¿Qué hubiera ocurrido si Grace Kelly no hubiera cambiado su brillante destino de oscarizada estrella hollywoodiense por el de consorte de un pequeño principado europeo? Pues que hoy estaríamos hablando de una leyenda viva como las octogenarias Sophia Loren y Brigitte Bardot u Olivia de Havilland, que falleció en 2020 con 104 años.

Este 12 de noviembre Grace Kelly habría cumplido 95 años, pero su temprana muerte en un accidente a los 52 elevó a la categoría de mito a quien fue una de las grandes influencers de su tiempo, aunque aun no existían las redes sociales. Toda belleza, elegancia y glamour,pertenecía a una adinerada familia de Filadelfia, pues era hija de un magnate inmobiliario que no acabó de digerir los inicios de su hija como modelo ni su meteórica carrera en el cine. A pesar de compartir cartel con monstruos sagrados de la talla de Gary Cooper, Clark Gable o Gary Grant y con 26 años consagrarse mundialmente al ganar un Oscar por su papel protagonista en La angustia de vivir.

Con su amigo Clark Gable.
Con su amigo Clark Gable. GTRES

Quizá porque entonces la prioridad de las jóvenes de familia bien era hacer un buen matrimonioo por hartazgo hacia el disipado ambiente cinematográfico, Grace eligió cambiar su corona hollywoodiense por una de verdad en Europa, algo de lo que, según su entorno, acabó arrepintiéndose.

Su mediático romance con Rainiero poco tuvo que ver con el cuento de Cenicienta, más bien al revés, porque fue Grace quien con su fama en el cine y su buen hacer como consorte, reflotó el minúsculo Principado convirtiéndolo en emporio favorito de millonarios, famosos y jet set de la época. Una magistral operación de marketing que, se rumorea, urdió el avezado armador griego Aristóteles Onassis, socio de los negocios de Rainiero en Mónaco. El objetivo era sacar de la ruina el Principado, devastado tras la segunda guerra mundial y con sus casinos en bancarrota. «Tienes que casarte con una actriz famosa», le dijo. 

Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, en la pedida de mano.
Rainiero de Mónaco y Grace Kelly, en la pedida de mano. GTRES

A Rainiero le gustaba Marilyn Monroe pero no parecía adecuada una sex simbol como consorte, así que el padre Tucker, confesor del soberano, sugirió a Grace Kelly. Se conocieron en mayo del 55, cuando ella acudió al festival de Cannes para presentar el filme Crimen perfecto y Rainiero la invitó a conocer el palacio Grimaldi. En aquella época, el sueño de todo millonario americano era Europa y su aristocracia, por lo que cuando se planteó el matrimonio de su hija con un soberano europeo, John, el padre de Grace, salivó de placer.Dicen que donó dos millones de dólares como dote, pese a que su hija tuvo que pasar por el trance de permitir examinar su virginidad, que aseguró haber perdido en una caída de caballo.

Su compromiso y su boda de cuento en mayo de 1956 en Montecarlo, con asistencia del rey Faruk de Egipto y actores como Ava Gardner,Cary Grant o Gloria Swansonllevaron el Principado a las portadas mundiales. Posteriormente Grace revolucionó el papel de consorte, alejándolo del rol alcanfórico imperante en las cortes europeas para darle un aire moderno, a lo que ayudó que se trataba de Mónaco, considerado un principado de opereta y no del Reino Unido. Por vez primera, una esposa de soberano se convertía en protagonista de la prensa rosa y ejercía de icono de moda. Hacía brillar las creaciones de Dior, Chanel o Gucci con su gran estilo y cada detalle de su indumentaria se disparaba en ventas, como el bolso que Hermès bautizó con su nombre, Kelly, uno de los más vendidos de su historia. Además, las sonadas fiestas que ideó Grace como la Gala de la Cruz Roja o El Baile de la Rosa eran el reclamo perfecto para atraer celebrities mundiales. Quizá entonces los asesores de Rainiero comprendieron la importancia de tener una buena una actriz en el papel de consorte, pues la monarquía no deja de ser un teatro que requiere estar bien representado.



Sin embargo, de puertas para adentro, las cosas discurrieron distintas para la princesa, que tras dar a luz a sus hijos Carolina, Alberto y Estefanía, en cuya educación se volcó, aseguran que empezó a sentirse asfixiada y echaba de menos el cine. Alfred Hitchcock la tentó en 1964 para interpretar a Marnie, la ladrona pero Rainiero tuvo miedo de la reacción de los monegascos y el papel lo interpretó Tippi Hedren. Pese a ello, Grace nunca rompió lazos con sus amigos del show business como Frank Sinatra o Cary Grant, y cada gala de los Oscarenviaba su voto a la Academia. Según declaró Joanna Spencer, sobrina de la princesa en su biografía, «nunca fue verdaderamente feliz». Tanto que sus amigos del mundillo hollywoodiense se referían a ella como la «princesa dis-Grace»