Eduquemos a nuestros hijos en la resiliencia, no en el miedo

Tu paz interior a la hora de educar, tiene mucho que ver con la coherencia.

Tengo un niño bueno pasando un mal momento, no un niño malo que se porta mal» y que lo que necesita es la ayuda de sus padres

Esta pasa por poner ciertos límites, ciertas líneas rojas, que harán que se sientan más seguros y que dan a su cerebro las herramientas necesarias para desarrollarse, cuando son impuestas desde la calidez de la relación entre padres e hijos y de forma coherente.

«Eduquemos a nuestros hijos en la resiliencia, no en el miedo».

Es muy fácil desconectar de los hijos con el móvil

La diferencia se encuentra en que «las generaciones de hoy hablan de ello y mientras tratan de educar a sus hijos, están tratando de entenderse mejor a sí mismos, sin recursos y sin apoyo».

Pero aparte de este, otro de los grandes desafíos que tienen los padres de hoy que los de antes no tenían es la tecnología. «Es muy fácil desconectar de los hijos con el móvil»

«Cuanto más desconectados estemos de nuestros hijos, peor se van a portar».

Educar sin miedo

En la educación de los hijos, como parte de la resiliencia a la que tanta importancia da la doctora, otro de los pilares ha de ser la gestión de la frustración. Tolerar emociones aparentemente negativas es algo que hay que aprender desde pequeños

Hay muchas cosas que nos pueden quitar la paz interior a la hora de educar, ¿a que sí?

Pero a grandes líneas y poniendo el foco en nosotros, en nuestro interior, que es desde dónde tenemos el poder para generar esa paz interior, diría que la paz emerge fundamentalmente de un estado de coherencia interna.

Cuando lo que pienso, lo que siento y lo que hago están alineados y además, hay un horizonte claro al que elijo dirigirme, eso me da criterio, estabilidad, coherencia y paz.

Quien crees ser y qué eres en realidad. Incluyendo el YO esencial. Transpersonal

Para poder alinear lo que pienso, lo que siento y lo que hago, primero debo ser consciente de mis pensamientos y mis emociones para poder, a través del cuerpo, tomar acción. La coherencia culmina con la acción.

En ese sentido el primer obstáculo que nos encontramos cuando la vida nos pone a nuestro primer hijo en los brazos, es que ese horizonte educativo al que queremos dirigir nuestros pasos, no está claro. Podemos hacernos una idea de cual es el estilo de crianza que queremos ejercer pero aunque hayamos leído mucho sobre el tema, el no haber tenido todavía experiencia directa sobre lo que significa ser padres, hace que ese horizonte sea algo que vamos dilucidando a medida que andamos el camino en esos primeros años.

En ese andar el camino junto a nuestro primer hijo, van apareciendo la culpa y el miedocomo principales “ladrones de paz” a la hora de educar.

Miedo a no hacer bien las cosas y culpa por la repercusión que nuestras “malas decisiones” pueda tener en nuestros hijos.

Pero aún hay más, está el miedo a la culpa. Tenemos miedo de sentirnos culpables por contradecir al pediatra, a nuestra madre, a la vecina, al sistema educativo… a lo que percibimos como comúnmente aceptado que no es coherente con nuestro particular forma de pensar y sentir, con respecto a lo que nosotros queremos para nuestros hijos, en función de nuestras circunstancias personales e intransferibles.

La educación supone un proceso de aprendizaje para los padres importantísimo porque ahora ya no solo nosotros tomamos decisiones y asumimos las consecuencias. La educación nos “obliga” a poner más consciencia y darle una vuelta más a lo que pensamos, sentimos y hacemos, porque lo que nosotros decidamos sobre ellos les repercutirá para bien o para mal. Y cuando estamos en la faena de educar, nos damos cuenta de que ese aprendizaje tan importantísimo muchas veces lo hacemos a base de ensayo error, y los errores los pagan ellos. Además, para hacerlo bien, bien, requetebién, como solemos educar en pareja, todo esto hay que consensuarlo y transmitir criterios a otros co-educadores para que en el tiempo que nuestros hij@ pasan con los abuelos, no se vayan al traste nuestra mejores estrategias de disciplina positiva, alimentación saludable y buenos hábitos XD.

Ahora es cuando sientes el peso sobre tus hombros, te dan ganas de resoplar un “ufff!!!” muy grande y de decir “mira, ya tiraré pa’lante como pueda, que mis padres no se planteaban todas estas cosas, no he salido tan mal, ni mi hij@ tampoco (o sí)”.

Tranquilidad…, ya llegan los recursos… :).

Cuando tu mente está en el futuro o el pasado y te sientes en función de ese pensamiento que no se corresponde con tus circunstancias de AHORA pierdes recursos y sabiduría para educar. Cuando a través del Mindfulness te instalas en el momento presente; tu cuerpo, tu mente y tu emoción están disponibles para educar en función de lo que AHORA sea conveniente y de lo que te da coherencia.

Para saber si estoy siendo coherente con mis decisiones educativas y alinear: mi mente, mi cuerpo y mi emoción, necesito escucharme.

Mag. Karin Silvina Hiebaum