos años. También ha reclamado «transparencia a las diócesis».
Si bien ha reconocido que ésta puede ser una tarea «difícil al principio», Francisco ha asegurado que es necesario aportar «un informe fiable sobre lo que está sucediendo y lo que debe cambiar, para que las autoridades competentes puedan actuar».
En este sentido, ha asegurado que un informe de este tipo será un factor de «transparencia y responsabilidad» ya que «ofrecerá una información clara» sobre los progresos de la Iglesia en este ámbito. «Si no hay avances, los fieles seguirán perdiendo la confianza en sus pastores, lo que hará cada vez más difícil el anuncio y el testimonio del Evangelio», ha avisado.
«Las semillas sembradas empiezan a dar sus frutos. La incidencia de los abusos a menores por parte del clero ha mostrado un descenso durante varios años en aquellas partes del mundo donde se dispone de datos y recursos fiables», ha asegurado Francisco en la audiencia con los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores que ha concluido esta semana su asamblea plenaria.
Francisco se ha centrado en las necesidades más inmediatas que la Comisión puede ayudar a resolver, especialmente para «el bienestar y la atención pastoral de las personas que han sufrido abusos». De este modo, ha instado a la comisión del Vaticano que se ocupa de la tutela de los menores a «supervisar, en diálogo con las conferencias episcopales, la creación de centros especiales en los que las personas que han sufrido abusos y sus familias puedan encontrar acogida y escucha y ser acompañados en un camino de curación y justicia».
Del mismo modo, ha elogiado su labor al señalar que «los menores y las personas vulnerables están hoy más seguros en la Iglesia». En su alocución a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, ha asegurado que el «camino de la curación» de las víctimas «es largo y difícil» al tiempo que ha condenado que «el abuso, en todas sus formas, es inaceptable».
«El abuso sexual de los niños es especialmente grave porque ofende a la vida cuando está floreciendo. En lugar de prosperar, la persona maltratada queda herida, a veces de forma indeleble», ha manifestado.