Karin Silvina Hiebaum – International Press

Fue en febrero cuando, en el mayor de los secretos, comenzaron a reunirse los emisarios de Patricia Bullrich con los de Ricardo López Murphy, anticipando así una cumbre entre ellos durante los primeros días de marzo.
En esa oportunidad, «Pato» chorreaba simpatía y no dudó en elogiar a su contertulio por sus presuntas virtudes. Pero el motivo del encuentro con él no fue precisamente poner sobre el tapete las coincidencias que los unían sino otra cuestión: la precandidatura de ambos a la presidencia del país en las PASO de Juntos por el Cambio (JxC).

Sí. Porque en esos días -que ahora parecen muy remotos–, El «Bulldog» se soñaba en el Sillón de Rivadavia. Un anhelo casi surrealista para quien supo edificar su carrera política con un blooper institucional: su calamitosa gestión en el Ministerio de Economía del gobierno de Fernando de la Rúa. Ya se sabe que de allí fue eyectado a los 14 días, en medio de protestas por los bestiales recortes presupuestarios que decretó. Pero aquel papelón lo llevó al elenco estable de los «candidatos profesionales a lo que sea»; tanto es así que, durante las últimas dos décadas, pretendió una vez ser elegido como jefe de Gobierno de la CABA, dos como legislador nacional y dos para Presidente (obteniendo en el segundo intento el 1,43% de los votos). Recién en 2021 logró una banca en la Cámara de Diputados a manera de premio consuelo. Y ahora volvía a batallar por la primera magistratura. Hasta su reunión con Bullrich.

Esa mujer, con un tacto poco común en ella, pudo entonces disuadirlo con una pregunta mágica: ¿Cómo te ves, Ricardo, gobernando la Ciudad? Al tipo le brillaron los ojos.

Nadie entonces llegó a suponer que aquella había sido la primera escena de una comedia shakesperiana.

El asunto tenía sus dobleces. Porque Bullrich nunca había ocultado su preferencia por Jorge Macri para ese sitial. Aún así, en aquella ocasión le hizo creer al pobre López Murphy lo contrario. Resultaba obvio que su objetivo era correrlo de sus ansias presidenciales para que no le reste votos en la elección interna de JxC. Es más, ella sospechaba que su gran rival, Horacio Rodríguez Larreta, no había sido ajeno a esa precandidatura del Bulldog.

Pero en este punto hubo un problemita no debidamente previsto. Es que, en su esquema original, la lista de Republicanos Unidos –el partido fundado y dirigido por él– contemplaba, junto a su propia postulación, la del legislador porteño, Roberto García Moritán –más conocido por «Pampito» por ser esposo de la modelo Ana Carolina Ardohain, «Pampita»– para ocupar la jefatura del Gobierno de la Ciudad.

Al respecto, Bullrich quiso saber:

–¿Este muchacho no pondrá reparos por este cambio?

La respuesta de López Murphy fue tajante:

–De ninguna manera. El sabe que en el partido mando yo.

Y remató la frase con una sonrisa cargada de suficiencia.

En este punto es necesario retroceder al otoño de 2008. Fue cuando lo echaron de Recrear, el primer partido que había fundado. Ello ocurrió luego de denunciar irregularidades, falta de transparencia y fraude por parte del sector interno que encabezaba su discípulo, Esteban Bullrich.

El Bulldog jamás le pudo perdonar semejante traición.

Pues bien, esta breve remembranza viene a cuento de que el esposo de Pampita no se la dejó pasar.

Lo cierto es que la resistencia de este individuo con cejas perpetuamente enarcadas y boca contraída en una mueca también inalterable, sorprendió al avezado economista. Hasta entonces, sin descuidar la administración de sus dos emprendimientos gastronómicos «Pampito» sólo descolló por los debates que solía mantener en las redes sociales con ciudadanos desconocidos y por un proyecto legislativo que todavía defiende con uñas y dientes: la demolición del edificio del ex Ministerio de Obras Públicas para «mejorar el tránsito en la Avenida 9 de Julio», según su propia fundamentación. Sin embargo, López Murphy se vio arrinconado por él en alianza con otro personajillo inefable: Yamil Santoro. La estrategia de ambos fue muy simple: proponer competirle en una interna partidaria previa a las PASO. Ello bastó para que, luego de un breve cruce de cartas documento e impugnaciones judiciales, el Bulldog reculara a los gritos.

«Ante las canallescas operaciones de un minúsculo grupo de trepadores y traidores –aseguró– me veo obligado a aclarar que mi precandidatura a jefe de Gobierno se encuentra más firme que nunca».

En otras palabras, fue la segunda vez que este individuo era expulsado por sus otrora adláteres de un partido político que él mismo fundó. Una hazaña digna del Libro Guinness de los Records.

Pero fiel a sus dichos, ahora busca a contrarreloj algún espacio político dentro de JxC para consumar lo que le queda de sus caprichos proselitistas.

De hecho, acaba de tener un encuentro con Oscar Moscariello, el exjefe del PRO en la Legislatura –y alfil de Bullrich–, quien le ofreció anotarse bajo la sigla de su sello, el Partido Demócrata Progresista (PDP).

Mientras tanto, Pampito no descarta su precandidatura a presidente de la Nación, un rumor que provocó la furia de Bullrich.

De acuerdo a versiones que circulan en su entorno, ella sospecha que el marido de Pampita y Santoro recibieron apoyo económico de Larreta para, en primer lugar, sostener la ilusión del Bulldog de llegar al principal despacho de la Casa Rosada y, después, al limitar su ambición a la jefatura de la Ciudad, borrarlo de un plumazo. Un juego de ajedrez entre ratas. «

Realmente Larreta una Rata!!!