Liliana Caldini, la madre de sus hijas Antonella y Ludmila, falleció ayer.
La salud de Cacho Fontana estaba bastante deteriorada. Se había contagiado por primera vez de Covid-19 en 2020 y además había atravesado cuadros de neumonía.
En 2019 tuvo que ser internado tras sufrir una caída en el baño de un restaurante, luego de participar de una entrevista televisiva en la que, entre otras cosas, reconoció sin ambages que el alcohol y las drogas lo llevaron al ostracismo en uno de los mejores momentos de su brillante carrera como animador y conductor.
Encontró el consuelo en una sucesión de reconocimientos recientes y el reencuentro con su hábitat natural, la radio, a través de participaciones especiales con su sello en Nacional y el regreso, aunque en cuentagotas, a lo que más le gustaba hacer en la vida: leer al aire avisos comerciales.
Su voz se mantuvo inconfundible hasta el final.
Fontana nació en el barrio porteño de Barracas el 23 de abril de 1932 y durante muchos años fue un locutor de voz límpida e inconfundible, icono de los micrófonos desde su debut en radio en 1950 hasta la década de 1990, cuando comenzó como animador en el cabaret Chantecler, en la calle Paraná al 400, cuartel general de la orquesta de Juan D’Arienzo, y también en el café Tango Bar.
Luego dio su salto a la radio como locutor suplente de Julio César Barton (1950) y reemplazó al entonces notorio Jaime Font Saravia como animador de “El relámpago”, programa que se desarrollaba en la redacción de un diario.
Entre 1955 y 1966 fue la voz emblemática de Radio El Mundo, luego ingresó a Rivadavia e integró el equipo de José María Muñoz y Enzo Ardigó que relató el Mundial de Fútbol de Inglaterra, en el que participó la Argentina y fue el último que se transmitió solo por radio y no por televisión.
Tuvo un éxito singular con “Fontana Show”, emitido por Rivadavia, que se transmitió durante más de 15 temporadas y un brillante pasaje por la televisión en “Odol pregunta”, entre 1963 y 1973, entre otros hitos de una extensa trayectoria.