El líder opositor ruso Alexéi Navalni, que ingresó en prisión en enero de 2021, falleció este viernes en una prisión de Rusia, según ha informado el Servicio Penitenciario. Tal y como adelantó la agencia rusa RIA Novosti, el activista se encontró mal después de una caminata y perdió el conocimiento. Tan solo tres horas después de conocer la trágica noticia, la mujer de Navalni, Yulia Navalnaya, compareció con los ojos vidriosos y vestida de negro.
«Desde hace muchos años no podemos creer ni a Putin ni a su Gobierno; mienten constantemente. Pero si esto es verdad, quiero decirles a Putin y a sus amigos, a todo su personal, a todo su séquito, a todo su Gobierno, que no quedarán impunes; me gustaría que supieran que serán castigados por lo que han hecho a nuestro país, a mi familia y a mi marido. Serán llevados ante la justicia y ese día llegará pronto», sentenció Navalnaya en el primer día de la Conferencia de Seguridad de Munich.
Tras su breve discurso, que terminó con una oleada de aplausos por los diplomáticos y gobernantes allí presentes, la mujer de Alexéi Navalni manifestó: «Me preguntaba si debía quedarme aquí frente a ustedes o si debía volver con mis hijos y me preguntaba qué habría hecho Alexéi en mi lugar, y estoy segura de que él habría estado aquí en este escenario«.
Alexéi Navalni
Alexéi Navalni fue uno de los líderes más prominentes de la oposición rusa. Estuvo encarcelado en la prisión de Vladimir a 200 kilómetros de Moscú y en diciembre de 2023 fue trasladado a los Urales .
Yulia y Alexei se conocieron en Turquía durante unas vacaciones en 1998 y pasaron por el altar dos años después. Sus dos hijos, Daria y Zakhar, nacieron en 2001 y 2008.
Navalni sobrevivió a un envenenamiento en 2020 y pasó cinco meses recuperándose en Berlín. Fue arrestado cuando regresó a Moscú en enero de 2021 y sentenciado a dos años y medio de prisión alegando cargos de fraude. Se le declaró culpable por malversación de donaciones públicas a su grupo anticorrupción FBK. Navalny prometió que continuaría su lucha contra Putin tras las rejas. Su esposa era consciente de que a este tipo de presos rara vez se les concede la libertad de forma anticipada, por lo que era probable no saliese de prisión hasta 2031.
La condena no frenó las protestas de su mujer contra la guerra del Kremlin en Ucrania ni sus advertencias sobre Putin y su círculo íntimo, a quienes acusó de ser criminales de guerra. «Yo soy la esposa. Si me derrumbo, todos los demás se derrumbarán a su vez», declaró. Confiaba, además, en la resistencia de su esposo. «Es fuerte, decidido, sabio y decente e increíblemente valiente», expresó en Instagram.
La pareja se conoció en un balneario de Turquía en 1998 y son padres de dos hijos que hoy se quedan huérfanos. Yulia, economista de profesión, nació en Moscú hace 47 años y es hija de un científico y de una empleada del Ministerio de Bienes de Consumo. Antes de que naciera su primera hija, Daria, que estudia en Estados Unidos, trabajó en un banco. Luego llegó el segundo hijo, el adolescente Zahar. Dejó todo para dedicarse exclusivamente a su familia.
Se ha convertido en icono de las protestas femeninas contra Putin y es conocida como la «primera dama de la oposición». El día de la condena de su esposo vestía una blusa roja, que enseguida se convirtió en emblema de esta lucha. Desde lejos, ese día Alexéi le dibujó un corazón con las manos para despedirse: «¡No estés triste, todo estará bien!», le gritó. Desde entonces, ha tenido que soportar todo tipo de ataques en las redes sociales, como imágenes acompañadas de bulos que aseguraban que trabajó como actriz porno. Hoy los ciudadanos rusos no descartan que tome el testigo político de su marido. Valentía, como viene demostrando, no le falta. A pesar del dolor, Yulia, no se ha derrumbado y advierte que Vladímir Putin y su entorno «pagarán» por la muerte de su marido en prisión. «Son noticias terribles que nos llegan, noticias que solo recibimos de medios oficialistas. Desde hace muchos años (…) no podemos creer ni a Putin ni a su Gobierno. Mienten constantemente. Pero si esto es verdad, quisiera que sepan Putin y todo su entorno -su Gobierno, sus amigos- que serán castigados por lo que han hecho con nuestro país, mi familia y mi esposo», avanzó la mañana del viernes.
Los ciudadanos rusos no han dejado de depositar flores y fotografías de Navalny en monumentos conmemorativos de la represión política de la era soviética en todo el país. En Moscú, decenas de personas se han visto amenazadas por una gran presencia policial y se les ha ordenado dispersarse. En Murmansk, en el extremo norte de Rusia, una mujer ha sido arrestada mientras sostenía un cartel que decía: «Su sangre está en tus manos, Vova» (abreviatura de Vladímir).