A mayor es el miedo, mayor es el peligro
Después de pandemia y los problemas de orden social, político, jurídico, ambiental, de inseguridad y de crisis de todo orden, han generado miedos, temores e incertidumbres. El miedo está presente en la vida pública con sus factores adversos que nos conducen, muchas veces, a ver las cosas peor de lo que son, provocando descontrol y ausencia de decisiones.
Sabemos que el miedo es una reacción biológica innata y nos alerta de los peligros y amenazas. Según los entendidos, el miedo se localiza en la amígdala cerebral. La amígdala es la sede principal del miedo y es el núcleo de las decisiones y del autocontrol. El miedo tiene sus reacciones que favorecen y desfavorecen. Por ejemplo, el miedo paralizador nos anula frente a la realidad al bloquear la razón, lo que incapacita y destruye; además, genera malestar, ansiedad, inseguridad, vulnerabilidad; cambios conductuales y trastornos psicológicos. Este tipo de miedo mata la mente, tal como se advierte en la célebre novela DUNE de Frank Herbert donde la letanía contra el miedo reza así: “No debo tener miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estaré yo”.
No obstante, el miedo intuitivo es captador de información que nos previene de peligros, nos sirve para meditar sobre lo que podemos, debemos y tenemos que hacer ante cualquier amenaza. El miedo intuitivo, cognitivo y heurístico es el que debemos fortalecerlo y potenciarlo para tener buenos resultados, porque es un miedo preventivo, alentador, inductor de la reflexión y nos estimula a enfrentar las crisis actuales. Pero también el miedo es utilizado como estrategia política para atemorizar a los electores con falsas acusaciones al contrincante o, para imponer medidas antipopulares atemorizando a la oposición.
En su obra El Miedo a la Libertad de Erich Fromm descubre que el hombre ha ido adquiriendo más y más libertad, alejándose de la represión. Sin embargo, el hombre se ha visto obligado, por la manipulación de los medios de comunicación, a adquirir una sola forma de pensar, creando individuos autómatas, sin opinión y sin capacidad de análisis. Joanna Bourke en su obra El Miedo afirma que “somos más miedosos que en el siglo XIX porque la sociedad de la información nos ha acercado más a ellos”. Hay miedos que se han globalizado como el terrorismo. Se apela al discurso del terrorismo como recurso político de dominación, control y sometimiento. Es el caso de la administración de George Bush (hijo) que utilizó en su política interna y externa el terrorismo como argumento de disuasión y generó una serie de alertas que mantuvieron a la sociedad norteamericana asustada y en tensión.
La práctica política actual utiliza al miedo en el control de la vida social y como elemento coactivo sociopolítico. Cuando mayor es el miedo, mayor será el peligro. Hay que superar los miedos porque hasta la dignidad está en peligro. “Tener dignidad significa el respeto que tú tienes contigo mismo y el valor que te das como persona; eso impide que te usen, te abusen o te manipulen. Cuando se tiene dignidad, nadie podrá lastimarte, humillarte o usarte a su antojo porque sabrás poner límite a toda clase de abusos”.