Debate abierto sobre el Pacto de Estabilidad y los inmigrantes

Karin SIlvina Hiebaum

Italia y Alemania están listas para elaborar un Plan de Acción. Previsto para mediados del año pasado, a finales de 2023 llegará la firma del pacto que reforzará el eje entre Roma y Berlín, reforzando además la triangulación con Francia, ya vinculada por acuerdos de cooperación reforzada a los otros dos países.



El anuncio lo hicieron la premier Giorgia Meloni y el canciller Olaf Scholz tras la reunión en el Palazzo Chigi, en Roma, en la que se confirmó el perfecto alineamiento sobre el tema Ucrania y se destacó el interés común en el plan de un “hub” energético en el que trabaja el ejecutivo italiano, mientras se mantienen las distancias en el nuevo Pacto de Estabilidad (la primera ministra presiona por la flexibilidad, el canciller germano no lo mencionó en las declaraciones conjuntas) y en parte también sobre el dossier migrante.
Es que Scholz subrayó la importancia de las soluciones a nivel europeo, pero destacando que su país acogió a “un millón de ucranianos y otros 240.000 refugiados”.
Especialmente en temas sobre los que hay diferentes puntos de vista, el Plan de Acción será útil. Entre otras cosas, prevé consultas periódicas sobre expedientes estratégicos en cinco campos: crecimiento, competitividad y empleo; política exterior y de seguridad; agenda verde y protección del clima; Europa y el estado de derecho; cultura y sociedad civil.
“Italia es para nosotros un socio importante y un amigo confiable”, fueron las palabras escogidas por Scholz, quien en declaraciones a la prensa en el Palazzo Chigi comenzó con una declaración de solidaridad con la región Emilia Romagna afectada por las inundaciones.
Tonos inevitablemente diferentes de aquellos con los que sus socialdemócratas alemanes antes de las elecciones, apoyando al Partido Demócrata de Enrico Letta, denunciaron el peligro de victoria del “partido posfascista” de Meloni. Después de la votación, se necesitaron algunos meses para superar la desconfianza mutua. Entre las cumbres internacionales y la reunión bilateral del 3 de febrero en Berlín, se estableció una relación entre ambos gobiernos bajo la bandera del pragmatismo, mientras en paralelo volaban andanadas entre París y Roma.


El canciller Olaf Scholz y el presidente Sergio Mattarella reunidos en Roma
El acuerdo sobre el apoyo a Kiev “mientras sea necesario” es sólido. También es decisiva la apuesta por llevar adelante el proyecto del corredor SoutH2, que conectará en el futuro los flujos de hidrógeno verde de Italia, Alemania y Austria. Luego está el acuerdo ITA-Lufthansa, un “testimonio de hasta qué punto los intereses nacionales” de Roma y Berlín “pueden converger también a nivel estratégico”, apuntó Meloni tras el acuerdo bilateral, que se produjo mientras en Luxemburgo se intentaban superar la obstáculos para un acuerdo in extremis sobre el Pacto por la migración y el asilo. Lo que finalmente se plasmó.
Alemania se preocupa sobre todo por la gestión de las deslocalizaciones. “No ayuda señalarnos unos a otros, tenemos que cooperar”, apuntó Scholz subrayando la necesidad de “corredores legales para personal calificado” y repatriaciones para aquellos que no tienen derecho a quedarse.
“El tema de los movimientos secundarios sólo se resuelve gestionando los movimientos primarios”, es la receta en la que insiste Meloni, quien pide “atención a los reclamos de los países más presionados”. Y a los que se preocupan por los dos barcos de ONG detenidos por las autoridades italianas, les responde: “En los últimos meses, bastante solos, hemos estado corriendo a lo largo y ancho del Mediterráneo para salvar vidas”. “El reto, añadió, es hacer este trabajo juntos”. Y con este paradigma Meloni ha organizado el segundo viaje a Túnez en unos días: el domingo acudirá allí con Ursula von der Leyen y el holandés Mark Rutte, con la esperanza de acelerar la ayuda europea y desbloquear el acuerdo entre Túnez y el FMI.
La necesidad de fortalecer la UE impulsando el voto mayoritario y la defensa común, y la de estimular el crecimiento controlando el pago de la deuda sin volver a la austeridad, fueron entonces algunos de los temas del encuentro cara a cara entre el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y Scholz que, antes yendo al Quirinale, disfrutó de un capuchino en la Piazza di Pietra.
Mientras tanto, Meloni recibió a Shavkat Mirziyoyev, el primer presidente uzbeko que realiza una visita oficial a Italia desde el año 2000: una cita histórica, en la que los dos países relanzaron las relaciones a nivel de asociación estratégica