En un año electoral Bergoglio pone al frente de la Iglesia Católica a uno de “los suyos”, con fuertes vínculos con el oficialismo.

Aunque Jorge Bergoglio nunca haya hecho el viaje de Roma (Italia) a Buenos Aires (Argentina) desde que fue electo como líder de la Iglesia Católica y tomara el nombre de” Francisco”; no pierde oportunidad para intervenir directa o indirectamente en la “vida política” de nuestro país.
No son sólo gestos, como el de recibir permanentemente a dirigentes kirchneristas (muchos de ellos con causas pendientes en la Justicia, o condenados), o hacer demostraciones públicas y notorias de sus preferencias políticas en sus expresiones de desagrado con dirigentes de la oposición y de alegría complaciente con el oficialismo – hasta el punto de autodenominarse un Papa “peronista” – sino también en acciones concreta que tienen implicancias directas en la vida institucional del país.

Operador político

Como si se tratara de un tablero de ajedrez, Bergoglio mueve las piezas a su disposición en el “tablero nacional”, y juega el juego de la política.

La actitud del Papa con relación al país se analizado tanto en círculos políticos y eclesiásticos de diversas maneras.

En este contexto se ha oído decir: Francisco sueña con ser un Juan Pablo II (el polaco Karol Józef Wojtyla) quien no sólo definió el futuro de Polonia apoyando al líder sindical Lech Walesa para su llegada a la presidencia en 1990; sino que tamComo si se tratara de un tablero de ajedrez, Bergoglio mueve las piezas a su disposición en el “tablero nacional”, y juega el juego de la política.
La actitud del Papa con relación al país es analizada tanto en círculos políticos y como eclesiásticos de diversas maneras.
En este contexto se ha oído decir: Francisco sueña con ser un Juan Pablo II (el polaco Karol Józef Wojtyla) quien no sólo definió el futuro de Polonia apoyando al líder sindical Lech Walesa para su llegada a la presidencia en 1990; sino que también fue protagonista clave en la caída del muro de Berlín.
Aunque obviamente parados desde una ideología y formación distinta a la de Wojtyla; Bergoglio toma este modelo de “hombre de la Iglesia” comprometido con la realidad social y política de su tiempo. Como le ocurriera a Juan Pablo II, Francisco recibe críticas en la órbita Vaticana; pero también han generado cierto recelo en la sociedad argentina. Es una suerte de “líder político y religioso mundial, y un operador político de cabotaje”, ironizan sus detractores.
Pero esta frase no está muy alejada de la realidad, y se pudo evidenciar en las últimas horas cuando designó como Arzobispo de Buenos Aires – virtualmente la máxima autoridad del catolicismo en el país – a Jorge Ignacio Cuerva, quien hasta el pasado 26 de mayo era el obispo de la diócesis de Río Gallegos (que abarca Santa Cruz y Tierra del Fuego). En una decisión “sorpresiva”, Francisco puso en primera línea, en un año electoral definitorio para el país, a un obispo con lazos muy cercanos con dirigentes kirchneristas y además referente del movimiento denominado “Curas Villeros” abiertamente afín al oficialismo. Lo de operador político está claro.bién fue protagonista clave en la caída del muro de Berlín.

Aunque obviamente parados desde una ideología y formación distinta a la de Wojtyla; Bergoglio toma este modelo de “hombre de la Iglesia” comprometido con la realidad social y política de su tiempo. Como le ocurriera a Juan Pablo II, Francisco recibe críticas en la órbita Vaticana; pero también han generado cierto recelo en la sociedad argentina. Es una surte de “líder político y religioso mundial, y un operador político de cabotaje”, ironizan sus detractores.

Pero esta frase no está muy alejada de la realidad, y se pudo evidenciar en las últimas horas cuando designo como Arzobispo de Buenos Aires – virtualmente la máxima autoridad del catolicismo en el país – a Jorge Ignacio Cuerva, quien hasta el pasado 26 de mayo era el obispo de la diócesis de Río Gallegos (que abarca Santa Cruz y Tierra del Fuego). En una decisión “sorpresiva”, Francisco puso en primera línea, en un año electoral definitorio para el país, a un obispo con lazos muy cercanos con dirigentes kirchneristas y además referente del movimiento denominado “Curas Villeros” abiertamente afín al oficialismo. Lo de operador político está claro.

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Religión y política

La noticia del nuevo cargo de García Cuerva se conoció el viernes pasado, casi paralelamente al último acto público de quien es ahora su predecesor, Mario Poli. El Arzobispo “saliente” presidió el Tedeum del día de la Patria en la Catedral de Buenos Aires y allí frente al Presidente Alberto Fernández y el Jefe de Gobierno porteño, Rodríguez envió un discurso con reproches a la política en donde advirtió a los candidatos sobre los perjuicios de “la confrontación que busca culpables” en un contexto de “descrédito y debilitamiento de nuestra democracia”. Las palabras fueron claras; tanto como las acciones: los organizadores obviaron invitar a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Tal vez ese sea el modelo de democracia de la que hablaba Poli.
Es sabido que históricamente la iglesia Católica y sus representantes han tenido un rol importante en la vida institucional del país. Ya desde la primera Junta de Gobierno Patrio hubo un integrante religioso: Manuel Maximiliano Alberti. De este modo, la iglesia que siempre había sido parte de la vida institucional del Virreinato, ponía un pie en la insipiente revolución. De allí en mas, el vínculo entre el “poder” (la política) y la “religión” (la iglesia) fue indivisible. Pero sin entrar en cuestiones históricas sobre los “problemas de convivencia entre ambos”, y otros debates; lo cierto es que, en la actualidad, con un “Papa Argentino”, la cosa es más que anecdótica: si el Papa “estornuda” en Roma; en argentina la institución Católica “se resfría”.

El cálculo y la oportunidad

Cuando el papa Francisco designó a Jorge Ignacio García Cuerva (de 55 años) como nuevo arzobispo de la arquidiócesis de Buenos Aires, en reemplazo de Mario Poli; pese a la sorpresa de muchos, tenía en claro a quién y porqué lo ponía al frente de la organización religiosa más importante del país.
Cabe mencionar que el 76,5% de los argentinos se declara católico; es decir unas 34 millones de personas.
Nacido en 1968 en Río Gallegos (Santa Cruz), García Cuerva tiene una extensa y ascendente “carrera” dentro de la Iglesia; pese a su “juventud” comparado con otros prelados argentinos.
De su “Currículum Vitae” se puede mencionar que estudió Filosofía y Teología en el seminario de la diócesis de San Isidro y fue ordenado sacerdote en 1997, en la catedral de San Isidro, por monseñor Casaretto, otro religioso de amplia actividad social y de alto perfil.
García Cuerva es licenciado en Teología y Derecho Canónico; y abogado. Con el correr de los años, el flamante Arzobispo pasó por distintos lugares: Vicario en la “Villa Cava”, párroco de Santa Clara de Asís en El Talar, de Tigre; vicepresidente de Cáritas diocesana de San Isidro, asesor y secretario de la Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria de la Conferencia Episcopal Argentina; además de capellán en algunos centros penitenciarios de la provincia de Buenos Aires. Básicamente un “conocedor” del “territorio” denominado Conurbano Bonaerense.
De su paso por la localidad de “Tigre” se pueden mencionar dos hechos que lo expusieron más allá de su labor “pastoral”: Su amistad con el entonces intendente Sergio Massa (actual Ministro de Economía y candidato a Presidente por el kirchnerismo) y con Malena Galmarino, esposa de Massa y actual presidente de AySA; además de ser quien bautizó en una ceremonia religiosa polémica a los hijos de Florencia de la V; la mediática conductora del programa “Intrusos en el Espectáculo” quien junto a su pareja Pablo, habían “subrogado un vientre” tras elegir a una mujer en Estados Unidos. “
“En Estados Unidos no tienen este prejuicio que tenemos nosotros con la Iglesia”, había dicho De la V en el programa de televisión de Susana Giménez, tal vez anticipándose a las dificultades que podrían encontrar en el país; pero fue García Cuerva quien se ofreció a dar el “Sacramento” y de allí creció su popularidad.
Más allá de este anecdotario, hay dos hechos concretos que ponen al actual Jefe de la Iglesia católica en Argentina dentro de un “plan” de Bergoglio que se pudiera adaptar a la coyuntura nacional. El Papa sabe que para que la “cosas marchen” debe poner a uno de los suyos. Este “cura villero” con “vínculos políticos en el conurbano” y “joven” era el candidato perfecto. Solo faltaban dos pasos: dejar en claro hacia afuera y hacia adentro que García Cuerva tenía su respaldo. Vale mencionar que en noviembre de 2017 lo nombró obispo titular de Lacubaza y auxiliar de Lomas de Zamora, el “bastión” de Martín Insaurralde (uno de los protegidos y preferidos de Cristina Kirchner) actual jefe de Gabinete de Ministros del Axel Kichilof en la provincia de Buenos Aires. Tras recibir la “consagración episcopal” el 3 de marzo de 2018, en enero del año siguiente, Francisco lo nombró obispo de Río Gallegos e inició su ministerio pastoral el 23 de marzo de ese mismo año. Está claro y fue evidente su buena relación con Alicia Kirchner (y familia) y su habilidad para no tocar temas que molestaran a la gobernadora en momentos en que la gestión provincial era desastrosa.
Pero hay otro dato fundamental: el 20 de julio de 2021, el Papa lo nombró miembro del Dicasterio para los Obispos del Vaticano; y allí comenzó a cimentarse el estrecho vínculo.
El mismo García Cuerva recordó su paso por “Santa Marta” (residencia comunitaria del Vaticano) en donde durante un mes compartió diariamente con Bergoglio. “Me recibió con toda la de delicadeza de un padre. Tenía que venir a trabajar a la Congregación de los obispos y me dijo ´por qué no compartimos más lo cotidiano´, en términos más familiares”, dijo al regresar a Río Gallegos.
De este modo, el nuevo Arzobispo había realizado el trayecto ordenado por Bergoglio y ahora comenzaría la etapa final de la preparación hacia la arquidiócesis de Buenos Aires.

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El juego de la política

Su trayectoria religiosa es extensa, pero nadie dentro de la iglesia lo tenía como posible integrante de la “terna” que siempre se maneja desde Roma. Pero este referente de los denominados “Curas Villeros” tenía el perfil que precisaba Francisco para “estar, y no estar” a la vez. Poli había sido una transición, tras la sorpresa de su designación como Papa. Tras limar asperezas con el “kirchnerismo”, luego de los “años de Macri”, la fallida etapa de “Volvimos mejores” del gobierno de Alberto y Cristina; la coyuntura es dura y el futuro incierto para el oficialismo. Pero ahí está Francisco y sus señales.
Nada es casual en las acciones de Bergoglio; más bien es obvio. Confirmó que regresará a la Argentina, el mismo día que anunció que García Cuerva será el nuevo Arzobispo.
La respuesta a su negativa a regresar el país en todos estos años se la dio al portal de noticias Infobae y sonó a una vaga justificación.
“Se iba a ir primero a Chile, después a Argentina y Uruguay. El plan era ese. ¿Pero qué sucedió? Que [Michelle] Bachelet terminaba su gobierno y las elecciones eran precisamente por esa época. Entonces tuvimos que pasar Chile a diciembre y ya ir en enero a Argentina y a Uruguay. En enero no encontrás ni al gato, ¿viste? Entonces se cambió el programa y se hizo Chile y Perú. Y quedaron Argentina y Uruguay para después. Y ese después es lo que estamos esperando [de] la coyuntura”, dijo a ese medio digital.
Pero en esa misma entrevista, Bergoglio también dio otra pista: “A veces la visita de un Papa puede ser usada, en todos los lugares. Que no sea usada ni para un lado ni para otro. Por eso en tiempo electoral no se hacen viajes en los países, para evitar que la presencia sea usada por el partido gobernante para una reelección o algo por el estilo”.
Eso está claro; y lo confirmó Lech Walesa en referencia al impacto que tuvo el Juan Pablo II; en su visita a Polonia, allá promediando la década de los 80.
“Imagine lo que significaba para este país! Y cuando vino a visitar Polonia, centenas de miles de personas salieron a las calles. Hasta los dirigentes comunistas, que se arrodillaban ante el Papa; muchos se habían olvidado de cómo hacer la señal de la cruz, pero se la hacían.
El Papa fue un regalo de Dios, nos hizo recuperar la confianza en los valores básicos, como el poder de la verdad. Yo llevaba veinte años de activismo y tenía cuarenta colaboradores, después tuve cuarenta mil. Al año siguiente de la visita del papa llegamos a diez millones de afiliados sobre 12 millones de trabajadores”, recordaba el fallecido ex Premio Novel de la Paz.
Francisco sabe que este año será definitorio, en términos políticos y sociales para la Argentina. Pero él fue previsor y estratega – como todo buen Jesuita – y preparó a quien deberá sortear la “tormenta del año electoral”, y si puede “incidir” un poco para un “resultado amigable”.
El nuevo Arzobispo tiene vínculos políticos, tiene conocimiento territorial y además no pertenece al “viejo staff” de Obispos.
Institucionalmente su control comprende el territorio de la ciudad de Buenos Aires y la isla Martín García, con una superficie total de 203 kilómetros cuadrados, y una población de 3.120.612 habitantes, de los cuales se estima que más del 80 por ciento son católicos.
Según el Anuario Pontificio 2022, la arquidiócesis porteña cuenta con 186 parroquias, 188 iglesias y capillas, un total de 764 sacerdotes (446 del clero diocesano y 318 del clero religioso), 6 diáconos permanentes, 76 hermanos, 43 seminaristas mayores, 1.430 religiosas y 663 centros educativos. Pero el Arzobispo tiene “per se” ascendiente sobre toda la “estructura”.
No se trata de especulaciones; o de un análisis “conspiranoico”; es lo que ha mostrado Bergoglio desde que llegó a Roma; sus gestos, sus declaraciones, sus silencios y sus acciones concretas. Decir que nombrar al obispo de Río Gallegos como Arzobispo, es “un guiño” hacia el Kichnerismo, es un eufemismo; lo cierto es que el Bergogio movió las piezas y jugará el juego de la política.