Karin Silvina Hiebaum – International Press
Sabiamente: “Si ‘quieres’ a una flor, la arrancas para tenerla contigo, y si ‘amas’ a una flor, la riegas todos los días y la cuidas”. Esta enseñanza budista, nos inspira hacer un ejercicio de introspección, de manera, de poder autocriticarnos porque puede ser, que estemos confundiendo el querer con el amar.
Querer y amar son dos palabras que usamos con frecuencia sin estar muy claro lo que implican decirlas. A veces creemos que son similares, pues no, hay una amplia diferencia entre ellas. Cuando sepamos lo que decimos, eso será un recurso para exteriorizar lo que realmente sentimos cuando le decimos a alguien que la queremos o amamos. De modo, que dejemos de confundir el querer con el amar y viceversa, ya que, como consecuencia de esta confusión llenamos nuestro morral emocional de falsos “te quiero” y de vacíos “te amo”. Es por eso, que es necesario que sepamos diferenciar entre querer y amar.
En lo personal, el estar leyendo detenidamente de nuevo el libro “El Principito” escrito por el aviador francés, Antoine de Saint-Exupéry, me encendió esa lucecita con su voz silenciosa desde mi limitado intelecto, para desarrollar el tema de hoy, “Diferencia entre querer y amar”, sin duda, esto es una realidad emocional que nos confunde a casi todos en un momento u otro de nuestra vida.
Paso a copiar esa cautivadora enseñanza de “El Principito”: “Te amo –le dijo el Principito. –Yo también te quiero –respondió la rosa. –Pero no es lo mismo –respondió él, y luego continuó. –Querer es tomar posesión de algo o alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para complementarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes”.
“Querer es esperar, es apegarse a las cosa y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces cuando no tenemos reciprocidad, hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
En cambio, amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no con posesión egoísta, sino estar en silenciosa compañía. Es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar”
“-Ahora lo entiendo -contestó la rosa, después de una larga pausa.
–Es mejor vivirlo -le aconsejó el Principito”… Fin de la cita.
En mi muy humilde reflexión final, pienso: que el “querer”, es muy común en la primera etapa del enamoramiento, en que las parejas pasan mucho tiempo juntas; de manera, que las seducciones, encantos e ilusiones, están a flor de piel y por lo general estos son efímeros, ya que pueden desaparecer repentinamente, al dejar de cumplir una de las partes con lo acordado. En cambio, en el “amar”,las relaciones de pareja suelen iniciar de manera romántica y con el pasar del tiempo, el vínculo evoluciona y con ello determinados valores como el respeto, la solidaridad, la tolerancia y la cooperación mutua, dándoles a las relaciones un recurso básico, para que se forme un ambiente que perdure en el tiempo.
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¡Un abrazo lleno de bendiciones! ¡Hasta el próximo miércoles, Dios mediante!