Karin Silvina Hiebaum – International Press
Molesto por los insultos de Milei, el Papa Francisco congela su viaje a Argentina
La fuerza electoral de Milei, que hace campaña con un estilo repleto de insultos y descalificaciones y una especial obsesión con el socialismo y el comunismo, impediría un viaje que estaba casi confirmado
Los insultos y descalificaciones del candidato a presidente Javier Milei llevaron al Papa Francisco a congelar un viaje largamente postergado: a su país, Argentina, que no pisa desde que lo dejó en 2013 para convertirse en el jefe de la Iglesia Católica.
«Seguramente el Papa no irá a un lugar donde no le inviten, donde puedan usar o complicar su visita para conveniencias políticas o donde las autoridades desprecien su presencia», dijo Víctor Manuel Fernández, el prefecto para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y hombre muy cercano a Francisco.
Fernández señaló a la «ultraderecha», en referencia a Milei, en declaraciones a un sitio religioso, «Religión Digital», ampliamente difundidas en Argentina. La reacción llegó apenas días después de que Milei, un ultraliberal populista que ganó las primarias presidenciales en agosto, atacara con dureza al Papa en una entrevista con el periodista ultraconservador Tucker Carlson.
«El Papa juega políticamente, tiene fuerte injerencia política, ha demostrado gran afinidad con dictadores como Castro y Maduro, está del lado de dictaduras sangrientas», dijo Milei durante la entrevista que el estadounidense difundió en la red social «X».
Cuando Carlson repreguntó si Raúl Castro, ex presidente cubano, es un asesino, Milei dijo que sí, y fue más allá: «Y Fidel Castro también era otro asesino».
El representante de Dios en la Tierra tiene «afinidad con los comunistas asesinos», según Milei. «De hecho no los condena, es bastante condescendiente con ellos, y también con la dictadura venezolana. Es condescendiente con todos los de izquierda, aún cuando sean verdaderos criminales, lo cual es un problema».
El propio Papa pareció referirse elípticamente a Milei en una entrevista con la señal de noticias C5N al hablar de «un político nuevo, que hablaba lindo, que sedujo a la gente» y que «se llamaba Adolfo».
«Todos votaron a Adolfito, y así terminamos», dijo en referencia al dictador nazi Adolfo Hitler. «Yo le tengo miedo a los salvadores sin historia. Cuando se viene un salvador sin historia, sospechá».
Y, en el regreso del reciente viaje a Mongolia, el Papa abrió dudas sobre el viaje a Argentina que debía hacer en 2024, ya con 87 años: «Les digo la verdad: para mí ahora hacer un viaje no es tan fácil como al principio, hay limitaciones para caminar y esto limita. Pero ya veremos».
La fuerza electoral de Milei, que hace campaña con un estilo repleto de insultos y descalificaciones y una especial obsesión con el socialismo y el comunismo, impediría un viaje que estaba casi confirmado.
Semanas atrás, Jorge Bergoglio hizo llegar el mensaje a sus interlocutores habituales en su país para que difundieran la novedad: el plan es visitar, tras la Semana Santa de 2024, Argentina, Uruguay y alguna ciudad del sur de Brasil.
¿Por qué Bergoglio demoró tanto y por qué finalmente visitará Argentina? «Un factor estimado es la edad y la salud del pontífice, que ha superado crisis, pero se siente ya mayor y que tiene una deuda con el país. Antes no vino porque el proceso político local le hizo temer que fuera prenda de discusión y debate, en un país en donde la Iglesia no tiene problemas como en otros lugares del mundo», señaló el analista Ignacio Zuleta en «Clarín».
Bergoglio es objeto de discusión en su país, donde muchos le achacan una cercanía con el peronismo y un trato injusto a referentes de la oposición, como fue el propio presidente Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Pero recientemente, el Papa hizo declaraciones públicas en las que aseguró que el gobierno de Cristina Kirchner buscó que fuera condenado por la Justicia en sus años de arzobispo de Buenos Aires, aunque no pudo hacerlo.
A esta altura está más que claro que Bergoglio no siguió los caminos del polaco Karol Wojtyla, conocido como Juan Pablo II, ni del alemán Joseph Ratzinger, que gobernó la Iglesia bajo el nombre de Benedicto XVI.
Wojtyla fue elegido Papa en 1978 y visitó Polonia al año siguiente, un peregrinaje de nueve días que sacudió los cimientos sociales y políticos del país, por ese entonces bajo el yugo de la Unión Soviética. Juan Pablo II elevó la autoestima de sus compatriotas, a los que visitaría en ocho ocasiones más.
En 2005, Ratzinger visitó Alemania apenas cuatro meses después de haber llegado a la silla de Pedro.
Tanto Wojtyla como Ratzinger tenían una ventaja respecto de Bergoglio, la cercanía geográfica del Vaticano y sus respectivos países: el vuelo de Roma a Buenos Aires implica 13 horas, aunque el Papa ha dado la vuelta al mundo, y el hecho de que no haya visitado su país en más de diez años sorprende a muchos argentinos e incluso ofende a unos cuantos.
Según señaló la prensa argentina semanas atrás, Francisco elegía visitar su país en 2024 porque tendrá un gobierno recién estrenado tras las elecciones de fines de este año: «En la consideración del Vaticano, la llegada de un nuevo gobierno desde diciembre disipa la amenaza de que su presencia pueda ocasionar divisiones. En cualquier escenario ve que puede llegarse a una agenda de entendimiento entre las fuerzas políticas que no tiene retorno».
Con Milei liderando las encuestas, el plan perdió sentido.
El propio Francisco había anticipado en abril de este año, en una entrevista con el diario argentino «La Nación», que quería visitar su país.
«Quiero ir al país el año próximo», dijo el Papa, que pidió que no se lo vincule «con la política argentina». Un pedido que encierra una paradoja, ya que Bergoglio es un religioso de gran astucia política que se involucró de lleno en temas de su país en sus primeros años en el Vaticano.
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