Durante décadas la Patagonia ha sido una región relegada, con visiones centralistas que buscaron avanzar con una lógica extractivista de nuestros recursos y sin brindar ningún valor agregado.
El terreno patagónico ha servido en innumerables ocasiones como objeto de promoción turística, para mostrarle al mundo los lagos, las montañas, los encantos de nuestra fauna, pero sin pensar ni reparar en la infraestructura que debe tener esa naturaleza para seguir ofreciendo servicios de calidad al turista.
De la misma forma, la energía, nuestros recursos del mar, de la tierra y la ganadería fueron utilizados en pos del crecimiento del país, del abastecimiento interno de todo un territorio, aunque olvidando lo que le quedaba a la región, a los vecinos y a los comerciantes y empresarios que apuestan a la inversión. Es decir, cómo se distribuía esa riqueza propia de nuestro suelo.

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Desde comienzos de 2023 se han dado pasos fundacionales para la conformación de un bloque de provincias patagónicas en comunión con el sector empresario y con los gobiernos de la región, con el objetivo de sentar las bases de un proyecto de desarrollo sustentable.
Los primeros encuentros en conjunto con el apoyo de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) se empezaron a dar en marzo, en la ciudad de Comodoro Rivadavia. Y el Tratado de la Patagonia y la asamblea de gobernadores se terminó de materializar meses atrás en Ushuaia, con respaldo de los mandatarios electos.
Pensando en el recambio de autoridades que se plasmará a partir del 10 de diciembre, el bloque patagónico y el rol del sector empresarial e industrial como promotor de proyectos e iniciativas será fundamental para brindar equilibrios, alcanzar consensos e impulsar aquellas medidas que sean necesarias en la Argentina que viene. Desde allí podrán comenzar a definirse las políticas públicas hacia dentro de la región y en relación con el resto del territorio.
Recientemente, durante la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), el referente industrial del gobierno entrante, Federico Ovejero, hizo hincapié en los obstáculos fundacionales. «Hay un gran problema cuando salís de Buenos Aires que son los costos, hay que bajarlos si queremos desarrollar el NOA, el NEA o el sur argentino, hay mucho para trabajar en infraestructura», sostuvo.
Es el momento de que las luces vuelvan sobre la Patagonia, para iluminar un terreno fértil no para el desarrollo de los patagónicos, sino para el progreso del país, con todo el aporte que se pueda brindar.
De forma indistinta al color político se ha logrado consolidar una estrategia conjunta que busca ubicar a la Patagonia dentro del lugar que ocupa hoy en la escena nacional con dos de las cinco provincias que más divisas le aportan al país.
En el ámbito del sector pyme la sinergia de las federaciones empresarias de toda la región buscará seguir ratificando la estrategia de llegada a través de entidades intermedias de un resorte nacional trascendental como CAME.
De ese modo se podrán canalizar cada una de las necesidades, preocupaciones e intereses conjuntos del territorio patagónico, buscando además una adecuada articulación entre lo público y lo privado con los gobiernos patagónicos.
La agenda futura incluye a los proyectos de desarrollo con infraestructura, mayor conectividad, alianzas estratégicas con nuestros socios comerciales y la expansión de la matriz productiva, acompañado de la búsqueda de resolución de las inequidades productivas que hoy persisten y que en muchos casos se han agudizado. Detrás de esa búsqueda y como principal impulsor debe estar el bloque patagónico.