La Palabra me dice…A cada uno de nosotros Dios nos regaló la vida. Nuestro peregrinar por este mundo es importante en la medida que nos damos a los demás. Es decir, nuestra vida es como una lámpara que fue hecha para iluminar al mundo (y no para quedarnos en la comodidad del recipiente).

Gracias al regalo de la fe, nosotros los cristianos estamos llamados a contribuir con el Reino del Padre, siendo así instrumentos, llevando luz a todas partes. La fe nos ayuda a consolar, socorrer a los demás pero, por sobre todo, nos da valentía ante tanta oscuridad.

Con corazón salesiano
Juan Bosco miraba a cada joven que se acercaba al Oratorio con ojos de fe. Sabía que en cada uno de ellos había una chispa de bien. Es así que nos resulta interesante pensar cómo esa mirada de fe iluminaba cada relación. Además, la presencia de Don Bosco era lámpara para tantos que se encontraban “rotos”. Don Bosco iluminaba las oscuridades de los jóvenes.

Ojalá podamos acrecentar cada vez más la certeza de que “Dios nos puso en este mundo para los demás”. Si Juan Bosco fue luz radiante para otros es porque se supo instrumento de Dios.

A la Palabra, le digo
Gracias Señor por el regalo de la fe. Ayúdame a ser una lámpara que no tenga miedo a la oscuridad. Dame la gracia de ser siempre un instrumento tuyo.

Bendecido lunes para todos!