¿Hasta qué punto puede una mujer sentirse tan inferior? Quizás me salgo del contexto de apoyo tradicional a estos movimientos como #MeToo, #TimesUp, entre otros. Sin embargo, conozco familias donde se cometió femicidio. No lo viví, pero las historias son reales y están ahí. Agradezco los valores y capitalización de principios con los que me criaron, pues me han permitido verme en perfecta condición de igualdad toda la vida, sin la más mínima intención de competir con un género opuesto. No por sumisión, sino porque nunca me pasó por la cabeza sentirme inferior a nadie.
He sufrido abuso emocional, por suerte nunca físico. Pero también hay abuso emocional cuando competimos con otras mujeres que nos demuestran que no somos suficiente si tenemos menos busto y que nos invitan a cuestionarnos sobre nuestras apariencias, haciéndonos pensar en un “yo lo logro todo con un cuerpo bonito”. Esto suele darse mucho en nuestros países, casi siempre al precio de una cabeza vacía. No solo los hombres abusan de las mujeres, hay más abuso psicológico de mujer a mujer en el diario.
Por otro lado, creo firmemente que la mujer ya goza de lo que reclama, pero su sistema de aprendizaje la limita a ver sus alcances y grandezas a nivel de impacto profesional. Su crianza es la que no le permite concebir su propia trayectoria de crecimiento en todos los ámbitos. Somos las mujeres las que ocupamos puestos de designación salarial y decidimos pagar menos a una mujer que a un hombre, porque no nos atrevemos a sentirnos merecedoras, tenemos mente de pequeñez porque nos enseñaron a ser dependientes y hoy son las dependientes las que exigen lo que no son capaces de autogenerarse.
He visto este tema muy de cerca y es más complejo de lo que parece. Mujeres inseguras reclamando lo que no son capaces de ejercer. Las capaces no reclaman, van y lo hacen, punto. Esto es un tema de doble moral muchas veces. Es imprescindible tocar las fibras del ser humano. Una propuesta para lograrlo es incorporar programas de revaloración a la estima que ayuden a romper esquemas y patrones en los hogares, las escuelas, etc.
Hace años, había enfermedades que luego de ser descubierta su cura, ya no representan una amenaza para la población. El tema de igualdad de género es una enfermedad que ha conseguido cura, pero no todo el mundo tiene la capacidad de tomarse la medicina. Es el talento, la falta de miedo y el convencimiento lo que nos ayuda a lograr posiciones y consideraciones pertinentes.
Si nos vamos al valor de la mujer en la industria publicitaria, no es un secreto que ha sido una industria dominada por hombres. Sin embargo, cada día notamos la incorporación de mujeres, simplemente porque se atrevieron. Es que las mujeres nos lo pensamos demasiado para atrevernos, nosotras queremos que todo el entorno laboral se ajuste a nuestras vidas y no pensábamos antes cómo nos ajustábamos nosotros a ello. Si la mayor compensación es hacer lo que amas y ponerlo al servicio de otros.
Es obvio que una mujer publicista ama la publicidad, el tema es atreverse a decir presente. Mientras más nos creamos capaces, más nos atreveremos a incorporar piezas más humanas. Porque las mujeres nos ocupamos de entender mucho de la emocionalidad y esto hará que logremos conectar mejor a la audiencia y a las marcas. Un futuro de agencias y clientes llenos de mujeres será seguramente un futuro más cerca de lo esencial, a pesar de las innovaciones y tecnologías. Eso da esperanzas pensarlo.
Una campaña que me encantó es “Lo que mamá no quiere” para Oechsle, de Señor z. Entiendo que llevó un mensaje que estábamos locas por gritar hace tiempo. Nos pasa a diario a las mujeres, no somos capaces de activar nuestro merecimiento y es esa la realidad que nos está alejando de nuestros deseos y objetivos.
¿Mi invitación es a preguntarnos cuál es la lucha y contra quién? El reclamo constante no es más que la muestra fehaciente de lo débil que nos sentimos y la debilidad no es un status que nos han asignado. Es una cultura de baja autoestima por falta de conocimiento. Es la educación en valores y en inteligencia emocional, la única herramienta consciente que podemos incorporar para salir de esa nube en la cual nosotras mismas por un rasgo cultural no hemos instalado, lejos de nuestros merecimientos.
La mejor campaña es la innovación en las escuelas para trabajar el respeto mutuo y autoestima, para aprender a interpretar estos valores sin acusar ni responsabilizar a nadie a menos que así por efecto lo amerite. Trabajemos los censores erróneos de educación y crianza que llevamos dentro con programas de reaprendizaje que instalen valor y veremos un mejor futuro en todas las industrias con mujeres y hombres más felices que es lo que al final nos dicta la vida que hagamos. ¡Ser Feliz!!