Matías Kulfas le hizo frente a Cristina Kirchner y a los funcionarios de La Cámpora denunciándolos por presuntas irregularidades en la licitación de los caños del gasoducto Néstor Kirchner y el presidente Alberto Fernández le pidió que renuncie al cargo de ministro de Desarrollo Productivo, puesto para el que fue elegido el embajador en Brasil, Daniel Scioli.
El exgobernador bonaerense trabaja como diplomático desde 2020. Estaba cómodo en Brasil y su trabajo era destacado hasta por opositores. Llegó a recomponer las relaciones con la gestión de Jair Bolsonaro, después de una elevada tensión política con Fernández. En medio de la polémica con Cristina, el Presidente lo llamó y le pidió que se quede en Buenos Aires, a donde había venido para estar en el acto por los cien años de YPF.

Fernandez-y-Kulfas-1024x495-1

Es el cambio doce que Fernández hace en el equipo de 32 funcionarios que presentó el 7 de diciembre de 2019 en Puerto Madero. El 40% de aquellos ya no está en su puesto original, sin contar con el lamentable fallecimiento de Mario Meoni en abril de 2021.
Todos los funcionarios removidos están identificados como «albertistas». El Presidente nunca echó a un ministro que responda a Cristina Kirchner. Y cuando intentó sacar a un subsecretario (Federico Basualdo) en 2021, la presión de La Cámpora hizo retrotraer la decisión.

El despido de Kulfas

Fernández y Cristina no se hablan desde el 1 de marzo. El gobierno está políticamente roto. No hay tregua. Tras semanas de guerra fría, el sábado estalló otro fuego cruzado que terminó con una baja para el jefe de Estado: Kulfas, uno de los funcionarios de su mayor confianza.
En 2018, cuando a Fernández ni pensaba en ser candidato a Presidente, se juntaba con Kulfas a hablar del país y de música. Comparten una pasión: la guitarra. El ahora ex funcionario le ha enseñado al Presidente sus gustos por Jimi Hendrix, David Gilmour y Jimi Page.
Su acercamiento se dio por medio del Grupo Callao, el think tank que armaron en febrero de 2018 jóvenes economistas y politólogos con el padrinazgo de quien hasta ese momento era conocido como el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner e hipercrítico de Cristina.
La mesa la ocupaban Santiago Cafiero, Miguel Cuberos, Guillermo Chávez, Todesca Bocco y Miguel Peirano. Hasta mayo de 2019, todos se lamentaban ante una eventual candidatura de Cristina. El 19 de ese mes, ella lo anunció a Alberto y en Callao se cayeron de espaldas.
Había sido en octubre de 2018 cuando el propio Fernández acercó a Kulfas al Grupo Callao. Y en 2019, tras la noticia que dio Cristina, lo sentó a su derecha ‘siete por veinticuatro’ en la oficina que tenía en la Calle México, en el Barrio porteño de San Telmo.
Kulfas fue quien le dio forma a la política económica de la cual hablaba Fernández en dialecto rudimentario por su formación como abogado penalista. Y hasta ofició de vocero en los peores momentos para la gestión oficial: salió a defender cuando hasta los propios cascoteaban.
Ahora quedan otros funcionarios muy cercanos al Presidente a los que el kirchnerismo tiene en la mira: Martín Guzmán, ministro de Economía; Claudio Moroni, ministro de Trabajo; y Miguel Pesce, presidente del Banco Central.

La causa del despido

El viernes les llegó a periodistas de Infobae y La Nación un texto sin firma. Era un supuesto off the record que respondía al pedido que Cristina le había hecho a Fernández en el acto de YPF para que «use la lapicera», es decir, que gobierne como ella quiere.
Aunque sin dar nombres, ese off contempla una denuncia grave contra la empresa Energía Argentina (ENARSA, ex IEASA), que está conducida por Agustín Geréz, quien es integrante de La Cámpora y cercano a Máximo Kirchner.
La denuncia señala que Geréz y otros funcionarios de la secretaría de Energía, entre los que está Basualdo, «fijaron las condiciones para darle la construcción de las cañerías del gasoducto de Vaca Muerta a Techint».
«Los que no usaron la lapicera como corresponde fueron los funcionarios de IEASA (designados por Cristina). Ellos armaron un pliego de licitación a la medida de Techint y de la chapa que el grupo fabrica en Brasil, de 33 milímetros de espesor. Si hubieran puesto 31 milímetros, como son los gasoductos en Europa, se podría haber provisto caños desde otra firma que produce en Villa Constitución (Laminados industriales SA)», dice el texto.
Y también señala que las válvulas para el gasoducto fueron adjudicadas a una empresa importadora cuando había una local que ofrecía «condiciones similares», incumpliendo así la ley de Compre Nacional. «En definitiva, los que están usando incorrectamente la lapicera son los funcionarios de Cristina», concluye el texto.
Esto explotó como una bomba en Enarsa, que sacó un comunicado en el que dice que todo es una «mentira» orquestada por el «ministerio de Producción», es decir, Kulfas. No había dudas que había sido él. Tras el acto de YPF y en declaraciones a la radio AM750, hizo declaraciones exactamente iguales a aquel texto polémico, con la denuncia incluida.
La vicepresidenta lo tenía atragantado a Kulfas, quien en 2016 había publicado el libro «Los tres kirchnerismos, una historia de la economía argentina 2003-2015?, editado por Siglo XXI. En el mismo se habla de los aciertos y errores en materia económica y social, pero el grueso de las críticas apunta a lo ocurrido entre 2010 y 2015, en gestión de Cristina.
El sábado, el mensaje de Enarsa fue compartido por la vicepresidenta: «Muy injusto y, sobre todo, muy doloroso que este tipo de ataques lo ejecuten funcionarios del propio gobierno del Frente de Todos. Lo peor de todo: sin dar la cara, en off, mintiendo y utilizando periodistas. Con errores y aciertos, siempre hablé y actué de frente. Penoso».
Minutos después, Fernández compartió el «malestar» expresado por la vicepresidenta y dijo que confía en la «integridad moral y en la idoneidad de quienes llevan adelante la licitación» del gasoducto Néstor Kirchner, que unirá Vaca Muerta con Buenos Aires. Añadió que «es éticamente reprochable hablar en off en desmedro de otro». Llamó al ministro, ratificó que el off era de él y lo echó.