Los propios activistas climáticos reconocen que su meta es derrocar el mercado e imponer políticas económicas socialistas.

Karin Silvina Hiebaum – International Press

Los propios activistas climáticos reconocen que su meta es derrocar el mercado e imponer políticas económicas socialistas.

Los líderes mundiales se reúnen en Egipto para hablar sobre el cambio climático. Esta vez, su atención gira en torno a las demandas de los países pobres que piden dinero para combatir tal emergencia. Basándonos en más de cincuenta años de experiencia con los programas de «ayuda al desarrollo», uno puede predecir fácilmente dónde terminará el dinero: en el bolsillo de gobernantes corruptos de África y otras latitudes.

Muchos de los llamados activistas del cambio climático no están realmente preocupados por el clima y el medio ambiente. Para ellos, estas banderas son meros instrumentos en la lucha contra el capitalismo, su verdadero objetivo. Tomemos el caso de Greta Thunberg, que llevaba tres años paseándose por foros internacionales para defender que su propósito de vida era salvar al mundo del cambio climático, pero ahora reconoce que la meta de los activistas climáticos debe ser «derrocar todo el sistema capitalista», que según ella es responsable del «imperialismo, la opresión, el genocidio y el extractivismo racista». Al calor de estos mensajes surgen también sectas como «Last Generation», que también reconocen abiertamente que su objetivo es la abolición del capitalismo.

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Si uno examina la trayectoria de los principales activistas anticapitalistas puede ver rápidamente cómo aprovechan el medio ambiente como argumento para atacar el mercado y la propiedad. Naomi Klein, famosa por sus escritos contra el capitalismo y la globalización, ha reconocido que no tenía ningún interés particular por los temas relacionados con el cambio climático. Sin embargo, en 2014, escribió un voluminoso tomo de 500 páginas titulado Esto lo cambia todo: el capitalismo frente al clima. ¿Por qué de repente se interesó tanto por estos temas? Ella misma lo explica: «en parte, me he visto impulsada a un compromiso más profundo [con el tema del cambio climático] porque me he dado cuenta de que podría ser un catalizador para generar formas de justicia social y económica en las que yo ya creía». En este sentido, confía en «un nuevo tipo de movimiento climático que ayude a emprender la lucha contra el libre mercado». Klein rechaza explícitamente la aplicación de soluciones eficientes y respetuosas con el medio ambiente, como la energía nuclear, porque no le interesan en absoluto las soluciones que permitan reforzar la protección de la naturaleza en el marco del capitalismo.

Klein reconoce que el cambio climático presenta una oportunidad para «usar colectivamente la crisis y dar el salto a un sistema que será, francamente, mucho mejor que el que tenemos ahora». También sostiene que «el cambio climático podría convertirse en una fuerza catalizadora para un cambio positivo (…) y podría ser el mejor argumento que hemos tenido los progresistas (…) para recuperar la democracia y alejarla de la corrosiva influencia corporativa, bloqueando nuevos acuerdos de libre comercio y abriendo las fronteras a los inmigrantes». La crisis climática podría «formar la base de un poderoso movimiento de masas» que debería fijarse los siguientes objetivos:

«Ampliar radicalmente los bienes comunes»
«Introducir una economía cuidadosamente planificada»
«Cambiar casi todo sobre nuestra economía»
«Introducir nuevos impuestos y nuevos programas de obras públicas»
«Revertir las privatizaciones»
«Extinguir la industria más rica y poderosa que el mundo haya conocido: la industria del petróleo y el gas»
«Controlar con qué frecuencia conducimos, con qué frecuencia volamos, si nuestra comida tiene que ser transportada por avión para llegar a nosotros, si los bienes que compramos están construidos para durar, qué tamaño deben tener nuestras casas…»
«Acometer un reordenamiento fundamental de los componentes del Producto Interno Bruto»
«Reducir la inversión privada y evitar producir para un consumo excesivo»
«Aumentar el gasto público»
«Financiar muchas más medidas de redistribución»
Klein acepta la sugerencia de que el 20% acomodado de una población asuma los recortes más duros para crear «una sociedad más justa». Argumenta al respecto que «nuestro sistema económico y nuestro sistema planetario están en guerra» y la única respuesta adecuada es «un cambio revolucionario a la hegemonía política y económica».

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Estas citas son representativas de muchas otras declaraciones similares recogidas en el libro de Klein y confirman que los anticapitalistas sólo están superficialmente preocupados por el medio ambiente y el cambio climático. Su objetivo real es eliminar el capitalismo y establecer una economía planificada dirigida por el Estado. Por eso rechazan sistemáticamente todo tipo de soluciones eficientes que protegerían el medio ambiente y mitigarían los riesgos del cambio climático, porque saben que serían compatibles con el sistema económico imperante, que es el capitalismo que tanto odian.

Cada año, la Heritage Foundation clasifica a los países de todo el mundo según su libertad económica. Es una especie de índice de capitalismo. Este análisis muestra que los países más económicamente libres registran también las puntuaciones más altas en el Índice EPI de la Universidad de Yale, que mide el grado de desempeño medioambiental de las distintas naciones del mundo. En promedio, su nota es de 76,1 puntos, mientras que los países con un nivel medio-alto de libertad económica también obtienen 70,2 puntos. En cambio, los países con una libertad económica menos pronunciada reciben una nota media de 59,6 puntos en dicho informe, mientras que los países con niveles medio-bajos y bajos de apertura al capitalismo reciben 46,7 y 50,3 puntos en el Índice de Libertad Económica. Con más mercado hay mejor conservación del medio ambiente, y viceversa.

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La tesis de que muchos activistas climáticos están menos preocupados por el medio ambiente que por explotar este problema para abolir el capitalismo e introducir una economía planificada no es, de ninguna manera, una insinuación maliciosa. Más bien, los propios activistas climáticos admiten públicamente que esa es su meta. Sólo hay que leer lo que escriben y escuchar lo que dicen «activistas» como Greta Thunberg o Naomi Klein. Hace tiempo que se han quitado la máscara.

Hablaremis con el meteorólogo alemán Dr. Peter Bechtold el jueves 2/3 a las 15 hs de Europa

This Thursday, March 2 in Eurogalactica we will count with the participation of the German Meteorologist Dr. Peter Bechtold.
www.Galactica.com.ar
The interview will be in English!

Peter Bechtold
Senior Scientist
Department of Research, Earth System Modeling Section, Physical Processes Group

Profile
Publications
Overview:
Peter Bechtold is a Principal Scientist in the Earth System Modeling Section of the ECMWF Research Department and is responsible for developments in convection. He also deals with all aspects related to the impact of convection on the general circulation as well as the impact of gravity waves in the stratosphere.
Professional interests:
Numerical weather forecasting
Tropical meteorology
Atmospheric moist convection and turbulence
Physical parameterizations
Career Path:
Education
Studies in Physics and Meteorology at the Universities of Karlsruhe (Germany) and Clermont-Ferrand (France).
Doctorate in Meteorology from the University of Clermont-Ferrand (1992).
Qualification at the Paul Sabatier University of Toulouse (1998).
Professional
Charge de Recherche CNRS, Observatoire Midi-Pyrénées, Toulouse (1992-2002)
On research leave at the Dutch meteorological service KNMI (Utrecht, The Netherlands, 1996-1997) and at the University of Lisbon (Portugal, 2002).
Joined ECMWF in 2002 as senior scientist and became senior scientist in 2015.

External recognitions
CNRS bronze medal