Cada 21 de junio se conmemora el Día Mundial de Lucha Contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) con el objetivo de mantener viva la búsqueda de la causa, el tratamiento y la cura de esta enfermedad.
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA), es un trastorno neurodegenerativo progresivo y actualmente incurable que causa debilidad muscular y discapacidad. Produce daño en las neuronas motoras y las vías de conexión entre el cerebro y la médula espinal llevando a la pérdida progresiva de la fuerza muscular.
Actualmente tiene una incidencia anual de 1 a 3 casos por cada 100.000 personas.
“Si bien no existe un tratamiento específico hasta el momento, sino que depende del grado de avance de la enfermedad en cada individuo hay algunos tratamientos que pueden ayudar a aliviar sus síntomas y contribuir a una mejor calidad de vida del paciente. Estos consisten en medicamentos, terapias físicas, terapias de lenguaje para quienes tienen dificultades para hablar, entre otros,” señala la Dra. Valeria El Haj.
Signos y síntomas
Los signos y síntomas de la ELA varían mucho de una persona a otra, según qué neuronas estén afectadas, entre ellos:
– Dificultad para caminar o realizar actividades diarias normales.
– Tropezones y caídas.
– Debilidad en las piernas, los pies o los tobillos.
– Debilidad o torpeza en las manos.
– Dificultad para hablar o problemas para tragar.
– Calambres musculares y espasmos en brazos, hombros y lengua.
– Llanto, risa o bostezos inapropiados.
– Cambios cognitivos y de comportamiento.
“Con frecuencia comienza en las manos, los pies o las extremidades y luego se extiende a otras partes del cuerpo”, explica la especialista.
A medida que la enfermedad avanza y las células nerviosas se destruyen, los músculos se debilitan. Esto eventualmente afecta la masticación, la deglución, el habla y la respiración. Generalmente no hay dolor en los estadios tempranos y es poco común en los estadios avanzados.
Causas y factores de riesgo
La enfermedad afecta las células nerviosas que controlan los movimientos voluntarios de los músculos, las neuronas motoras se deterioran gradualmente y dejan de enviar mensajes a los músculos, por lo que éstos no pueden funcionar.
“Como dijimos anteriormente, la enfermedad se desarrolla por una combinación entre factores genéticos y ambientales. En cuanto a factores de riesgo, la posibilidad de sufrirla aumenta con la edad, y es más común entre los 40 y mediados de los 60 años”, señala El Haj.
Antes de los 65 años, la esclerosis lateral amiotrófica es un poco más común en hombres que en mujeres, pero esta diferencia de sexo desaparece después de los 70 años. El tabaquismo es un factor de riesgo ambiental reconocido de la esclerosis lateral amiotrófica y también puede afectar la exposición a toxinas ambientales.
El diagnóstico se realiza por observación clínica del médico, quien evalúa los distintos síntomas que presenta el paciente, y quien además puede indicar una serie de pruebas adicionales, pero no existen pruebas específicas para un diagnóstico certero.
La consulta médica temprana y el manejo multidisciplinario serán, como siempre, de gran importancia para mejorar la calidad de vida del paciente y su familia.
La atención de los pacientes con ELA es un desafío para el sistema de salud.