La pregunta que ahora todos se hacen es si la actriz asumirá sus responsabilidades como primera dama, porque la hermanísima del presidente electo tiene su habitación asegurada en Olivos
Se conocieron personalmente en un estudio de televisión. Más precisamente en la mesa de la icónica Mirtha Legrand, donde ya se formaron otras parejas. Ella era una artista consagrada por imitaciones que conmovieron a la opinión pública, entre ellas, la de por entonces ultrapoderosa Cristina Fernández Kirchner. Él era un economista mediático. Donde aparecía, las mediciones televisivas trepaban. Todo quedó ahí, pero al aire Javier Milei no pudo ocultar la fascinación que le producía Fátima Flórez, a quien la producción sentó a su lado.
No fue hace tanto. Apenas diciembre de 2022. A partir de entonces se hablaron por Instagram. Ella contó que estando en Punta del Este para un espectáculo él volvió a escribirle y «ahí pasó algo distinto». Fue en algún momento de julio. Ambos estaban solos y con poco tiempo para compartir.
La pregunta que ahora todos se hacen es si la actriz asumirá sus responsabilidades como primera dama, o no. A ella no le disgusta, pero él pareció tomar cierta distancia en las primeras entrevistas que dio después de la elección cuando le preguntaron si Fátima se trasladaría a Olivos, la residencia de los presidentes argentinos.
«Bueno, recién somos novios. Además es una mujer súper exitosa, tiene que trabajar. Todos tienen que trabajar si queremos sacar la Argentina adelante», dijo.
La humorista tiene prevista la temporada próxima en Mar del Plata, la principal ciudad balneario, con una obra de teatro que seguramente será el boom del verano. Las ofertas se acrecentarán, sin duda.
Aunque en declaraciones previas, la actriz no descartó de plano tomar el rol de primera dama. Contó que nació en Olivos, el barrio donde está la residencia, y que le gustaría dedicarse a las tareas sociales, como habitualmente lo suelen hacerlo las esposas que no provienen de la política.
Claramente, no es una de las prioridades de Milei en este momento. Una relación que no tiene seis meses es para el presidente electo un relax, el espacio donde la política y el poder no ingresan, un descanso placentero de las innumerables tensiones de un tiempo exageradamente complejo para los argentinos, que esperan soluciones urgentes.
Con Fátima realizó lo que ya puede considerarse el último acto de campaña. El viernes por la noche, ya en veda electoral, asistieron juntos a la función de la ópera Madama Buttlerfly en el Teatro Colón. Ella llevaba un impactante vestido rojo que se destacó en el recato habitual del principal teatro de Argentina. Allí, fue abucheado por parte de la platea y un violinista interpretó unos acordes de la Marcha Peronista, pero hubo una mayoría que lo respaldó. El bullying se transformó en un boomerang.
Para la noche electoral, Fátima eligió otro outfit, «un mono escote halter en color negro, con espalda al descubierto y escote buche, un diseño bien minimalista con palazzo», según un experto de modas que fue consultado por los medios.
Quienes se mudarán a Olivos son los cuatro perros de Milei, Milton, Murray, Robert y Lucas, clonados del ya fallecido Conan, con el que asegura mantener diálogos. Son mastines ingleses que siempre vivieron con él, incluso cuando alquilaba un pequeño departamento, hasta que se trasladó a una casa con gran parque en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires. Desde que arrancó la campaña los tiene en una guardería.
Cómo seguirá la relación entre el presidente electo y la estrella, todavía nadie puede estar seguro.
María Eugenia Flórez, conocida como Fátima, tiene 42 años y una presencia espectacular. Llama la atención por su altura y la alegría que transmite a su paso. Divorciada, sin hijos, está acostumbrada a ser el centro de la escena, que ahora tiene que compartir no solo con su nuevo amor, sino también con Karina, la hermanísima del presidente electo.
ELECCIONES EN ARGENTINA
Ayer, en el escenario, mientras hablaba Milei y Fátima pegaba saltitos de euforia y mantenía diálogos con las personas que estaban más cerca del palco, Karina la miró fijo. Ella entendió el mensaje y no se movió más, dejándole toda la escena a su novio enamorado.
Porque quien sí vivirá en Olivos es «el jefe», como Milei llama a su hermana, dos años menor que él, pero un verdadero sostén en la vida del presidente electo desde que eran niño. Se cuenta que el joven no aguantó más el maltrato de su padre, que hasta le habría pegado duro cuando se opuso a la Guerra de Malvinas, y finalmente se fue de la casa.
Karina siempre estuvo cerca, evitando que se caiga y lo alentó en todas sus iniciativas. Entre ellas, estudiar economía e iniciar un camino en el mundo privado.
Pero también estuvo ahí cuando arrancó el interés de su hermano por la política, acompañándolo a las reuniones sin hablar, monitoreando las conversaciones y decidiendo. Quién sí. Quién no. Hasta el punto que el que no pasa el filtro de Karina no ingresa al círculo de Milei.
Tiene 51 años y no se le conoce pareja. Es licenciada en Relaciones Públicas y se comenta que tiene habilidades para el tarot. Fue artífice del reencuentro de Milei con sus padres, con quien hacía décadas que no tenía contacto. Tiene su vida dedicada a acompañar a su hermano. Sin exagerar, el presidente electo confiesa: «yo reporto a mi hermana». Y la noche de la victoria fue ella la que lo presentó ante el público: «Les presento al presidente electo, Javier Milei». Y se trenzaron en un largo abrazo.