Todos los 25/11 desde 2020 se celebra en varias partes del mundo, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas abrazó esta fecha para sus Estados miembros dando por bueno un sintagma que se convirtió en un dogma laico indiscutible como lo fuera siglos atrás el geocentrismo: la Violencia de Género.
¿Qué significa VIOLENCIA DE GENERO?
Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo. Constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca.
Se entiende por violencia de género cualquier acto violento o agresión, basados en una situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres que tenga o pueda tener como consecuencia un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas de tales actos y la coacción o privación arbitraria de la libertad, tanto si ocurren en el ámbito público como en la vida familiar o personal. (Ley 11/2007, del 27 de julio, gallega para la prevención y el tratamiento integral de la violencia de género).
El concepto «violencia de género» da nombre a un problema, que incluso hace poco, formaba parte de la vida personal de las personas; era considerado un asunto de familia que no debía trascender de puertas para fuera y, por lo tanto, en el que no se debía intervenir. Entender la violencia como un asunto personal refuerza a las mujeres a una situación de subordinación respeto del hombre e implica asumir las relaciones de poder historicamente desiguales entre ambos y a través de las cuales se legitima al hombre a mantener su status-quo de la dominación incluso a través de la violencia. Esta percepción contribuye a que las mujeres no denuncien su situación por miedo, vergüenza o culpabilidad.
La discriminación de las mujeres y la violencia de género (como la manifestación más brutal de las desigualdades entre hombres y mujeres) es un problema que traspasa fronteras y que está presente en la mayor parte de los países del mundo con la particularidad de que las vivencias del maltrato son enormemente parecidas en todos los lugares y culturas.
Debe recordarse que la violencia es una estrategia de relación aprendida, no es innata. Si esto fuera así, todas las personas serían violentas o todas las personas ejercerían la violencia de la misma manera y en el mismo grado; sin embargo, no siempre la empleamos en nuestras relaciones: hablamos, negociamos, pactamos, tratamos de comprender el punto de vista de la otra persona y finalmente llegamos a un acuerdo, aunque no obtengamos el que en principio queríamos.
Los maltratadores son selectivos en el ejercicio de la violencia, lo que demuestra que son capaces de controlarse en cualquier otra situación.
Lo que se determina como una violencia que se produce contra una mujer por el hecho de ser mujer y por ningún otro motivo. Se trata de una interpretación de la realidad que no tiene el menor asidero científico, no asiste a esta afirmación ningún estudio, prueba empírica o estadística y sin embargo la imposición del concepto es la clave que puede terminar con el pacto democrático sobre el que se sustenta nuestra vida social. Ese pacto que resolvía los conflictos de forma particular, entre los individuos, como es la norma con cualquier delito. Al aceptar que todo homicidio, agresión, vejación, menosprecio o insulto hacia una mujer es violencia de género si la comete un varón lo que se está diciendo es que hay conductas que constituyen delito específico si y sólo si las lleva a cabo un colectivo especial dentro de una sociedad. Es la base filosófica del apartheid racial.
Si te sientes identificada con alguna de las siguientes manifestaciones, estás siendo víctima de maltrato
Sean cuales sean las formas en que se manifiesta el maltrato, siempre busca un mismo objetivo: erosionar la autoestima de la mujer con fin de que el agresor aumente su grado de poder y control sobre ella.
Hay muchas formas de violencia contra las mujeres, aquí acercamos algunas indicaciones para poder identificarlas.
Violencia física
Incluye cualquier acto de fuerza contra el cuerpo de la mujer, con resultado o riesgo de producir lesión física o daño: golpes, quemaduras, pellizcos, tirones de pelo, picadas, empujones, lanzamiento de objetos, uso de armas, intentos de estrangulamiento, intentos de asesinato, intentos de provocar abortos…
El maltrato físico es el más evidente y el más fácil de demostrar; aun así, no es preciso que se requiera atención médica o que tenga efectos visibles en el cuerpo. Es muy probable que empiece con un simple golpe o bofetada.
Violencia psicológica
Incluye toda conducta, verbal o no verbal, que produzca en la mujer desvalorización o sufrimiento: insultos (expresiones como: estás loca, eres una histérica, ignorante, atrasada, fea); menosprecios (expresiones como: no sirves para nada, no eres capaz de hacer nada bien, mala madre, si no fuera por mí donde irías?..); intimidaciones / amenazas (expresiones como: te voy a matar, vete/vete de la casa, te voy a quitar los/las niños/niñas, te voy a hundir..); abuso de autoridad ( como por ejemplo: registra tus cosas, revisa tu correo, preguntas cosas como “con quién estuviste hoy?”, llegaste 10 minutos tarde…); falta de respeto (no respeta tus necesidades, sentimientos, opiniones, deseos y manipula lo que dices, destruye objetos de especial valor para ti, ignora tu presencia, te desautoriza delante de los niños/niñas..); exige obediencia (no quiere que la mujer trabaje fuera de la casa, no quiere que estudie, quiere que se vista cómo él quiere, le controla el tiempo, le pregunta «a que hora llegas?», le dice “quita esa ropa y te viste cómo Dios manda”…); utilización de las hijas e hijos (amenaza con quitarle las/los menores, los amenaza y los maltrata, le obliga a que se desnude, culpabiliza constantemente a la madre); castigar con el silencio e incomunicación (el silencio reiterado pode llegar a herir tanto como las palabras); culpabilizar a la mujer de todo lo que ocurre en la casa de modo que al final ella piensa que es la culpable de todas las situaciones de tensión; mostrar celos (acusar constantemente de ser infiel y coquetear con otros hombres, impedir relaciones con amigos/as y familiares, aislar la mujer de todo su entorno…).
El maltrato psíquico es el más difícil de detectar, dado que sus manifestaciones pueden adquirir gran sutileza; no obstante, su persistencia en el tiempo deteriora gravemente la estabilidad emocional, destruyendo la autoestima y la personalidad de la mujer.
Violencia sexual y abusos sexuales
Incluyen cualquier acto de naturaleza sexual forzada por el agresor o no consentida por la mujer, y que abarcan la imposición, mediante la fuerza o con intimidación, de relaciones sexuales no consentidas, y el abuso sexual, con independencia de que el agresor guarde o no relación conjugal, de pareja, afectiva o de parentesco con la víctima.
Acoso sexual
Incluye aquellas conductas consistentes en la solicitud de favores de naturaleza sexual, para sí o para una tercera persona, en las que el sujeto activo se valle de una situación de superioridad laboral, docente o análoga, con el anuncio expreso o tácito a la mujer de causarle un mal relacionado con las expectativas que la víctima tenga en el ámbito de la dicha relación, o bajo la promesa de una recompensa o de un premio en el ámbito de esta.
El tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación
Incluye la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, especialmente de mujeres y niñas, que son sus principales víctimas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, o rapto, o fraude, o engaño, o abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas similares. Independentemente de la relación que una a la víctima con el agresor y el medio empleado.
Violencia económica
Incluye la privación intencionada, y no justificada legalmente, de recursos para el bienestar físico o psicológico de la mujer y de sus hijas e hijos o la discriminación en la disposición de los recursos compartidos en el ámbito de la convivencia de pareja.
El maltratador considera que la mujer es incompetente y que no administra bien o gasta el dinero en cosas innecesarias, por lo que no puede tomar decisiones sobre el destino del gasto.
La Mantra o Sello de género
Según estos temas previamente mencionaos, nace la Ley Micaela que establece la “capacitación obligatoria en género y violencia de género”. Actualmente y gracias a esta ley (la 27.499) todas las personas que se desempeñan en la función pública, en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación, más los que dependen de los gobiernos provinciales y municipales, los docentes, no docentes y alumnos universitarios y otros ingentes grupos de seres que se descuentan incapaces de distinguir entre el bien y el mal, están obligados a repetir como loros el mantra de género si no quieren que les ocurra lo siguiente:
Art. 8° – Las personas que se negaren sin justa causa a realizar las capacitaciones previstas en la presente ley serán intimadas en forma fehaciente por la autoridad de aplicación a través y de conformidad con el organismo de que se trate. El incumplimiento de dicha intimación será considerado falta grave dando lugar a la sanción disciplinaria pertinente, siendo posible hacer pública la negativa a participar en la capacitación en la página web del Instituto Nacional de las Mujeres.
¿Tienen idea de lo que se viene? En el país donde se prohíbe el registro de violadores, se amenaza a los ciudadanos que se nieguen a ser adoctrinados en la perspectiva de género, con formar parte de un listado público de ofensores de un dogma sagrado. Cursar el adoctrinamiento Micaela es obligatorio también para estudiar o para obtener un título. La presión del lobby feminista va logrando que cada vez más instituciones y empresas se sumen a la liturgia incomprobable.
Fue promulgada el 10 de enero de 2019. Establece la capacitación obligatoria en género y violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública, en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Por curiosidad, Micaela García, la entrerriana de 21 años asesinada en el año 2017 en cuyo honor se nombra a la ley, fue víctima de Sebastián Wagner, un violador serial que debería haber estado preso de por vida, pena máxima a la que se oponen los movimientos de la izquierda feminista como se oponen al registro público de estos chacales. En el presupuesto ideológico de la Ley Micaela, su asesino es Wagner pero sólo como representante del colectivo masculino que ejerce sistemáticamente una violencia estructural contra las mujeres. Una relación de fuerzas sociales que va más allá de los individuos como Wagner. Un engranaje conspirativo que los varones no controlan y del cual pueden ser tanto víctimas como agresores.
No se tiene en cuenta, que, con esta Ley, se logra un incremento al odio frente al genero opuesto, y la inhibición de crear y formar relaciones naturales y sinceras. Esta medida provoca una inhibición de sentimientos y estructura en la forma de actuar.
Las vueltas e idas
Este planteamiento sostiene que la violencia estructural contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad y la injusticia social.
Pero la desigualdad no es inevitable. Ha llegado el momento del cambio. Un mundo mejor está a nuestro alcance. Un mundo en el que las mujeres y las niñas puedan decidir sobre su futuro y las personas vivan libres del yugo de la pobreza. Un mundo en el que todas las personas tengan la oportunidad de prosperar.
La vuelta no es absurda ya que intenta trasladar la relación entre hombres y mujeres al esquema marxista de la lucha de clases, de suerte tal que no tiene lógica cargar contra ellos (los violadores) como individuos, ya que son sólo piezas de una maquinaria que los condiciona y oprime. Cada vez que el feminismo tiene que defender a un violador que sale de sus filas utiliza el mismo hilo argumentativo. Los hombres, todos, (volvemos a la filosofía apartheid) son agentes de una estructura social machista. Son culpables todos porque son agentes de un proceso social que les viene dado. Así, la estructura social es la que sustenta la violencia de todos los hombres y no su responsabilidad individual. O sea, estimados, que no es necesario que los hombres actúen con violencia para que lo sean. Están al horno.
Lo que, si lleva a un gran problema sociopolítico, es la visión tercermundista, de una agenda socialista, en donde se define este tema como La injusticia social es el desequilibrio en el reparto de los bienes y derechos sociales en una sociedad. La injusticia social se produce en todos los ámbitos de la sociedad.
Como describió Karina Mariani en su artículo de 2020, “quienes se han opuesto y han objetado el adoctrinamiento de la ley Micaela han sido señalados como negacionistas. Otros pilares fundacionales de nuestro pacto democrático caen aquí por tierra: los derechos a la libertad de pensamiento, de culto, de trabajo, a la privacidad y a la no discriminación. Cuando las promotoras de la doctrina de género dicen: “nos están matando”, establecen que existe un colectivo hombres que se dedica a atentar sistemáticamente contra las mujeres porque odia, simplemente, esa condición. ¡Mas discriminación que eso, difícil eh!”
“Las leyes de violencia de género atentan contra el principio fundamental de la democracia liberal: la igualdad ante la ley. La ley Micaela es un adoctrinamiento vil que viola este principio al establecer el delito de autor, una aberración que se suponía extinta pero que en nuestro Congreso encontró eco. Gracias a la Ley Micaela se obliga a los ciudadanos a repetir que toda relación hombre/mujer es una relación de poder asimétrico en donde el varón somete estructuralmente a la mujer. A esta quimera la llaman: El Heteropatriarcado”, analizo Mariani.
La espiritualidad de la violencia de género no es inocente dado que sirve para meter a la política en el ámbito privado politizando, claro está, relaciones y vínculos. El ahínco con que el totalitarismo pretende adoctrinar a todos los ciudadanos en todos los ámbitos posibles es muy funcional. Si terminamos dando por cierto que la raíz de todos nuestros problemas anida en la violencia estructural machista, no habrá más remedio que invadir la intimidad de los sujetos para erradicarla (como siempre, por nuestro bien).
Si nos dejara alguna enseñanza esta Ley
La Ley Micaela establece la capacitación obligatoria en género para todas las personas que integran los tres poderes del Estado nacional, así como para los distritos e instituciones que adhieran. Lleva el nombre de Micaela García, una joven entrerriana que fue víctima de femicidio en 2017, como símbolo y recordatorio
Según la periodista Mariani, el concepto es la estrella más fulgurante de la ingeniería social porque es el puntapié inicial para la transformación de toda la sociedad. Todo el aparato cultural y educativo acepta este extravío sin chistar. La ministra de educación de CABA, injustamente atacada por mostrar la realidad del sector sindical docente es, a su vez, una promotora de la perspectiva de género, idea tan nefasta como los militantes que se ensañaron con ella. Se trata de una verdad revelada que nadie quiere desmentir.
¿Hay Machismo encubierto?
¿Alguna vez has escuchado o leído algo como: por qué no se habla también de la violencia contra los hombres? ó ¿Por qué hacer leyes específicas para las mujeres, si la violencia es violencia y eso es lo importante? ¿Por qué las “feminazis” insisten en hacernos creer que la vida de un hombre vale menos que la vida de una mujer? ¿Por qué hay movimientos como #Niunamenos? ¿Por qué no tratamos a la violencia de la misma forma tanto en hombres como en mujeres?
Aparentemente todo lo anterior puede parecer correcto y hasta “justo”, pero en el fondo es un discurso manipulador de muchos hombres inconscientes, y que generan empatía, incluso, en muchas mujeres.
¿Será verdad que las mujeres nos hemos convertido en “atacantes” de los pobres varones estigmatizados?
¿En verdad la lucha de las mujeres por la igualdad, discrima a los hombres?
¿Somos privilegiadas por exigir leyes y mecanismos que nos protejan en la calle, en los trabajos y hasta en nuestros propios hogares?
¿Estamos locas por sentir miedo a cualquier hora del dia sin importar el lugar en el que nos encontremos?
¿Exageramos cuando algunos sujetos se sienten con el derecho de acosarnos, atosigarnos y ofendernos a través de eso que llaman “piropos”?
¿En verdad los hombres, por el solo hecho de serlo, también padecen las mismas situaciones abusivas y violentas que nosotras las mujeres?
¿Acaso sus derechos se vulneran de las mismas formas y con la misma frecuencia que los derechos de las mujeres?
Estas y otras preguntas deben ser respondidas con honestidad y objetividad para comprender la verdadera situación que las mujeres, tanto en este país como en cualquier otro, padecemos. Veamos…
Según un informe del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), la violencia contra las mujeres y las niñas es la forma más extendida y común de violación de los derechos humanos en el mundo. Ésta puede darse en cualquier ámbito, la escuela, el hogar, el lugar de trabajo… y afecta a mujeres de toda condición social y también, de toda nacionalidad.
La violencia que se ejerce contra las mujeres es la principal causa de muerte o minusvalía entre las mujeres de 16 a 44 años, según el Banco Mundial, que en un informe de evaluación de riesgos concluyó que las violaciones y la violencia doméstica son, en ese segmento de edad, mucho más peligrosos para las mujeres que el cáncer, los accidentes de tráfico, la guerra o la malaria.
Que una característica biológica (el sexo en este caso) sirva para adjudicar derechos, privilegios o, por caso, segregar a las personas no es sólo un error politico. Ofrecer créditos, subsidios y acciones de discriminación positiva es volver sobre lo peor del machismo de siglos atrás al considerar que la mujer es el sexo débil, vaya paradoja. Tristemente, determina una visión lúgubre del futuro de la mujer esa sociedad soñada y diseñada por el feminismo ya que se asienta sobre la idea de que da igual lo que se haga, no hay salida para las pobrecitas. El Estado, mal que les pese, es por definición un tutor sólidamente asentado en la asimetría estructural de roles. ¡Más Estado, más patriarcado! Una mueca soez del destino.
Va de suyo que nunca ninguna deconstrucción será suficiente y la formación continua jamás dará los frutos pretendidos. Es necesario que se cree un ejército de zombies repitiendo sin sesgos de duda el dogma de género para transformar la sociedad, y eso… eso es mucha plata. La Ley Micaela es la cantera de donde surgieron redes de asociaciones que dan contenido a la norma para que “amplíen la voz de las mujeres”.
Según la periodista Karina Mariani, la instalación del dogma de la violencia de género no es gratis y se riega con dinero público. El proyecto de Presupuesto 2021 contempla un gasto total de 1,3 billón para distintas áreas de gobierno que llevan adelante políticas de género. La desproporción con lo que se destina a salud, educación o seguridad habla a las claras del poder de los nuevos Torquemadas. El tongo de género se va a llevar el 15,2 % del total del presupuesto, 3,4 % del PIB argentino. Se entiende por qué los promotores se aferran al constructo de género con los colmillos y acusan de “negacionista” a quien ose cortarles el grifo. La Ley Micaela posibilita una intrincada agencia de colocaciones, paraguas para la gran familia feminista.
¿Vivimos con un pecado mortal?
El drama del adoctrinamiento en las aulas es mucho más profundo que una foto de Evita Perón o Cristina (Wilhelm) Fernández de Kirchner en un manual escolar y será potenciado de forma procaz por la Ley Micaela que apoyaron por igual todas las fuerzas políticas. Recordemos que contradecirla es pecado mortal, de suerte tal que ya no existirá la libertad de cátedra ni de investigación en cuestiones de “género”. Para dar clases y para recibirse primero las personas deben hincarse ante esa escritura sagrada. Es confuso porque esta atmósfera de imposición mata el espíritu de debate abierto de la ciencia. La educación tiene, en este siglo, temas prohibidos, áreas que están vedadas y en las que aventurarse es un riesgo. No se contentan con monopolizar el debate, los inquisidores del género directamente lo anulan. En la Universidad de Buenos Aires hasta los porteros tienen que aprobar su cursito de género.
Sabemos que estamos perdiendo la democracia y el respeto de la constitución, cuando la segregación y la censura salen del corazón de las mismas instituciones que deben alentar la investigación y la discusión, es necesario reconocer que empezamos a ser adoctrinados en todos los ámbitos de nuestra vida.
La Ley Micaela representa la claudicación de los valores morales, tradicionales, liberales y persigue lo que es imposible: la seguridad absoluta. El mundo es malvado y lo es para todos. Las carradas de dineros volcados a las leyes de género no han obtenido resultados porque el diagnóstico es falaz y porque no era la seguridad de las mujeres lo que pretendían sino su tutela. No hay un sexo bueno y otro malo, como no hay uno fuerte y otro débil. La fuerza, la voluntad, la valentía y la bondad; al igual que la maldad, el sadismo y la imbecilidad están repartidos (afortunadamente) de forma igualitaria entre hombres y mujeres. La hermenéutica de género logró un dislate temerario: la Ley Micaela que tiñe todo con un estigma de género ve a cada paso una agresión de lo masculino hacia lo femenino. Semejante fanatismo es el definitivo quiebre de nuestro pacto democrático.
En conclusión, padres dialoguen con sus hijos ampliamente. Que este dialogo familiar aclare bien a los menores, que la contención y educación viene de la familia, a través del diálogo amplio y el respeto. El colegio no es el lugar de educación coma sino solo de formación a nivel cultural. Cuiden que nunca se pierdan los valores de la comunicación coma el amor, el respeto por la naturaleza y como realmente venimos a este mundo punto independientemente de la religión que tenga cada familia coma que nunca se pierda la fe en Dios y la oración en familia.