Karin Silvina Hiebaum – International Press

Existe la creencia universal de que las personas guapas tienen una serie de ventajas sociales, profesionales y personales basadas únicamente en su atractivo físico. ¿Es una creencia fundamentada? El siguiente análisis lo explica.

Los humanos no pueden evitar juzgar un libro por su portada. Esto es lo que nos está costando.
En un mundo que sigue muy obsesionado con las apariencias, el fenómeno del «privilegio de ser guapa» otorga importantes ventajas sociales a las personas consideradas convencionalmente atractivas. Aunque este trato preferente tiene ventajas evidentes, un examen más profundo por parte de los investigadores revela que ser muy atractiva también tiene ciertas consecuencias no deseadas.

He aquí dos beneficios y advertencias del infame privilegio de ser guapa.

Una «bonita» gran personalidad
Un estudio de 2021 examinó el estereotipo de que «la belleza es buena» y descubrió que se percibía que los individuos atractivos tenían más rasgos morales que los no atractivos. Las investigaciones también demuestran que los individuos atractivos se consideran más dignos de confianza que los demás.

Estas suposiciones se basan probablemente en el «efecto halo», por el que se supone que alguien que es percibido positivamente en un aspecto posee también otras cualidades positivas. Por ejemplo, los rostros muy simétricos no sólo se consideran atractivos, sino también indicadores positivos de salud y rasgos de personalidad como la sociabilidad, la inteligencia, la vivacidad, la confianza en uno mismo y la salud mental.

Ser atractivo puede dar a los individuos confianza en sí mismos y habilidades sociales que les hacen parecer más competentes, simpáticos y persuasivos. Gracias a su aspecto y a sus habilidades percibidas, las interacciones sociales y románticas se vuelven más accesibles, las puertas se abren y las invitaciones se extienden con facilidad.

Sin embargo, la investigación demuestra que los individuos atractivos también pueden ser percibidos como vanidosos. Los investigadores explican que sólo gracias a su sociabilidad percibida los juicios morales sobre ellos son más equilibrados. Además, las verdaderas conexiones sociales basadas en la personalidad y los intereses compartidos pueden verse eclipsadas por juicios externos superficiales. Las relaciones pueden iniciarse por razones equivocadas, lo que conduce a una sensación de aislamiento y falta de conexión auténtica, esencial para el bienestar.

Ser atractivo puede dar a los individuos confianza en sí mismos y habilidades sociales que les hacen parecer más competentes, simpáticos y persuasivos.

Por otra parte, un estudio de 2022 también descubrió que si una persona es percibida como menos atractiva y menos inteligente, también parece menos humana. En concreto, las mujeres menos atractivas parecían menos humanas, al igual que los hombres menos inteligentes, lo que sugiere un sesgo de género más profundo. Estas atribuciones de rasgos de personalidad se convierten en indicadores preocupantes de cómo las personas con o sin privilegios bonitos pueden ser tratadas de forma diferente, sin tener culpa de ello.

Una carrera «bonita» con éxito
En el ámbito profesional, el privilegio de ser guapa puede ser una plataforma de lanzamiento para el éxito. Los estudios demuestran que las personas atractivas tienen más probabilidades de ser contratadas, promocionadas y recibir salarios más altos. Además, la confianza que les inspira su aspecto les permite aspirar a los salarios y oportunidades que desean y merecen.

Del mismo modo, la apariencia de un estudiante en el aula también puede influir en las calificaciones que recibe. En un estudio de 2017, las estudiantes obtuvieron notas más bajas en los cursos en línea que en las clases presenciales. Del mismo modo, en un estudio de 2022, las notas de las estudiantes atractivas disminuyeron cuando las clases presenciales pasaron a impartirse en línea.

No todo es jauja
El privilegio de ser guapa puede sin embargo crear una dinámica académica o laboral que fomente la discriminación, el resentimiento y el descontento. La persona privilegiada puede tener éxito, pero a costa de sus relaciones y, posiblemente, de su salud mental.

Las investigaciones demuestran que las mujeres atractivas pueden experimentar disonancia cognitiva o conflicto mental cuando se benefician del privilegio de ser guapas, ya que pueden enfrentarse simultáneamente al desprecio, la hostilidad y la falta de empatía debido a sus ventajas, lo que conduce a un deterioro de su salud mental. Por mucho que se les ponga en un pedestal, pueden ser desvalorizados por los demás por las mismas razones.

La persona privilegiada puede tener éxito, pero a costa de sus relaciones y, posiblemente, de su salud mental.

El privilegio de ser guapa también puede crear un énfasis excesivo en las cualidades externas, lo que lleva al desarrollo de una relación malsana con el propio cuerpo, basada en una presión por «mantener las apariencias» o seguir recibiendo validación a través de la belleza. La pérdida o ausencia total de este privilegio alimenta la inadecuación, la comparación social y la frustración, lo que pone de relieve la importancia de fomentar una definición más inclusiva y diversa de la belleza, así como de hacer hincapié en las verdaderas cualidades internas de una persona por encima de todo lo demás.

Conclusión
En esencia, el privilegio de ser guapa otorga a las personas una serie de ventajas sociales, profesionales y personales basadas únicamente en su atractivo físico. La investigación sobre el privilegio de ser guapa subraya la necesidad de reconocer y valorar la diversidad de las experiencias humanas más allá de la apariencia física. En última instancia, comprender la naturaleza de doble filo del privilegio de ser guapa es un paso crucial para fomentar una sociedad que valore a las personas por su carácter y sus capacidades más que por su estética.